“We the people”, nosotros el pueblo, desde los padres fundadores de la nación norteamericana”
Dilcia Pacheco es una compatriota que marchó de Venezuela hace ya cuatro décadas. Se fue a estudiar al Reino Unido, donde se casó y tuvo descendencia. Trabaja allá impartiendo cursos de español e italiano. Nunca cambió su nacionalidad y viaja con pasaporte venezolano, visita al país cada varios años, pero entretanto, sus hijos hablan español, sus nietos también y sus clases parten de una aclaratoria liminar: “Soy venezolana y ese país es el mejor del mundo.”
Reencuentro a mi amiga y comadre porque soy padrino de una de sus hijas. Nos sentamos a comer en un centro comercial capitalino una chatarrita y conversamos. Es de carácter y sentido del humor y miramos desde las distintas perspectivas la Caracas ante nuestros ojos y la siento triste al hacer inevitables comparaciones de otrora y la actual capital venida en todos los aspectos a menos. Me relata su devenir en la gran isla y me reitera que si bien tiene su casa y su aceptable nivel de vida y tiene todos sus afectos allá, permanece unida a este terruño. Es gocha de origen y con hermosísimos ojos azules y piel blanca, pero me recuerda “que los ingleses la creen café con leche porque ellos sí son leche”.
Todos tenemos hijos, hermanos, sobrinos y en general familia allende las fronteras de estas tierras que Bolívar liberó a costa de todo lo que él significaba. Esa diáspora de jóvenes principalmente y de mujeres mayoritariamente, trata de abrirse paso en latitudes extrañas y complejas. Algunos, a punta de talento y disposición al sacrificio, se van sembrando y tallándose un espacio en esas sociedades. Germinan poco a poco por esos predios e inventan un porvenir. Otros regresarán entre la derrota o el llamado de la nación que constituyen aun en la lejanía, pero lo que nadie puede atreverse a negar es que la crisis como una centrifugadora arrojó por el mundo a muchos connacionales que quizá no retornarán nunca más. De ese deletéreo fenómeno tenemos responsables directos en el difunto y sus espalderos hoy oficialismo.
Mi hermano Juan me decía desde Chile que regresará pronto porque “viejo no se acostumbra y le hace falta su calor de Turmero y sus recuerdos”, que nada tienen que ver con ese país que, si bien ha permitido que muchos de los nuestros lleguen, trabajen y prosperen, no es el suyo y no lo puede ser ya. Mismo relato recibo de otros parientes y amigos e imagino que así les pasa a todos, en mayor o menor medida.
Si una víctima deja el asalto de la mediocridad chavista es el patriotismo que antes decían sentir los militares y los comunes. Luego de dos décadas de desastre y cataclismo social, político, económico e institucional, la revolución de todos los fracasos expulsó por necesidades a millones de congéneres nacidos y criados por acá, y lo peor es que sigue la hemorragia y amenaza otra estampida al mismísimo continente suramericano que ya muestra fatiga y hastío de recibirnos. Nos miran como arrimados que a los días ya indisponen, sin contar con malvivientes de esos que hay en todas partes pero siendo extranjeros se hacen notar más perniciosos en sus afanes y acaban por contagiar de esa mala imagen a los buenos por aquello del gentilicio. Además el concupiscente chavismo, vació de patriotismo real a su fuerza armada nacional. Dejó a la patria desarmada y a la merced de sus genuinos enemigos
Patriotismo no es nacionalismo ni chauvinismo, aunque algunos los confunden. Los mejicanos son todo eso pero los venezolanos no lo son ni lo han sido nunca, pero amor a su tierra y consciencia de que en ningún otro sitio son lo que acá eran, tienen la mayoría de los expatriados que sin embargo forcejean con la vida en espera de estabilidad y sosiego. Allá primero porque acá, sin defensores de la soberanía ni del venezolano, se ve difícil.
El escritor británico George Orwell escribió en 1945, nada más acabada la Segunda Guerra Mundial: “El nacionalismo no debe ser confundido con el patriotismo. Entiendo por patriotismo la devoción por un lugar determinado y por una particular forma de vida…; contrariamente, el nacionalismo es inseparable de la ambición de poder”.
Chávez y sus epígonos nunca quisieron a Venezuela, ni la querrán. La exprimieron, la saquean, la vejan, la ultrajan, la violan inmisericordes y despiadados. Por eso vemos cómo nos quitaron el pan para dárselo a los castrocubanos, repartirlo por aplausos y lisonjas a sus vanidades por doquier y alojarse en Cuba y poner sus vidas, su salud, sus emociones en la isla. Entregarles a China y Rusia territorios para la minería y permitir por demagogia que la depredación por el oro, entre otros minerales que para extraerlos hieren, mancillan, contaminan el ambiente, culminen por lisiarnos como Estado.
Ni arraigo ni patriotismo como valores inculcan las esferas del poder chavista, militarista, socialista. Al contrario, asesinan sus instituciones y banalizan los sentimientos que reclaman la auténtica defensa de la patria y para colmo, el atajo de zafios, la piara oficialista se hacen llamar bolivarianos. Asquerosamente cínicos se burlan de nosotros como lo hace Maduro al hablar de la defensa del Esequibo que entre él y el ignaro mayor tal vez perdieron por incapaces y demagogos.
Cuando juramentamos a los que asumen deberes ciudadanos y aún de otra índole, les advertimos que cumpliendo el encargo, Dios, la patria y la institución se los reconocerán y premiarán, pero si no lo hacen, si quebrantan, contravienen también a Dios, la patria y el deber social se los demandará.
Traidor es aquel que desobedece sus deberes ciudadanos, coloca sus intereses encima de los de todos, miente, trasgrede y como resultado, le infiere al país, daños y perjuicios, desventajas, males y menoscabos, y por ende a su gente, a su pueblo, a su patria. Cabe decir entonces ante la ruindad y la agonía que experimentamos que, todo eso le causó y le causa al país la permanencia de quienes desde el poder solo comprometieron a la república de Bolívar. ¡No son patriotas, son traidores!
Se irían si algo de patriotismo obrara en ellos porque no pueden obviar su responsabilidad en el descalabro nacional, pero como son traidores intentarán quedarse y de ese modo, como un elenco de tumores malignos, seguir haciendo lo que sí saben hacer, metástasis para la muerte de la república de Bolívar que primero que todo es, fue y será una construcción ética.
@nchittylaroche