OPINIÓN

Ataviados como lirios del campo

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

Es acaso el perfumarse y prepararse para toda ocasión algo digno de ser practicado o solo un tipo de hábito loable y plausible para quienes viven en comunidad. Necesario en cuanto al compartir espacios saludables, y eludir todo tipo de evitaciones por los pares, propiciando encuentros listos para remembranzas que cambien la perspectiva del pasado, solo de quienes alcanzan a vivir lo suficiente. En entornos tan demandantes como los actuales, donde hasta lo más simple se ve exigido a complejizarse y lo más fiel se ve incitado a corromperse en al menos una de sus grietas.

Hoy pretendo exponer lo que la naturaleza con gran esperanza de que un día la  alcancemos a notar, y se muestra primavera tras primavera. Se trata de la elegancia diversa y colorida del fenómeno de florecer, que en combinación con la frágil durabilidad de la misma, envuelta en tejidos vegetales de gran finura ondulante de carácter y forma, con fina sensatez y la vulnerabilidad de quien está próximo a desaparecer. Así, toda inflorescencia se viste de gracia comunal y toda flor se irgue orgullosa de su belleza pasajera; todas ellas, llenas de vida en plenitud cautivantes de miradas y provocativas de amores codiciosos.

A pesar del glamour juvenil de varones y doncellas finamente acicalados y perfumados llenos de esplendor por poder o estatus, ninguno de ellos alcanza a robar miradas con entusiasta esplendor. Aquellos que desean verse con tal gloria que solo la belleza ingenua, perpetuable solo por unos pocos días de color, antes de vestirse de apariencia otoñal sepia podría brindar. Tales favores, solo pueden ser provistos por expresiones de vida y plenitud de quien diseñó la amalgama de complejidad, favor, gloria y victoria, que la vida en sí misma representa.

Prevalece irónico que a unos otorgue afabilidad en el tiempo, como recurso para fortalecer las potencialidades internas en el ejercicio de un propósito trabajoso y sufrido, durante el proceso de debilitamiento de los cuerpos. Mientras otros, con una gloria mayor expresan toda belleza posible, acotada en el marco fortuito de unos pocos días bajo todo tipo de exposición a agentes externos, y la inesperada vergüenza de ser arrebatados de su conexión al floema solo para ser usados como presentes entre elogios, gratitudes y poemas.

No pretendo humanizar las flores solo para comparar su gracia con la de quienes procuran energía en mantenerse presentables y ataviados, sea cual sea la ocasión. Empero, si prefiero sembrar un pensamiento, que mantenga humilde la vanidad personificada que se suele alimentar en diversos procesos, solo para recordarnos que una gloria mayor se expresa en la vulnerable y aromática existencia colorida primaveral, sin ningún tipo de esfuerzo. Sin embargo, para quienes consciente o inconscientemente se cuidan procurando sus días gloriosos, el esfuerzo será mayor, purificarán pieles y cabellos simultáneamente, mientras cultivan un mundo interior que sea aromatizante en el trato con los más cercanos, medicinal con quienes resultan intoxicados o enfermos y revitalizante para los que se han desanimado. De seguro, los tales recibirán dichas cosas oportunamente, sin siquiera notarlo al rodearse de otro par como ellos.

@alelinssey20