El año pasado avizoraba esto que se venía: el uso -abusivo por demás- de los ajustes de sueldos y del salario mínimo en función político-electoral. El último aumento del salario mínimo, llevado a 130 bolívares, ocurrió el 15 de marzo de 2022. En unos días habrá transcurrido nada menos que dos años sin incremento alguno. De nada han servido hasta ahora, para el régimen nefasto de Nicolás Maduro, las innumerables marchas y protestas laborales en todo el país. Insensible a la precariedad inducida inocultablemente desde el poder, el único propósito ha sido controlar y someter a la población laboral, con líderes sindicales presos todavía por los reclamos.
En diciembre pasado, el Foro de Diálogo Social, guiado y ordenado por la Organización Internacional del Trabajo, resultó abruptamente suspendido por los funcionarios del régimen. No dieron razón alguna para ello. Se terminó realizando durante los primeros días de febrero de este año el ciclo de discusiones tripartitas. Llegaron a acuerdos. Entre ellos está el que durante este mes de marzo debía ocurrir el ajuste en el salario mínimo, lo que implica una incidencia en todas las tablas de sueldos. «Casualmente» este mes se definió finalmente el cronograma electoral para la elección presidencial en Venezuela.
Resulta inaudito que los trabajadores en medio de una desesperante situación económica inocultable estos dos años, pero de muy larga data, en medio de la insólita precariedad impuesta, hayamos tenido que esperar dos años y una elección presidencial para que se vislumbre al menos un resultado que todavía no podemos catalogar de positivo, por cuánto es preciso esperar con qué se viene el régimen finalmente. Porque lo resuelto en la reunión del Foro de Diálogo Social no pasa de ser una sugerencia atada al mandato de los países del mundo. La decisión definitiva recae en Miraflores. Y no va a dejar de estar atada a la búsqueda proselitista de votantes. Como si los trabajadores tuvieran amnesia colectiva. ¿Olvidaremos como si nada estos años de penuria que ha significado el régimen macabro de Nicolás Maduro?
Pero ninguna victoria hay que cantar. Recordemos que un connotado líder gremial empresarial insiste en que no se puede ajustar sueldos con incidencia en las prestaciones sociales. O sea, para él, para Jorge Roig, representante de la OIT en Venezuela, lo que se debe incrementar son los bonos, para que no haya ninguna otra incidencia favorable a los trabajadores y sus familias, a su tiempo vital dedicado a la empresa. Todas estas propuestas e imposiciones del régimen y sus aplaudidores van en contra de las leyes, de la Constitución, de los derechos humanos, del trabajo decente postulado hace años por la OIT. En el caso de los universitarios y otros sectores educativos, el aumento de sueldos tiene repercusión no sólo en unas prestaciones sociales que han dejado de pagar hace muchos años atrás, perjudicando más a los profesores y demás trabajadores, sino que incide en el pago de los bonos de vacaciones y de fin de año.
Finalmente, debemos todos, en los sectores laborales, estar muy alertas ante los anuncios que ya vienen sonando, no solamente desde el Foro de Diálogo Social sino por vías alternas. En función de la elección presidencial, no pareciera ser este mes de marzo el adecuado, sino mayo; finalmente el régimen decidirá lo que electoralmente más le convenga según la proximidad de la fecha con la que quiere enfatizar y hacer borrar de la memoria laboral todo el sufrimiento causado este largo, muy largo tiempo, para conseguir cómo alimentarse y como atender sus necesidades básicas por parte de trabajadores, pensionados y jubilados. Es un indigno, vil, canalla, uso del aumento de sueldos en función electoral. Los trabajadores y todo el país debemos cobrarle con votos a Nicolás Maduro este accionar despreciable para con los trabajadores y sus familias.