En Francia, otoño de 1944, en la población de Ardenas, se encontraban acantonadas fuerzas aliadas en medio de un gran optimismo guerrero que estimulaba la convicción de estar cerca el fin de la invasión nazi en Europa.
Repentinamente, el 16 de diciembre al amanecer, los habitantes de esta localidad y un número reducido de tropas norteamericanas fueron sorprendidos por 22 divisiones del llamado ejército invencible de la Wermacht-Waffen SS, las cuales intentaban asirse del puerto de Amberes en Bélgica.
El general Dwight D. Eisenhower, comandante supremo de las tropas venidas de ultramar, ordena y dirige una pronta marcha de gran movilidad. Ello hizo posible obligar la retirada alemana del nudo viario de Bastogne el 8 de enero de 1945.
La comarca de Ardenas fue la tumba del Tercer Reich.
Esta épica derrota marca el devenir de la humanidad con la consecuente guerra fría, reflejo externo de la polarizada política mundial Unión Soviética-Estados Unidos, corolario de la posguerra; y en el ámbito americano subregional su reflejo es el Tratado Interamericano de Protección Recíproca, TIAR, legajo que se rubrica en Río de Janeiro el 2 de septiembre de 1947.
Dicho texto ocupa nuestra atención en defensa de Venezuela, cuya nacionalidad está hoy expuesta al ultraje y la explotación de asaltantes.
La guerra fría hace temer entre los Estados del continente americano actitudes revanchistas por parte de la Unión Soviética hacia gobiernos que en la conflagración mundial se declararon neutrales y por coincidencia economías con mandatarios expansionistas ante territorios de exiguos ingresos y limitado armamento que pretendían tomar para sí.
El compendio garantiza la unidad defensiva de América ante un intento belicista de cualquier tendencia dominadora.
En más de 20 oportunidades ha sido invocado el TIAR, respondiendo a desajustes políticos de orden intrínseco y en resguardo del enclave americano, como son por ejemplo los casos de tiranías militar y civil en Dominicana, Panamá, Guatemala y Granada.
También exigieron su implementación por enfrentamientos intestinos civiles con apoyo foráneo indebido en América Central, como por igual la solicitud formulada por Estados Unidos a la OEA con motivo de los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001, que se convirtieron en una pira inmisericorde de inocentes.
El presidente interino, Juan Guaidó, denuncia la irrupción de la cual es objeto Venezuela por Cuba, Rusia, China, Siria, Turquía, narcotráfico, grupos terroristas en contubernio con Nicolás Maduro.
Maduro maneja a su conveniencia los poderes al radicalizar mediante el terror el poder.
Los venezolanos sin posibilidades de ejercer la defensa de su territorio por carecer de pertrechos apelan a la solidaridad mundial y al frente en defensa de la democracia venezolana: Grupo de Lima, la Unión Europea, 57 países que reconocen a Guaidó y la Asamblea Nacional de Venezuela.
Todo este proceso ha sido afianzado por el gobernante Donald Trump, quien ratifica soportar a la OEA y países firmantes en número de 23 del TIAR.
Esta segunda semana de septiembre está convocada la asamblea de naciones signatarias para tratar la activación del convenio.
Inicialmente se aplicarían medidas de disuasión al defraudador Maduro , para luego intensificar la aplicación de penas que bien pueden llegar hasta evitar el acceso a puertos y aeropuertos de la nación.
La urgente ayuda humanitaria de alimentos y medicinas que es prioritaria en Venezuela, iría acompañada de una fuerza protectora de encomienda civil debidamente armada y apta para hacer frente militarmente a cualquier intentona de robo o sabotaje de la misión encomendada.
Tales programaciones estarán dirigidas a motivar el regreso a la patria de la diáspora en el mundo mediante la garantía de la resolución del conflicto y la normalización de insumos básicos y servicios vecinales.
La ayuda de Norteamérica en este proceso es vital porque no puede el hombre de a pie desplazar al gobernante tirano y su camarilla, quienes usufructúan indebidamente los recursos del Estado.
Sin duda, estamos ante las puertas de una acción militar, en la cual las Naciones Unidas tienen el deber de participar.
Esta ayuda tecnológica unida a la de los Estados del Grupo de Lima, sus ejércitos; al lado de la Unión Europea y Estados Unidos será de gran utilidad para el retorno al régimen de libertades.
Adverso la violencia y el enfrentamiento mortal, pero más temo al hambre y enfermedades que padecen nuestros hermanos. Si por ellos es necesario guerrear, adelante.
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca sepultará la tiranía comunista de Nicolás Maduro en América Latina; esa es la esperanza.