En días recientes, aprovechando que el país seguía con atención la exitosa gira de Juan Guaidó, el general Vladimir Padrino, ministro de la Defensa, presentó un proyecto de ley bajo el título de “Ley Constitucional de la FAN”. Son muchas las observaciones críticas que se le han hecho a este “adefesio inconfesable y procaz, que malpone en tela de juicio no solo la esperada sensatez de los altos mandos militares, sino la respetada prudencia y sabia verba que le es endosada al profesional encargado del porte y manejo de las armas de la República” para decirlo con palabras del general Enrique Prieto Silva, extraídas de reciento artículo de su autoría.
Son increíbles los extremos del régimen moribundo en violaciones a la Constitución de la República, al orden jurídico en general y, en este caso, específicamente a la normativa militar y a los usos y costumbres que condicionan las actividades de los efectivos. La sola pretensión de incorporar las llamadas milicias a la estructura formal de las FAN permite asegurar que hay muchos problemas internos. Entre otros, la creciente desconfianza del Ministro y su corte en todas las ramas de las FAN, pero especialmente en el ejército. No quiero caer en la tentación de especular sobre el tema, pero es una realidad indiscutible. Salvos los altos mandos, los demás son igual que los civiles. Tienen familia, amigos, vecinos y problemas existenciales bastante parecidos a los civiles. La procesión va por dentro. Hay cansancio y decepción con relación al desastre que han provocado. Venezuela está destruida con instituciones demolidas por la avaricia y la ignorancia enciclopédica de quienes han tenido las mayores responsabilidades. Se trata de un proceso ideologizado, socialista-comunistoide, pero ejecutado por incompetentes altamente corrompidos.
Todo esto y mucho más, nos lleva a reflexionar sobre la seguridad y defensa del ciudadano común de este país. Hemos predicado que cada quien debe defender lo suyo, es decir, su vida y los bienes, la familia y sus actividades en el campo económico y social. En consecuencia, careciendo de un estado capaz de garantizar esa seguridad, quizás deberíamos flexibilizar al máximo la tenencia y porte de armas de fuego. De no hacerlo crecerá la incertidumbre frente a un hampa común que ya es parte del crimen organizado. Buena parte de ese hamponato podrá organizarse para integrar militarmente desde la FAN, el mayor instrumento de represión de la historia. Esto, por supuesto, si todo sigue como está y nada cambia. Pero, está cambiando y veo el desenlace bastante próximo.
A todos los integrantes de las FAN les pedimos que estén atentos y alertas. La Constitución de la República es muy clara con relación a sus atribuciones, funciones y deberes. Hay que cumplirlos por encima de ”lealtades” políticas o económicas.
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