OPINIÓN

Apoyemos a Duque para salvar a Colombia

por Alberto López Núñez Alberto López Núñez

Colombia se encuentra al borde del precipicio, tenemos un muy corto plazo para impedir que la dictadura del Farcsantismo instaurado con el acuerdo de entrega del país a las FARC se consolide y se instaure irreversiblemente como un paso a la hegemonía del socialismo del siglo XXI. El pueblo votó No a ese acuerdo y eligió a Duque como muralla a esa catástrofe. En efecto Duque nos prometió que iba a ser reformas sustanciales a ese acuerdo, en aras de eliminar la impunidad, elegibilidad y continuación de negocios ilícitos por parte de los narcoterroristas y criminales de lesa humanidad de las FARC.

En su programa de gobierno (https://s3.amazonaws.com/ivanduquewebsite/static/propuestas.pdf) se expresó muy claramente, con las siguientes propuestas:

3. Prohibiremos en la Constitución la existencia del narcotráfico como delito político conexo. El narcotráfico no podrá ser un delito amnistiable en Colombia.

9. Redoblaremos la cooperación y las acciones contra el lavado de activos para acelerar la extinción de dominio sobre activos obtenidos ilícitamente, incluyendo todo aquello que las FARC intenten ocultar.

18. Tendremos la férrea voluntad de actuar de manera decidida contra la impunidad, asegurando que los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad no puedan aspirar a cargos de elección popular, luego de un proceso de desmovilización, desarme y reinserción, sin haber cumplido una pena efectiva y proporcional.

Además en su discurso luego del triunfo en la segunda vuelta reafirmó que “modificará los acuerdos de paz con las FARC sin romperlos” (https://elpais.com/internacional/2018/06/18/colombia/1529351991_715042.html).

A casi un año de gobierno vemos con profunda tristeza que nada de estas promesas se está cumpliendo. Por el contrario, el gobierno a través de su Alto Comisionado Archila, enfatiza casi a diario que el Acuerdo Santos- Timochenko se está cumpliendo, y sí, efectivamente se está cumpliendo al pie de la letra.

Es que el legalismo leguleyo de Duque, su exagerado tono conciliatorio con la izquierda y su debilidad a enfrentar el aparato ideológico e institucional del marxismo cultural enquistado en el “régimen” narcoterrorista colombiano, le impide cumplir con sus promesas electorales.

Está claro que el narcoterrorismo comunista domina absolutamente las Altas Cortes que con sus 2 carteles, el de la Toga y el de la Coca, les ordenan fallar en contra de la justicia y a favor del narcoterrorismo desde sus cúpulas, dándole impunidad y elegibilidad al alto mando narcoterrorista de las FARC, pasando por eliminar la separación de poderes, al actuar como poder absoluto al tomar competencias de los poderes Legislativo y Ejecutivo para defender intereses del narcoterrorismo, hasta asegurarle el mercado al microtráfico al protegerles sus nichos de mercado como son los parques y  alrededores de centros educativos, en donde en defensa de un principio del marxismo cultural, el libre desarrollo de la personalidad, se atenta impunemente contra la vida de niños y adolescentes.

Igualmente el Congreso está plagado de ratas corruptas o de ideología afín al narcoterrorismo comunista, ejemplificadas por Santrich, Cepeda, Avella, los Robledo, y en general toda la izquierda (FARC, Polo , Colombia Humana y Verdes) , pero también por seres miserables por su abyecta conducta, como Roy y Benedetti, pero de la que no se salvan los liberales discípulos de Gaviria y los de Cambio Radical de Vargas Lleras, quienes por su síndrome de abstinencia de mermelada (la cual es solo psicológica, pues Duque se la ha mantenido intacta en todos los niveles de gobierno desde el alto gobierno, cuerpo diplomático hasta todos los institutos en las regiones, con la loable excepción de Prosperidad Social, en donde Susana Correa es la única que ha hecho lo que deberían hacer todos, gobernar con los suyos), prefieren entregarle el país al narcoterrorismo que apoyar al gobierno de Duque.

El presidente Duque está, pues, maniatado por los poderes Legislativo y Judicial para cumplir sus promesas electorales. Pero hay salidas constitucionales, democráticas, legales y legítimas para que Duque se zafe de ese chaleco blindado, por ejemplo, el estado de conmoción y el llamado al pueblo a derogar mediante referéndum el acuerdo de entrega del país a las FARC.

Por ello la paradójica propuesta del título de este artículo, hay que apoyar a Duque en su esfuerzo de cumplir sus promesas, aupándolo a ejercer las salidas que la Constitución le da para derogar la dictadura del farcsantismo, presionarlo para que entienda que es aliándose con su base electoral y no siendo tímido ante la ofensiva de las cúpulas podridas del narcoterrorismo que podrá salvar a Colombia de su derrota ante el socialismo del siglo XXI; en fin, de pasar a la historia como el estadista que salvó la república y no el Kerenski colombiano que permitió la entronización del comunismo.

Los ex presidentes Uribe y Pastrana, los partidos CD, Conservador y Evangélicos, la academia, los gremios, los sindicatos, la Iglesia Católica, la sociedad civil, como un solo colombiano deben actuar para hacer efectivo ese apoyo a Duque contra la dictadura del narcoterrorismo comunista, convocar al pueblo al referéndum derogatorio y trazar la ruta de una Colombia democrática, justa y próspera para el siglo XXI.