Recientemente fuimos testigos de la elección para renovar la representación de egresados en el cogobierno en la Universidad Central de Venezuela. Después de 12 años sin realizarse, pudimos ver cómo, en este proceso electoral, la “casa que vence la sombra” le dio una lección muy dolorosa y lacerante a una autocracia acostumbrada a imponerse por las buenas o por las malas. Fue una derrota contundente, inobjetable, limpia y aplastante.
La victoria fue demoledora y digna. La opción oficialista fue derrotada en las 11 facultades, por lo que estos valientes venezolanos merecen nuestra más calurosa felicitación. La lección fue para todos nosotros. A la autocracia le enseñaron que la vocación democrática está decidida a participar y a imponerse en cualquier escenario político que se abra. Y al resto del país le demostraron que si nos organizamos y nos reunimos en torno a una causa, podemos vencer a los autócratas de forma incuestionable. Nos hicieron ver que la democracia puede defenderse con más democracia y que no necesitamos milagros, invasiones ni violencia. Solo se requiere convicción democrática, determinación humana y la decisión inquebrantable de los ciudadanos que ya están hartos de soportar un desgobierno insensible y corrupto. Defendieron con sus votos espacios que, para muchos escépticos, parecían irremediablemente perdidos. Pero demostraron que no era así. Allí, como en un campo de esperanza, se impusieron nuevas alternativas, frescas, sin antecedentes vergonzosos, el tipo de alternativa que el pueblo demanda desde hace mucho tiempo.
Convencida estoy de que lo sucedido en la UCV es el reflejo del sentir nacional. El sentir de un pueblo que rechaza la gestión nefasta de una mafia que desde el gobierno ha llenado de miseria, destrucción y muerte a nuestro hermoso país.
También, debe decirse, lo ocurrido ha sido una lección para quienes, desde filas opositoras, no han podido cumplir las promesas del rescate de la democracia y las libertades que tanto anhelamos, y en su lugar nos han colmado de decepción y desesperanza. No en vano, Hinterlaces reveló en un estudio de opinión reciente que 61% de los venezolanos no votaría por ningún candidato tradicional de la oposición, y tampoco lo harían por alguien perteneciente a las filas de quienes hoy detentan el poder en Miraflores.
Así que todos tenemos el honroso compromiso de aprender de la exitosa jornada ocurrida en la UCV para convertirla en el reinicio de una etapa para recuperar a Venezuela, a través de acciones que ejecutemos juntos, con constancia y determinación, enfocadas en acertadas estrategias y en el rescate de la confianza en el voto. Demostraron de un modo incuestionable que la autocracia puede derrotarse, y que si nos unimos en torno a una causa poderosa nuestros votos pueden producir la transformación que tanto deseamos.
Lo que ocurrió el 13 de julio pasado muestra que, abordados, debidamente y sin sectarismos, los temas importantes por personas provenientes de las filas propias de la comunidad, el ciudadano está dispuesto a participar y a renovar su fe y su voluntad de votar. El deseo de participar renace y, evidentemente, eso renueva la moral ciudadana que se fortalece inspirada por una derrota electoral que se le suma a la facción política del partido gobernante.
No subestimemos este gran logro, pues su resultado, evaluado desde el punto de vista cualitativo, nos muestra con extrema claridad que ningún escenario de lucha se debe abandonar y que paso a paso se pueden sumar triunfos que nos conduzcan finalmente a la recuperación plena de nuestra democracia e institucionalidad.
Dejó claro lo sucedido en la UCV que no nos hacen falta líderes mesiánicos, ni que impongamos rostros que no gozan de aceptación entre los ciudadanos. Urge, más bien, que impulsemos con mucha fuerza los liderazgos locales y los voceros naturales de cada espacio o comunidad. Ese líder cercano a la gente. Son ellos los que tienen que asumir la vanguardia de esta lucha. ¡Quién más que ellos pueden hacerlo, si son los que conocen y padecen el caos ocasionado deliberadamente por esta nefasta autocracia!
Estas victorias parciales nos hacen conscientes del inmenso poder del voto y de la necesidad urgente de potenciarlo. El voto es la herramienta más poderosa que nos da la Constitución para rescatar la institucionalidad en el país. Promover el voto es el principio del cambio que necesitamos. Por eso obstinadamente he persistido en mi prédica: debemos defender la democracia con los instrumentos que ella misma nos da. Debemos trabajar en el rescate y en la reconstrucción del orden constitucional, y en la promoción del voto como el instrumento más poderoso de la acción política que tiene hoy el ciudadano. Además, es el mecanismo más seguro y de mayor eficiencia del que disponemos, porque si sabemos utilizarlo, muy pronto seremos libres.
Quienes estamos convencidos de ir a votar, debemos transformarnos en multiplicadores de ese mensaje, para que nuestras comunidades recuperen la confianza en el voto y puedan verlo de nuevo como la herramienta más poderosa que existe para liberar a Venezuela de la opresión, la miseria y la arbitrariedad.
Nosotros podemos cambiar esta historia y para lograrlo solo es necesario tomar conciencia del enorme poder que tenemos y organizarnos con decisión para votar en cualquier escenario político futuro.
Venezuela será nuevamente un país de oportunidades, su orden constitucional será restablecido y volveremos a exhibir un Estado de Derecho robusto, respetuoso y próspero. Lograrlo será el fruto maravilloso de nuestro esfuerzo y del compromiso esperanzador con el que nos defendamos, día a día, de esta desastrosa tragedia que hoy arruina nuestra patria. Comenzamos a ver luz donde antes había sombras.
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