El liderazgo político que acudió a las elecciones del 21 de noviembre tiene el deber de hacer autocrítica. Luego de oír y hablar con los líderes de base, con los que he trabajado en los últimos años, he llegado a unas conclusiones que propongo a los lectores.
La abstención que cruzó buena parte de la geografía política venezolana no es responsabilidad de la gente, nosotros debimos generar una oferta política coherente, que entusiasmara a los ciudadanos, movilizándola a las urnas electorales y unificando a todos en la defensa del proceso electoral. Para lograr este compromiso, debimos haber insistido, ¡mucho más!, en la celebración de primarias que definieran las candidaturas en todo el país y lograr una buena organización para garantizar, en los centro electorales, que la esperanza en el voto, fuera respetada.
Las elecciones no deben ser un ejercicio de trueque entre figuras públicas. Elegir a nuevas autoridades, con el único propósito de cambiar a las actuales, era una oferta dudosa que no tuvo resonancia en los venezolanos, mucho más conscientes de lo que creen algunos analistas.
Los resultados en el municipio Libertador muestran una brecha a favor del madurismo y la menor participación electoral a escala nacional. Estos datos no reflejan lo que veo en la calle, no muestra la voluntad de cambio que hay en los habitantes de un municipio que todos los días salen a la calle a trabajar, a organizarse, a luchar por su futuro y el cambio que todos queremos.
Es urgente apoyar el liderazgo que se crea de abajo hacia arriba y que tiene bases sólidas en las comunidades, hay que insistir en la importancia del voto como una forma de mejorar la calidad de vida, al desalojar del poder a quienes le dan la espalda a los venezolanos. En todas las campañas electorales que habrán en el horizonte, tenemos que plantear propuestas de carácter inclusivo, un nuevo imaginario sobre la Venezuela que queremos, una nación que puede ser refundada con base al valor de la solidaridad, un proyecto de país que mire hacia el futuro, con raíces en los liderazgos de base, que han permitido éxitos tempranos en la calidad de vida de muchas familias.
Si logramos todo esto y nos unimos en defensa del voto de los millones de venezolanos que quieren el cambio, la vuelta a la democracia en Venezuela será irreversible.
Este ha sido y seguirá siendo mi compromiso.
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