El título de este artículo le pertenece en esencial al Dr. Freddy Jabano, internacionalista y profesor por muchos años de la Universidad Ezequiel Zamora, sede de San Fernando de Apure. De las tantas reflexiones compartidas se han originado algunas visiones sobre la pobreza en el estado, la convivencia humana y los tantos efectos de su frontera en la irrefutable realidad que lo coloca en un contexto geopolítico de altas dimensiones.
Apure se estancó por décadas, aspecto fácil de observar en los indicadores de pobreza extrema, incluso mucho antes de la crisis multidimensional que atormenta a todo el país, esto parte del modelo de desarrollo que adoptó el Estado venezolano después del auge del petróleo, que tuvo resonancia importante en nuestra economía, el estado Apure era un estado comercial y esa economía radiante de la mano de la ganadería y la agricultura se perdió y no se ha podido recuperar en buena medida por el diseño de las políticas públicas de los últimos 50 años, que han estado ceñidas a la necesidad de centralizar la toma de decisiones, y con estas características el desarrollo se esfumo de nuestra región, teniendo como elemento adicional para comprender la compleja situación del estado llanero; la desarticulación a nivel regional, producto de las mismas políticas hostiles del Estado Venezolano, con nuestro vecino Colombia, rasgo negativo considerablemente, en vista de la necesidad de la complementación para así hacernos competitivos con otros mercados, significando las zonas del Arauca colombiano y el Alto Apure, la posibilidad de acceder al Pacífico como una oportunidad más para el desarrollo y la sustentabilidad de esta región.
Estas políticas evidencian el fracaso del modelo político nacional, y lo local no escapa de este asunto, pues no contamos en su momento con un liderazgo regional, que asumiera con visión de desarrollo las grandes potencialidades del territorio, los últimos gobernadores, afectos del régimen como de la oposición poseen todos denuncias de dilapidación de recursos que han impedido la posibilidad de generar fuentes de empleo/avances tecnológicos, por el contrario sus logros evidentes son; el incremento de la pobreza extrema y con ello el desempleo y la miseria.
Como si fuera poca nuestra desgracia, el territorio del estado Apure se fue minando gradualmente de la presencia de grupos guerrilleros; FARC-ELN-FBL, el país entero comentaba lo que ocurría en las sabanas llaneras, en sus pueblos/caseríos, en sus ríos, pero no se construyó una posición contundente en contra del avance de estas organizaciones terroristas en nuestro territorio. Dice la periodista Sebastiana Barrraez, especialista en fronteras; “Descuidamos nuestra frontera, no entendimos que era la puerta de entrada a nuestro territorio, y una vez que entraron se extendieron a todo el país.
Entendiendo la presencia de estas organizaciones, como una estrategia del régimen de Chávez y Nicolás Maduro en la ejecución de su proyecto político, esta a la vez ha sido una condena irremediable al territorio apureño a ser dependiente, marginado, en el que se hace estructuralmente imposible el desenvolvimiento pleno de las potencialidades sociales y productivas, siendo inevitable ser una región subdesarrollada, marginal, victima de la pobreza y la violencia.
Ahora bien, el conflicto armado entre las FARC y la Fuerza Armada Venezolana, que se ha desarrollado en la frontera del estado Apure con Colombia, se ha transformado en una crisis con implicaciones no solo locales o nacionales, sino también de alcance regional-latinoamericano y mundial, por la firme posición de Estados Unidos, debido al protagonismo asumido por actores extrarregionales como China, Irán y Rusia, que se disputan su futuro como el de los nuevos equilibrios dentro de América Latina, importándoles poco el apoyo a dictadores y organizaciones terroristas, tensión que escala a repercusiones geopolíticas internacionales, avivadas por las frágiles relaciones entre Vladimir Putin y su conducta amenazante,- y la posición de Estado que mantiene Estados Unidos y el propio Joe Biden, quien lo califica como un asesino, considero correcto añadir que esta crisis se produce en una región profundamente fragmentada, como la latinoamericana, marcada por una heterogeneidad con profundas divisiones, aspecto que explica la falta de una respuesta unánime y coordinada el holocausto venezolano, más allá de la actuación de los países del Grupo de Lima en los dos últimos años, y que ahora con este conflicto militar pone a Colombia siendo miembro de la OTAN, en una posición de mayor interés por tratarse del grupo irregular que por décadas ha aterrorizado esa nación, y que ha encontrado en su vecino un paraíso para delinquir y financiarse, Venezuela se convirtió en un Estado que llena la región con cerca de 4 millones de migrantes, de un total de casi 6 millones de venezolanos que han huido de la dictadura de Nicolás Maduro, teniendo como elemento desbordante la delincuencia y el narcotráfico que se han acentuado en Venezuela.
La reciente Cumbre Iberoamericana, a pesar de ser una instancia que su historia no ha tenido el mayor de los protagonismos, sí muestra una cohesión por parte de los líderes de la región, al parecer han entendido lo que establece el escritor argentino Julio Cortázar: “El único medio de matar al monstruo es aceptándolo”. Latinoamérica no tiene más opciones que aceptar al monstruo en todas sus dimensiones y junto a los aliados internacionales acabarlo, o también se vera perdida y devorada, el liderazgo interno debe plantarse con serenidad-equilibrio y dejar de retarse así mismos preocupados por quien asumirá el mañana, mientras Nicolás Maduro este en el poder ese sueño es inexplorable, el estado Apure y su frontera asediada por el terrorismo y el narcotráfico son quizás la puerta del desenlace final.
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