A primera vista alguien puede alegar que Estados Unidos podría inclinarse en favor del muchacho suertudo de buen Padrino, que lo sigue manteniendo. No es fácil hallar semejante paradoja: un militar que aduce preferencia doctrinaria para tratar en paz a otro país, usando «democracia participativa y protagónica» en contra de la «democracia neoliberal que tratan de imponernos desde el norte», aparte de que «democracia» (que es estrictamente alternante) no es un sello militar.
Desde un ángulo de aproximación a la discusión política es juiciosa la iniciativa de Padrino que introduce consideración doctrinaria en este momento, que es precisamente oportuno. Agachada puede estar la razón protocolar, amparando al rango factual que en el «mandatario» es artificial.
Jefe es jefe, ahora y después de asumido el elegido y a la espera de los cambios sin zumbidos, aun estando detrás Estados Unidos.
Mientras la agrupación de católicos pueda calificarse como decidora más que actora, cabe vislumbrar finos ademes de doctrinas representativas, participativas, protagónicas, neoliberales y posiciones socialcristianas, las del centro y las izquierdistas, que llenaron fluidas consideraciones reverberantes de las últimas reformas constitucionales del país. Pero la población no está para eso, ante la urgencia de reemplazar al gobierno.
Sin embargo, la iniciativa discursiva del general Padrino puede aprovecharse en búsqueda de salida hacia sanas convergencias. En este momento pueden irradiarse aperturas y actitudes que rindan buenos frutos propicios para satisfacer ánimos eclécticos.
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