La dinámica venezolana es tan rápida, los cambios de los escenarios políticos son tan vertiginosos, que prácticamente al reflexionar sobre los acontecimientos del día ya estos han perdido vigencia, o por lo menos el factor oportunidad se ha esfumado.
Aun a riesgo de que esto ocurra, como ciudadano, como diputado y como defensor de la libertad de los venezolanos, creo necesario analizar lo que parece una doble moral de algunos factores políticos que se dicen democráticos.
Fue inaudito para millones de venezolanos ver cómo algunos diputados se sentaban en una mesa con los ex diputados del PSUV y se instalaban en unos puestos para los cuales no habían sido juramentados, como dice el artículo 23 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, en la comisión de postulación para la escogencia de los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral.
Mientras Juan Guaidó hacía su llamado a la Asamblea Nacional para sesionar sobre la propuesta del Pliego Nacional de Conflicto y hablaba de una rebelión democrática, por el otro legisladores muy cercanos a él iban al edificio José María Vargas del Parlamento a repartirse cuotas políticas y preparar el terreno de unas elecciones chimbas con Maduro aún sentado en Miraflores.
Fue sorprendente -aún lo es- ver cómo ex parlamentarios del PSUV elegían como presidente del Comité de Postulaciones a un dirigente de PJ, lo mismo que a legisladores de la Unidad votando por un chavista para el cargo de vicepresidente. Todo un bochorno, todo un fiasco.
Juan Guaidó por un lado convoca a la calle y por el otro algunos supuestos aliados se sentaban en la mesa con los usurpadores.
¿Cuál es la diferencia, entonces, entre la mesa de parlamentarios y la llamada «mesita? ¿Cuál es la diferencia entre un PSUV que votó por Parra y un PSUV que votó por la directiva del Comité de Postulaciones? Señores, estas son dos caras de una misma moneda. Y, moralmente, tengo que rechazar esta dualidad del discurso y de la actuación política.
¡Señores! Venezuela no está para este tipo de contubernios, el país no está para maniobras maquiavélicas o acuerdos debajo de la mesa. ¡No! El país se encuentra en una difícil situación y debemos apartar nuestras apetencias particulares y partidistas.
Hace más de un año se delineó una estrategia: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Y hoy no ha cesado la usurpación, el gobierno de transición no se ha instalado internamente, pero sí quieren hacer unas elecciones sin condiciones y sin un ápice de libertad.
Señor Guaidó, en nombre de todos los ciudadanos que queremos libertad, le digo: ¡Así no!… No queremos elecciones mientras la usurpación siga en pie; no queremos elecciones que incluyan acuerdos con ex diputados que violan la Constitución.
Así no… No vamos a avalar ninguna otra movilización que solo sirva como presión para convenios ocultos o intercambio de posiciones dentro de estructuras de un Estado secuestrado y corroído por la corrupción de un régimen ilegal e ilegítimo.
Así no… No podemos continuar cometiendo el mismo error, no podemos ir a unas elecciones que no serán libres, no podemos acudir a unos comicios parlamentarios cuando el problema es la Presidencia de la República.
Así no… La cosa no es por allí. Se están echando por la borda todos los logros internacionales alcanzados, todos los apoyos de las democracias del mundo. Se está desperdiciando tanto sacrificio, tanto dolor y tanto esfuerzo solo para complacer el deseo electorero de los cuatro señores de los cuatro partidos «grandes».
Venezuela quiere que esta tragedia termine de una vez por todas, y el planteamiento de elecciones legislativas es simplemente la prolongación de este mal, solo la Ruta del Coraje planteada por María Corina Machado y apoyada por Donald Trump puede sacar al país de este foso político, social y económico en el cual la sumergieron 20 años de socialismo.