El tema de los derechos humanos y la justicia transicional constituye uno de los grandes objetos de estudio dentro del derecho venezolano moderno. Después de todo, no son pocos los elementos que nos ayudan a perfilar el delicado expediente sobre la materia que pesa sobre el Estado venezolano -y algunos de sus funcionarios, incluso prominentes- y cómo ello también afecta la dinámica política del país.
En este contexto, tuve la oportunidad de ver la película Argentina 1985, producida y dirigida por Santiago Mitre y protagonizada por Ricardo Darín. El filme cuenta la historia del fiscal Julio César Strassera y el proceso que este encabezó para enjuiciar y condenar a los máximos representantes del gobierno militar de Jorge Videla, un episodio histórico conocido como “el Juicio de las Juntas”.
Para quien no tiene mayor conocimiento de la historia moderna argentina, la película, cuando menos, resulta esclarecedora. El “Juicio de las Juntas” refleja un caso -en su momento probablemente inédito en la historia latinoamericana- en el cual un tribunal civil se avoca una causa que pertenecía al foro de los tribunales militares precisamente por el hecho de que existía la presunción que la administración de justicia no había sido del todo satisfecha.
En el año 1985 Argentina vivía los inicios de un gobierno de transición de la dictadura militar a la democracia, encabezado por Raúl Alfonsín. Como era de esperarse, la transición no fue sencilla. Por un lado, las fuerzas armadas eran un hervidero: temores de represalias y persecución, negación de nuevo orden de cosas, rechazo y animadversión al estamento militar por una parte importante de la ciudadanía. Todo ello, en la práctica, trae consigo un enorme reto en el manejo del país: amenazas de golpe de Estado, alzamientos, revueltas. Un país convulso que al mismo tiempo se encuentra a la espera de satisfacer diversas demandas sociales, entre ellas la obtención de justicia por todos los delitos cometidos durante el mandato de la Junta Militar.
Es en ese entorno tan adverso en el que aparece la figura del fiscal Strassera y su equipo de trabajo. Pocas personas hubiesen pensado en aquel momento que hubiese sido posible llevar a cabo un proceso judicial de este tipo en el país suramericano. De hecho, la misma película refleja que el Juicio de las Juntas no estuvo exento de amenazas, tácticas dilatorias e incluso coches bomba. Lo cierto del caso es que, a pesar de todos esos factores, se logró que el tribunal dictara sentencia y, contra todo pronóstico, terminó sentenciando a cadena perpetua al mismísimo líder del período militar Jorge Videla.
Buscar paralelismos con la historia reciente de Venezuela es una tentación que, confieso, no pude dejar de realizar. Soy consciente, sin embargo, de que la naturaleza del régimen venezolano no necesariamente encaja con el gobierno militar argentino. No solo por el sustrato ideológico de ambos procesos. Influyen factores tan disímiles que van desde el tiempo, la tecnología, idiosincrasia, hasta la propia geopolítica.
Me pregunto, sin embargo, hasta qué punto está dispuesta la sociedad venezolana a tener un proceso de este tipo. ¿Tenemos la capacidad? ¿Existen los anclajes institucionales? ¿Pueden construirse a futuro? ¿Cuáles son los incentivos necesarios para que ello finalmente se produzca? Creemos firmemente que si Venezuela quiere lograr algún tipo de estabilidad institucional y alcanzar eventualmente un sistema democrático robusto, deberá, necesariamente, tener algún tipo de proceso judicial que permita combatir la impunidad que ha rodeado todos estos años. En caso contrario, nuestra sociedad no tendrá la capacidad de decir “nunca más” y se permanecerá el cargo de cultivo latente para los vengadores de turno.
En todo caso, vean Argentina 1985. Una producción que ganó recientemente el Globo de Oro como mejor película de habla no inglesa. Quien sabe y termine también por ganar mejor película extranjera en los premios Oscar. Sería un bonito detalle para el cine argentino, y por supuesto, para el cine latinoamericano.
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