La autodeterminación de los pueblos es el principio según el cual cada pueblo tiene el derecho a decidir su propio destino político, económico, social y cultural.
En Venezuela la autodeterminación que tenemos es la de Nicolás Maduro, no la del pueblo; la utilizan para que ninguna nación tenga injerencia en las barbaridades que comete apoyado por todas las instituciones que controla y avalan su golpe de Estado, desapariciones forzadas, detenciones y torturas de jóvenes y activistas políticos, además de suspender de facto todas las garantías dentro del territorio a discreción. Para Nicolás Maduro y su cúpula que controlan el poder del estado y las armas, la autodeterminación de los pueblos, soberanía de los Estados y la integridad territorial son los principios que utilizan en el discurso para imponer por la fuerza su voluntad.
Recordando la frase del reverendo Martín Luther King, Jr. “Nunca olvides que todo lo que hizo Hitler en Alemania era legal”, una reflexión que nos recuerda que cuando personas con desequilibrios mentales, mitómanos, psiquiatra del terror y poeta de la tortura, pierden el alma humana, se corrompen con el poder, son capaces de violar la Constitución, hacer leyes abusivas dentro del territorio y adoctrinar grupos para cometer los mayores crímenes contra un pueblo y la humanidad.
Los países que apoyan a Maduro invocan constantemente la autodeterminación de los pueblos y la no injerencia en los asuntos internos.
Para los países democráticos tratan el tema desde lejos, con cautela y diplomacia, comunicados, exhortaciones y preocupaciones que realmente no influyen en lo absoluto en las decisiones del narco carnicero de Miraflores.
Actualmente, la violación generalizada de los derechos humanos dentro del territorio, con ausencia total de un Estado de derecho universal, las amenazas de la cúpula militar a los ciudadanos indefensos y el uso de órganos represivos vestidos de civil sin identificación son elementos contundentes que demuestran al mundo que los venezolanos necesitan la injerencia de una fuerza extranjera para detener lo que ocurre.
La salida debe ser democrática recomendó la comunidad internacional, únanse, participen en las elecciones, ganen con votos y así se hizo.
Gracias a nuestra líder de las fuerzas democráticas de Venezuela, María Corina Machado y el presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, ganamos la batalla electoral de manera contundente. Muy hábil e inteligentemente se concentraron todos los esfuerzos en la campaña presidencial, en los votos, en recuperar y proteger las actas para demostrar lo que todos sabemos, que el régimen hace fraude.
La Misión de Observación Electoral del Centro Carter, ganador del Nobel de la Paz en 2002, expertos en observar elecciones en todo el mundo para garantizar su transparencia y legitimidad, ha sido clara en su determinación de lo ocurrido en las elecciones presidenciales del 28J en Venezuela.
Ganó las elecciones Edmundo González Urrutia, hubo irregularidades y falta de transparencia en las actuaciones del CNE, el presidente del ente comicial, Elvis Amoroso, no cumplió la promesa de entregar los resultados, no hay evidencia de hackeo, ninguna comisión internacional podría dar después de todo este tiempo una verificación como lo hicieron ese día los testigos de mesa.
Los venezolanos somos conscientes de que ganamos las elecciones, que las cifras dadas por el CNE no las pueden justificar con actas que soporten tan aberrante pronunciamiento dando ganador a Maduro y que las maniobras ante el TSJ solo buscan seguir ocultando que perdieron.
El pueblo venezolano salió de sus fronteras y liberó sin oprimir cinco países del continente, hoy en día necesitamos del apoyo internacional para poder recuperar nuestro derecho a la autodeterminación de tener otro gobierno ya elegido con votos.
Existen indicios de la injerencia y financiamiento de Nicolás Maduro a grupos para desestabilizar países en el continente con violencia, es un problema de todos que exista un cambio en el país.