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Asalto a la universidad

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La estrategia está clara, Nicolás Maduro pretende aniquilar con todo vestigio de libertad de pensamiento en el país, es por ello que enfila sus baterias en contra de la Universidad Central de Venezuela y demás centros de enseñanza superior.

Busca usurpar el derecho del personal docente y de los estudiantes de conducir su casa de estudio. Este plan es parte del viejo esquema socialista, el cual está aplicando en su visión de radicalismo y de control absoluto.

Maduro «visita» la UCV con el objeto de desmoronar las esperanzas de los estudiantes, afectar el ánimo de sus autoridades y desplomar a su equipo docente. Su «visita» es más un ataque psicológico que otra cosa.

Y todo está enlazado; por un lado ahoga presupuestariamente a la UCV –sí, como ha hecho con la Universidad de Oriente, la Simón Bolívar, la de Carabobo, la del Zulia, la de los Andes y todas las demás– después toma el control operativo, administrativo y docente para terminar imponiendo su visión de la «realidad» académica, pulverizando el derecho de los venezolanos a una educación superior libre de ataduras y dogmatismos.

Y no solo es el claustro académico, sino que designa como ministra de Educación Superior a Tibisay Lucena, que es emblema de las triquiñuelas de la usurpación. Lo hace dentro de su plan de desmoralizar, no solo a la comunidad universitaria, sino a la sociedad venezolana en general.

Todo está fríamente calculado. Maduro busca echarle mano al sistema de educación superior como ya hizo con la educación básica y diversificada; quiere borrar toda posibilidad de educación libre y liberadora. De esto no podemos tener dudas.

Nicolás Maduro, siguiendo el guion cubano, desea extinguir cualquier sombra de pensamiento libre; es por ello su afán de apoderarse de la UCV, la UDO, LUZ, la ULA y la USB; es por ello que permitió el saqueo de las universidades, las dejó hundirse para luego apoderarse de ellas. Todo un esquema digno de Mao o de Stalin, puro socialismo, puro autoritarismo llano y simple.

Hoy, todos los venezolanos, tantos los egresados de estas valiosas casas de estudio, como aquellos que queremos que nuestros hijos y nietos estudien en universidades libres, tenemos que alzar nuestras voces y oponernos a esta acción de la usurpación venezolana.

La universidad –cualquiera que haya sido libre o independiente del Estado– es una bocanada de aire fresco; es una plataforma donde los jóvenes pueden formarse y los docentes ejercer con libertad sus investigaciones y sus trabajos. Sí, la educación es básica y esencial para la democracia.

Ya lo dijo el mismísimo Simón Bolívar: «Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción», por tal razón Maduro busca vendarnos los ojos al apoderarse de la educación superior, quiere hundirnos en la ignorancia para así adueñarse de nuestras universidades.

La pregunta es: ¿se lo permitiremos? No es hora de seguir de brazos cruzados, sigamos el ejemplo de María Corina Machado y organicemos una resistencia cívica y masiva que permita un cambio para Venezuela. ¡Es ahora! ¡Es ya!

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