OPINIÓN

Autoritarismo y sus anticuerpos

por Diego Lombardi Diego Lombardi

Foto Mario Tama/Getty Images

Un mismo virus puede atacar a dos personas y tener consecuencias completamente distintas en una y otra. La genética y los recursos médicos a disposición pudieran ser un factor diferenciador, pero sin duda el de mayor importancia es el sistema inmunológico. Un virus que ataque a una persona con las “defensas bajas” tendrá mayor impacto que en alguien cuyo sistema inmunológico esté actuando de manera óptima. Esta lógica aplica también para los países, el riesgo del autoritarismo es una amenaza constante a los sistemas democráticos, pero el que este se consolide o no depende fundamentalmente de cómo se encuentre el sistema inmunológico del país en cuestión.

La idea del “sistema inmunológico” asociada a los países es de Andrews, Pritchett & Woolcock (Building State Capability, 2017). Algo interesante que señalan, vinculado con la capacidad de las organizaciones estatales, es que “si el apoyo interno y externo de la organización se basa en un buen desempeño y hay consenso que el desempeño requiere un sistema de contratación y promoción meritocrático, entonces el daño del patronaje político puede resistirse o minimizarse por el sistema inmunológico sano de la organización” (p.49). La capacidad de las organizaciones públicas de resistirse a las presiones autoritarias es el primer mecanismo de defensa de la democracia.

Si en Venezuela las instituciones hubiesen funcionado como debían, es decir, si el sistema inmunológico del país hubiese trabajado de forma adecuada, el autoritarismo de Chávez no se hubiese instalado. El líder autoritario va a buscar imponerse, es responsabilidad de las instituciones democráticas frenarlo. No se debe olvidar que la democracia es más que elecciones, esta implica también la preservación del Estado de Derecho, del respeto a un conjunto de reglas fundamentales. Esto no quiere decir que no puede haber cambios en dichas normas, pero estos deben hacerse dentro del marco de reglas establecidas, lo que quizás es más lento, pero sin duda da mayor estabilidad.

Cuando el sistema inmunológico es débil el virus del autoritarismo entra al organismo, y ya desde adentro empieza a ocupar espacios (contagiar órganos), lo que a su vez hace que la capacidad de contrarrestar el virus se debilite aún más. Al final, una vez dominados todos los espacios que antes eran democráticos, el sistema autoritario se instala con una fachada de democracia. En el caso venezolano esto duró mientras el chavismo fue mayoría, pero una vez la perdió se activaron todos los mecanismos autoritarios que ya se encontraban latentes en el sistema. En este caso, el virus autoritario se aprovechó de la “mayoría popular” para conquistar espacios, para luego actuar con agresividad autoritaria una vez perdido el apoyo.

Preservar un sistema inmunológico adecuado es una tarea constante, no se puede dar por hecho. Recientemente en los Estados Unidos este pareció funcionar, sin embargo, el riesgo del virus autoritario sigue latente. Si bien no hay una fórmula para esto, la clave pudiera estar en tratar de mantener un sistema realmente meritocrático en cada organización gubernamental, fortalecer una burocracia profesional, en otras palabras, limitar el clientelismo político. En Venezuela, el sistema inmunológico se encontraba sumamente débil a finales de los años noventa, era un país en el que el “carnet del partido” podía ser la gran diferencia en el futuro de las personas.

Como en otras épocas la presión autoritaria está presente en muchos países, los ciudadanos tienen un rol muy importante para prevenir que avance a través de sus principales herramientas: el voto, la participación, la expresión de sus opiniones. Sin embargo, no es suficiente, las instituciones democráticas, y los hombres y mujeres que las conforman, deben dar un paso adelante y mantener sólidas las bases democráticas. En Venezuela esto no ocurrió, y si bien cada país tiene sus propias realidades, nunca está de más conocer otras experiencias para tratar de intentar comprender mejor la propia. Ojalá que cuando a cada país en el mundo lo ataque el virus del autoritarismo tenga su sistema inmunológico al máximo.

@lombardidiego