Los supuestos «hechos diferenciales» que se esgrimen en España han sido inflados por la presión nacionalista. Si te paseas por un barrio de Zaragoza, Bilbao o Barcelona la sensación que tienes –oh, asombro– es prácticamente la misma. Desde luego no te sientes nunca en el extranjero. Por supuesto, la lengua más hablada en todas las regiones de España es el español, también en Cataluña, Galicia y el País Vasco, a pesar de las toneladas de millones dilapidadas en «inmersiones».
Donde sí existe «hecho diferencial» a paladas es, por ejemplo, en Estados Unidos. Imagínense los bruscos cambios paisajísticos, culturales, y hasta étnicos e idiomáticos, que median entre los verdores de Maine y los desiertos de Nuevo México. En Estados Unidos, una nación de 332 millones de habitantes, no solo se habla inglés. Hay 41 millones de castellanohablantes, el segundo idioma del país; 3,4 millones hablan chino, 1,7 millones lo hacen en tagalo; 1,5 millones, en vietnamita; 1,3 millones, en árabe… a los que hay que sumar las lenguas de los indios, como el cherokee o el sioux. Pero a los estadounidenses les daría un síncope de carcajada si por un apuro puntual de su líder el Partido Demócrata se desmarcase promoviendo que en el Congreso y el Senado de Estados Unidos se hable en español, chino o cherokee en nombre de su valor cultural y el respeto al hecho diferencial. Son estupideces que los países serios no hacen, pues cuentan con una lengua común que los une a todos y facilita cómodamente el diálogo.
Todos los españoles sabemos que el PSOE está adoptando una serie de medidas absurdas simplemente para que Sánchez pueda pagar el rescate que le exigen sus secuestradores separatistas. Todos los españoles sabemos que el PSOE se ha lanzado a apoyar asuntos a los que se oponía taxativamente hasta este mismo verano, como la amnistía y las lenguas regionales en el Congreso, solo por los apuros de Sánchez, que ha perdido las elecciones y no le salen las cuentas sin Puigdemont. Todos los españoles sabemos que Sánchez se ha ofrecido a pagarle a la UE el uso de todas las lenguas regionales solo porque necesita sacar adelante esa medida como ofrenda a su carcelero, Puigdemont. Todos los españoles sabemos que Sánchez envió este martes de urgencia a Bruselas a su ministro Albares para una reunión sobre las lenguas autonómicas solo porque está acongojado con Puigdemont, de cuyo pulgar depende (y los socios europeos le dieron calabazas).
Por eso resulta bastante penoso –o grimoso– que todos los cuadros del PSOE en ejercicio y todos los tertulianos con orejeras «progresistas» hayan cerrado filas para tragar con la amnistía, una tropelía jurídica que dejaría vendidas a España; o con la flagrante bobería de traducirle en español a un catalán lo que habla un vizcaíno en vasco en la tribuna del Congreso (y viceversa). No es más que poner obstáculos a la comunicación normal solo para que los separatistas puedan ponerse una medalla y añadir una muesca más en su inacabable campaña de odio a España y lo español.
Producen entre lástima y repulsión esos robots repetidores programados por la Moncloa que asoman en las tertulias del régimen prestos a justificar todo lo que diga y haga Sánchez, aunque contradiga lo que ayer decía ese mismísimo Sánchez. Son tragadores profesionales de ruedas de molino, que anteponen una ideología al interés general de su país, España, y se prestan incluso a blanquear y dar oxígeno a uno de los movimientos más ultras –aquí sí procede el adjetivo– y regresivos que existen en Europa, el separatismo catalán y vasco de claro tinte supremacista, pues desprecia al resto de los españoles como ciudadanos inferiores.
Todos tenemos nuestra ideología, faltaría más, y así debe ser. Pero arrastrarse por ella hasta el extremo de machacar el sentido común y la lealtad a tu propio país… uff. Si Sánchez negase mañana la ley de la gravedad porque a Otegui, Puigdemont y Junqueras les parece demasiado cosmopolita y poco identitaria, ahí tendríamos a los tertulianos de Silvia Itxaurrondo en TVE explicando muy sesudos que «hace tiempo que se veía venir que Newton estaba equivocado y además probablemente influido por Vox».
Junqueras ha delatado ayer a las puertas del Congreso que ya tiene la amnistía cerrada con Sánchez. Es decir, el líder del PSOE ha vuelto a engañar a los españoles y a ocultarles la verdad. No es una opinión, es un hecho. En el Parlamento se ha permitido además que se hable en las lenguas regionales cuando todavía está prohibido por el reglamento, que se cambiará mañana. Es decir, en la sede de la soberanía nacional se ha burlado la ley. Y tampoco es una opinión, es un hecho. Pero todo eso se ignora, porque si Sánchez proclama que los cerdos vuelan, el pesebrismo tertulianesco dirá que acaban de ver una piara ahora mismo surcando los cielos.
¿Qué tal dormirán esos tertulianos, muchos de ellos madrileños, prestos a traicionar a su país, España, por la obediencia ciega y acrítica las siglas del PSOE y las pesetillas de unas tertulias?
Artículo publicado en el diario El Debate de España