OPINIÓN

Apoyados en la punta del bordón

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

Una lectura apremiante me inspiró para el artículo de esta semana de forma muy especial. Subyacen inmersos en el milagro de la vida algunos fenómenos tipo bordón, aunque no sea el término propio que se use en cada caso, me parece pertinente la asociación. La imagen de un anciano bendiciendo sus generaciones, apoyado en uno de los extremos de un bastón, que posee una altura superior a la suya. Luego, escucharlo expresar agradecimiento por lo vivido entre sus últimos suspiros, embarga de esperanza mi vida, y trae a memoria esos pequeños fenómenos que permiten el plegamiento de proteínas y por ende la especificidad funcional de dichas estructuras en el organismo. Pensar en la vida desde lo atómico-molecular hasta lo intangible-espiritual, como un conjunto de interacciones sostén unas de otras, me complace en sobremanera.

Qué hace que un anciano utilice su última racha de fuerza, para inspirar a su progenie a través de palabras de bendición, aliento y beatitudes. Cómo es tan inmaterialmente importante esto, que los hijos no alcanzamos a olvidar nunca esas últimas frases, aunque el tono de voz de nuestros predecesores sí se pierde en el tiempo. De dónde salen esas cesantes fuerzas de agradecimiento con que un individuo respira y expira frente a quienes les aman. En qué se piensa realmente cuando ha llegado el momento, si es que da el tiempo de pensar, son cosas que revolotean en mi mente curiosa.

Una alabanza con la vista al cielo es la mayor ofrenda de adoración ante el agradecimiento natural, de quien ha vivido y pudo dejar algo bello en su camino. Nada nos separa de nuestro legado si aun después de muertos las obras testifican de la fe, si hubo valentía y apresto para enfrentar las luchas cotidianas, fuerzas restauradas de las flaquezas, resurrección entre sepulcros y fuegos de cenizas húmedas de llanto. Después de hazañas como esas grandes historias se hilan con seguridad.

Salta a mi mente como pillo de frontera una vez más, la imagen del anciano casi sin fuerzas, dando lo último que su organismo le permite para declarar una bendición en aquellos que le sobreviven. La sola imagen deja una huella imborrable, pero cuál será el bordón que se escoja llegado el momento, será una idea, una persona, una amargura, amor, creo que resulta una pregunta difícil de responder porque seguro se confronta con la realidad que sustenta ahora, y que probablemente se mantenga en el tiempo.

Elegir un bastón acorde con el legado y las obras que deseamos testifiquen después de nuestra existencia, puede ser una tarea interesante de autoanálisis y reinvención. Definitivamente, un último respiro es suficiente para el final, selecciona el bordón que afirme tu fe y sostenga tus últimas fuerzas, para llegado el momento, poder mirarlo por encima de tu estatura tan firme como al principio.

@alelinssey20