OPINIÓN

Argentina ¿del «nunca más» al «siempre cómplice»?

por Brian Fincheltub Brian Fincheltub

Argentina fue, hasta hace poco, uno de los países de mayor tradición en materia de promoción y defensa de los derechos humanos en el hemisferio. Desde el regreso de la democracia hace 40 años, los derechos humanos no solo pasaron a ser un tema prioritario en la agenda interna, sino también un pilar fundamental de la política exterior argentina. Una política exterior que, sin importar la ideología del gobierno de turno, se mantenía a grandes rasgos invariable en el tiempo. Lamentablemente, dicha tradición viene de ser sepultada por la administración del presidente Alberto Fernández y su omnipresente vicepresidente, Cristina Fernández, viuda de Kirchner.

Al ordenar el retiro del apoyo a la demanda frente a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad en Venezuela, el presidente Fernández se alinea con los violadores de derechos humanos y le da a la espalda a las víctimas y a los millones de venezolanos que tuvieron que huir de su país, como una vez lo hicieron miles de argentinos que escapaban de la dictadura militar.

Nunca antes Argentina asumió una posición tan contradictoria a su sistema democrático y republicano. Ni siquiera durante el paso del matrimonio Kirchner por el poder, cuyos lazos con Chávez representaron fundamentalmente una ocasión para hacer negocios, más que una oportunidad para afianzar una alianza política real. Los Kirchner, como la mayoría de los presidentes latinoamericanos hace una década, supieron aprovechar el uso “generoso” que hizo Chávez de los recursos de todos los venezolanos, mientras sus excesos no no eran condenados no solo por Argentina, sino por prácticamente ningún país del mundo.

Hoy Latinoamérica es otra, en Venezuela las elecciones son cosa del pasado, como también lo es la bonanza petrolera. Sin legitimidad de origen y sin dólares, la dictadura quedó desnuda. Los crímenes del chavismo, otrora ignorados y minimizados, han sido documentados por la Organización de Naciones Unidas y su alta comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. Los casos de detenciones arbitrarias, tortura, desapariciones forzosas y ejecuciones extrajudiciales se cuentan por miles, detrás de cada número hay más que una cifra, hay personas, hay sueños truncados, vidas destruidas, familias separadas y un dolor que no desaparecerá nunca, pero que encontrará consuelo cuando los culpables sean castigados por la justicia internacional.

Las violaciones de los derechos humanos y las cicatrices que estas dejan en sus víctimas no desaparecen jamás, aunque el presidente Alberto Fernández quiera dar a entender lo contrario. Mientras haya un venezolano dentro y fuera del país dispuesto a contar la verdad, los crímenes del chavismo, los ya ejecutados y lo que se siguen cometiendo todos los días, no desaparecerán jamás de nuestra memoria colectiva. Los venezolanos también vamos a decir un día “NUNCA MÁS”, como lo dijeron aquellos argentinos que sufrieron el horror de la dictadura y que deben sentir vergüenza viendo cómo un presidente  que se decía “moderado” ha convertido el Estado argentino en cómplice de unos de los más sangrientos regímenes de la historia de Latinoamérica.

@BrianFincheltub