El dominio de las FARC y otros grupos irregulares en el estado Apure no es nuevo, ocurre desde hace más de dos décadas, con el agravante de los nuevos tiempos, donde su acción criminal se ejecuta de manera abierta con total impunidad y complicidad directa del Estado venezolano. Hugo Chávez en su proyecto latinoamericano “antiimperialista” financió a estas organizaciones, Nicolás Maduro para mantenerse en el poder les generó aún más permisividades. Las FARC y el ELN, con su poder financiero, aprovechándose de las debilidades económicas en Venezuela, han corrompido a innumerables funcionarios en puestos estratégicos. A la vez que se han hecho de apoyos contundentes de generales, alcaldes y gobernadores, no solo del PSUV y de los partidos del Polo Patriótico, sino también de la oposición. La política en Venezuela como en Colombia está plagada de políticos financiados con dinero proveniente del narcotráfico.
Después de los enfrentamientos en La Victoria es evidente e insoslayable la presencia del terrorismo FARC y ELN en el país. Negarlo en principio fue una maniobra del régimen, potenciando así sus características de moral doble que exhibe con demencia y cinismo. El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, cuidó su narrativa al no señalar a las organizaciones y atribuirles el horror de las muertes de sus soldados a bandas paramilitares. Se pudo inferir que se defendía a sí mismo, lo que generó muchas dudas, sin saber realmente si representa los intereses de la república o de la organización terrorista y criminal.
El ministro del régimen, en su afán de construir mentiras sobre la inmensidad de la verdad, nos ha paseado por explicaciones en las que estos enfrentamientos armados, que enlutaron a la Fuerza Armada, son fenómenos que surgen de la natural confrontación con Colombia, a la que le atribuyen el financiamiento. Tejen de esta forma múltiples contradicciones, edulcorando el ambiente entre ambas naciones, para colocar un conflicto superior al que se vive en la frontera. Si antes se negaba la presencia de las FARC en Venezuela, ahora se trata de negar los motivos y las razones, intentando involucrar a un tercero y como en el mundo existen una cantidad inimaginable de fenómenos, el proceso de negación será constante e infinito, es decir, tiene lugar un proceso ininterrumpido de negación de la negación, a través de interminables artilugios para sostener siempre el engaño, la manipulación y la mentira.
La tiranía de Venezuela, en varios momentos trágicos, es solo comparable con el nazismo, al punto de que han ido construyendo un holocausto moderno, del cual el mundo democrático es terriblemente partícipe por su silencio ensordecedor, como bien diría el poeta uruguayo Mario Benedetti. No comprender que frenar la dictadura de Nicolás Maduro es impedir el financiamiento a organizaciones armadas que penetran Latinoamérica para revolverla hasta crear un sistema violento que aniquila las libertades individuales para construir un imperio del mal, que avanza con una propaganda al mejor estilo de Joseph Göebbels, por aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
Del encuentro de la verdad se trata nuestra existencia. San Agustín de Hipona, siendo orador del emperador de Roma, sin saber que se encontraría en su propia transición del maniqueísmo al cristianismo, recibió del obispo Ambrosio unas palabras que se constituyeron en elíxir divino para hallar su espiritualidad y consagrarla al servicio del bien, y jamás del mal; el hombre por sí solo no encuentra la verdad, es la verdad quien encuentra al hombre. Con un sustento irrebatible en un cúmulo de eventos que nos muestran de forma sostenida cuál es la verdad y el propósito de ella.
De esta experiencia de San Agustín es necesario contextualizar la verdad del estado Apure, para que nos retumbe en el alma y logremos evitar que se convierta en la verdad de toda Venezuela. Siendo así, debemos afirmar con responsabilidad que las FARC están en los siete municipios del estado Apure, en el caso de la capital San Fernando aún no con tanto descaro. Se manejan de forma armada sin uniformes, haciendo labores de inteligencia como milicianos. En las zonas rurales actúan de manera abierta, con fusiles y uniformes, reúnen a los habitantes en las plazas Bolívar y ante el busto del libertador les imponen normas de convivencia, se aprovechan de indígenas, esclavizan sexualmente a jóvenes, controlan el comercio, la agricultura, la ganadería, imponen precios de compra y venta de los rubros productivos de las distintas comunidades, y obtienen provecho de las relaciones comerciales que se realicen. Nada se mueve si no cuenta con autorización de los comandantes respectivos de la zona.
Apure es un estado bajo el control absoluto de esta organización en cualquiera de sus dos facciones. La guerra que se desarrolla no cesará por mucho tiempo, por ahora solo está suspendida, tendrá impacto negativo sobre todo en la población ahora que las FANB no actuarán en contra de ninguno de los dos sectores confrontados, siendo realmente este el precio de la liberación de los rehenes: más libertades, más permisividad para las FARC convertida en un gran cartel del narcotráfico ante una FANB capitulada.
Rómulo Gallegos, en su inmortal obra Doña Bárbara, dijo que Apure es una tierra de horizonte abierto donde una raza buena ama, sufre y espera.
Finalizo con una interrogante que sacude el pensamiento: ¿cuánto más debemos esperar y sobre todo sufrir los apureños?