*Este artículo contiene spoilers
El desarrollo de Anora, la película ganadora del Oscar de Sean Baker, se divide en tres partes.
En la primera vemos a Anora, el personaje principal, demostrando su absoluta e irreverente libertad en su vida como stripper, plena de colores brillantes —los colores en esta película son esenciales para la trama—, sonrisas y excesos. Pero su rebeldía en cada fuck guarda algo de una ingenuidad que le jugará en contra y también sacará a relucir su verdadero problema: está sola y rota por dentro.
Iván, el hijo de un millonario ruso, queda fascinado con ella cuando acude al club donde trabaja, entonces le pide ir más allá. Pagarle grandes cantidades de dinero a cambio de compañía y sexo. No profundiza el director en los problemas económicos de Anora, solo nos muestra que vive en una casa compartida y que el club donde trabaja no le garantiza ningún seguro. En principio, a ella solo le interesa el dinero, pero a medida que conoce a Iván cree que podría enamorarse de él, que desde el inicio da cuenta de su actitud infantil al pasar días enteros jugando videojuegos en la lujosa casa de su padre, consumiendo drogas y organizando fiestas a las que invita a Anora.
La explosión de colores se amplía cuando ambos viajan con un grupo de amigos a Las Vegas. Allí se quedan en un hotel lujoso, tienen sexo frenético, siguen tomando drogas y, de repente, Iván le sugiere a Anora que deberían casarse. Ella se lo toma como un juego hasta que él la mira seriamente e insiste. Hasta aquí, incluido el matrimonio improvisado en la Ciudad del Pecado, Baker ha representado la vida acelerada de la actualidad y sus banalidades: las conexiones amorosas sin compromiso, la irreverencia sin causa, los excesos con las drogas y el alcohol, el despilfarro…
Segura de que tiene un esposo y la vida resuelta, se va a la mansión del padre de Iván obviando que su compañero no hace nada con su vida más que ir a fiestas y jugar videojuegos. Su ingenuidad le impide ver que ni siquiera conoce a sus padres y que no sabe más nada de su vida salvo que proviene de una familia rica y que se ríe casi de cualquier chiste.
Entonces comienza la segunda parte del filme, en la que reinan los colores tenues, el sexo frenético y las drogas se acaban y la trama se ralentiza. Porque cuando la familia de Iván descubre que se casó con una stripper, Toros, una suerte de guardaespaldas torpe, acude a la casa para llevarlos a anular el matrimonio. Iván, el infantil Iván, huye corriendo y deja a su esposa sola. Toros y dos guardaespaldas —aún más tontos que él— emprenden una búsqueda que podría costarles el empleo luego de convencer a Anora de que los ayude tras una pelea en la casa que es una de las escenas más divertidas y magistrales de la película.
La búsqueda será larga y desesperante y llega entonces la tercera parte de la trama, en la que los colores se vuelven oscuros y, ahora sí, Anora, dándose cuenta de que Iván la dejó sola, se siente traicionada y nuevamente sola. Igor, uno de los hombres de Toros que irrumpió en la casa, trata de consolarla pero ella, que no olvida que la amarró para que no escapara, le demuestra su desprecio.
Cuando dan con Iván, se encuentran con un muchacho completamente drogado y sin embargo lo llevan al ayuntamiento para anular el matrimonio, pero como había sido registrado en Las Vegas tienen que viajar de nuevo. Anora intentará sin éxito hablar con Iván para que la defienda y sostenga su unión hasta el final; pero en realidad a él no le interesa, su idea solo era divertirse jugando con ella y lo dejará claro al momento en que viajan en avión junto a los recién llegados padres de Iván, que, por la manera en que tratan a su hijo, hacen inferir que no es la primera vez que comete una gracia similar.
Anora ve sus sueños derrumbarse frente a ella y llega un momento de la historia que yo llamaría un epílogo más que una cuarta parte, porque la protagonista sufre un cambio radical de regreso a la casa donde vivía con su esposo —que debe desalojar al día siguiente— acompañada por Igor, que sigue intentando consolarla.
Ambos sostienen una conversación incómoda por la posición grosera de Anora —justificada, porque Igor, aunque sin malas intenciones, la había atacado antes— y los tratos amables de Igor, pero cuando se van a dormir, ella regresa a la sala y le da algo para que pueda cobijarse. Anora sabe que durante todo el trayecto entre la traición de Iván y la anulación del matrimonio el único que la apoyó fue Igor.
Al dejarla en la casa en que vivía antes de casarse, Igor seguirá tratando de apoyarla y Anora buscará compensarlo seduciéndolo, pero en el fondo siente un odio brutal a los hombres por lo que le ha hecho su exesposo, y entonces abraza a Igor para, por fin, llorar y sentirse quebrada.
He contado los puntos esenciales de la trama porque Anora debe ser vista en todo su panorama, no enfocarse solo en su primera parte de sexo frenético y drogas, como se ha vendido en pósters y en redes. Esta película es una lectura a los tiempos líquidos que vivimos, citando a Bauman, en la que los jóvenes conocen a alguien, se vinculan rápidamente y en poco tiempo todo acaba.
Baker lo lleva más allá con el matrimonio, que se supone es un compromiso de por vida pero acá vemos que es tal la banalización de los valores que incluso una unión así puede pasar por diversión, como lo ve el joven rico Iván, o como un escape de la pobreza, como lo ve la ingenua Anora. A ellos se suma la pusilanimidad de Toros y la superficialidad de los padres de Iván. Queda solo Igor, el único personaje en esta historia que hace algo por alguien.
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