OPINIÓN

Años perdidos

por Argenis Gadea Argenis Gadea

Hace mucho tiempo, el sumo sacerdote, el cabecilla, el creador (hoy extinto) de todo el desastre que vive sumergido Venezuela hace 25 años, Hugo Chávez, dijo que los partidos políticos y su gente, es decir, adecos y copeyanos, eran responsables de las desgracias que se vivían en el país. Que se deberían freír sin contemplación en sartenes hirvientes; haciendo con ellos grandes comilonas con los sesos de esos politiqueros, luego de ser desalojados a patadas de sus oficinas. Que se tenían que hacer cárceles más grandes para encerrar a todos los ladrones y socios de la oligarquía y que el pueblo reclama venganza por todo el desastre en todos los puntos vitales de la sociedad venezolana. Dicho esto, imaginemos qué podemos hacer con lo que tenemos hoy en Venezuela, donde los principales valores para un político, que son el honor, la honradez, la austeridad y la igualdad ante la ley, se han ido al traste. ¿Qué podemos hacerles a estos narcopolíticos? Que han destrozado la nación volviéndola una nación mediocre donde el producto de exportación han sido delincuentes. 

¡Patria, socialismo o muerte! Era el mantra que empezó a repetir el extinto y supuesto biznieto de Maisanta (Pedro Pérez Delgado). Como sabemos, todo era un cuento más de Chávez. ¿Qué es la patria? ¿El territorio o las personas? Y hablar de socialismo en estos tiempos es como querer vivir como se vivía en el siglo XV. ¡Seremos como el Che! ¡Seremos como Chávez! ¡El hombre nuevo! ¡Los hijos de Chávez! Son frases que también se empezaron a decir en Venezuela, cosa que para cualquier persona sensata le resultaría de una chifladura descomunal. Dicen que las especies que se adaptan a los cambios son las que sobreviven. Pero en el caso de Venezuela sería terrible si los venezolanos que están adentro y afuera del país nos adaptamos y nos acostumbramos a que él maneje el país como el cabecilla de una banda de hombres que no tienen el mérito de manejar ningún recurso y ser modelo de nada. Si el diez de enero Maduro hace su teatro delante de una supuesta Asamblea Nacional, ¿pasaremos a ser una republiqueta con algunos habitantes fingiendo que todo está bien? No se sabe, pero solo sería cuestión de tiempo. Nuestro conflicto nacional no se trata ahora de que algunos hombres no quisieron defender la democracia; que se cometieron errores gigantescos y que, así como los rusos tuvieron un Pedro el Grande, nosotros con nuestra versión caribeña tuvimos al Pedro el Breve, que duró unas horas en el poder. 

Nuestro conflicto nacional es que primero estamos invadidos por la maléfica mafia llamada revolución cubana, que desde hace mucho tiempo entendió que el narcotráfico es una fuente de financiamiento excesivamente próspera y rápida; y segundo, es que Maduro es un hombre preparado en Cuba; entonces no podemos esperar más de lo que se está viviendo en Venezuela. ¿Quién no sabe que el señor Edmundo Gonzales ganó? Hasta ellos mismos saben que perdieron y por mucho. Pareciera que nosotros los venezolanos estamos destinados a vivir entre ilusiones, fechas y mitos. Ahora, en las puertas del 2025, estamos decepcionados y otros porque ilusionados que la fecha límite es el diez de enero. Que van a negociar y que tienen que negociar, que se van antes del diez, que, si se quedan luego del diez de enero, ahora son unos dictadores (como si no lo fueran ya), que Maduro está asustado, que Cilia Flores tiene días que no duerme, que Padrino López está cansado de Maduro, etc. Y así nos va a los venezolanos con el mismo cuento. Con el mismo cuento se ha perdido años. ¿Quién le va a devolver todos los años que llevan presos injustamente todos los presos políticos en Venezuela? ¿Los años que llevan afuera de su país todos los venezolanos que decidieron escapar de la miseria y la mediocridad? Para un historiador, 25 años es solamente un suspiro, pero para un país tomado por pequeños seres que se comportan y actúan como malandros de barrio con el dinero y las armas de la nación, es devastador. El tiempo pasa rápido y es lo único donde todos somos verdaderamente iguales; se acerca el nuevo año. Cada día la humanidad se acerca más a hacer viable vivir en Marte; los avances tecnológicos en el mundo son cada vez mayores. Ya estamos cerca de conseguir la cura para el Alzheimer y algunos tipos de cáncer y, mientras tanto, nosotros estamos perdiendo el tiempo con unos bananeros narcotraficantes borrachos de poder.