OPINIÓN

Autopsia del referéndum revocatorio

por Emiro Rotundo Paúl Emiro Rotundo Paúl

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¿Qué es el referéndum revocatorio? El artículo 72 de la Constitución Nacional señala que: “todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables. Transcurrida la mitad del período para el cual fue elegido el funcionario, un número no menor de 20% de los electores inscritos en la correspondiente circunscripción, podrá solicitar la convocatoria de un referéndum para revocar su mandato. Cuando igual o mayor número de electores que eligieron al funcionario hubieren votado a favor de la revocación, siempre que hayan concurrido al referéndum un número igual o superior a 25% de los electores inscritos, se considerará revocado su mandato y se procederá de inmediato a cubrir la falta absoluta conforme a lo dispuesto en esta Constitución y en la ley”.

Es una disposición constitucional muy avanzada e importante. Sirve de escudo protector a la democracia y a la voluntad popular, porque permite al ciudadano revocar a quien eligió para un cargo si este lo hace mal o no cumple lo prometido. Se dice que fue propuesta por el mismo Chávez para que se incluyera en la Constitución de 1999. No obstante, como la mayoría de las cosas buenas prometidas por Chávez, antes o después de asumir el poder, no se hizo realidad.

Primer intento de aplicación. El primer intento de aplicar el referéndum revocatorio fue contra el propio Chávez en agosto de 2003, pero este esfuerzo fue transformado, por Chávez y el Consejo Nacional Electoral, en un verdadero viacrucis. La oposición, desplegando un gran esfuerzo, con mucha voluntad y coraje, recogió millones de firmas que fueron rechazadas una y otra vez (agosto y noviembre de 2003). Fueron desconocidas y anuladas en gran parte y hubo que ratificarlas nuevamente (mayo de 2004). Mientras tanto, Chávez, con los ingentes recursos que recibía por la subida de los precios petroleros, montaba todo un entramado de beneficios para los sectores más pobres (las misiones) para cambiar el voto de la mayoría que en aquel momento le era adverso. Finalmente, el 15 de agosto de 2004, un año después de su inicio, se convocó el referéndum revocatorio, pero no se hizo de conformidad con lo dispuesto en la Constitución. Chávez y el CNE lo transformaron, lo complicaron y lo convirtieron en un plebiscito, una nueva elección, que, por supuesto, ganó Chávez.

Esa grotesca manipulación del referéndum revocatorio por parte de su propio autor o promotor, con la cooperación del resto de los poderes públicos sometidos a su potestad, decretó la pena de muerte de ese instrumento legal que pudo haber cambiado el destino del país, evitando el horror, la sangre y la catástrofe que significó la permanencia de Chávez en el poder por diez años más.

El intento de aplicar el referéndum revocatorio luego de los sucesos de 2002 y 2003 (los sangrientos sucesos del 11 de abril,  la remoción y reposición de Chávez por parte de la Fuerza Armada Nacional, el paro petrolero, las escabechinas del Alto Mando Militar y de la plana mayor de Pdvsa y la feroz represión contra la oposición) era perfectamente pertinente y constituía la prueba de fuego del proyecto chavista, de su veracidad y autenticidad. El escamoteo del mismo por parte de Chávez y su equipo puso de manifiesto la falsedad de su proyecto y de todo lo proclamado en el Preámbulo de la Constitución (recomendamos su lectura).

Segundo intento de aplicación. El segundo intento de aplicación del referéndum revocatorio se hizo trece años más tarde, en 2016, contra el heredero de Chávez, Nicolás Maduro. En esta oportunidad, tratándose de un dictador mucho más tosco, primitivo y desembozado que Chávez, ni siquiera se llegó al sabotaje, la manipulación o la tardanza, sino que se pasó directo a su impedimento mediante artimañas jurídicas similares a las utilizadas ese mismo año contra la Asamblea Nacional de mayoría opositora.

En definitiva, el referéndum revocatorio no se pudo aplicar en las circunstancias para las que fue previsto, demostrando la nulidad del texto constitucional cuando  se tiene un gobierno divorciado del sistema democrático.

Terminamos recordando a los legítimos dirigentes de la oposición venezolana que tienen la última oportunidad de unirse, cambiar el rumbo del país y reivindicar sus nombres para la posteridad.