OPINIÓN

Año 2023, antesala del cambio

por Emiro Rotundo Paúl Emiro Rotundo Paúl

 

El fallido proceso político, económico y social que comenzó el 22 de febrero de 1999, hace ya 24 años, con el inicio del ejercicio presidencial de Hugo Chávez Frías, ha llegado a su punto culminante y, para el bien de todos, debe concluir en diciembre de 2024. Resultaría funesta su prolongación hasta el año 2030, cosa que sucedería si Maduro ganara las elecciones presidenciales del año que viene. La inmensa mayoría de los venezolanos es consciente de ese grave peligro y de la imperiosa necesidad de evitarlo. Para ello se requiere un amplio triunfo electoral de la oposición en 2024. Algo tan fundamental como eso, que se lograría sin dificultades en un sistema político democrático como el que teníamos antes de la llegada de Chávez, resulta hoy muy difícil de alcanzar dadas las características autocráticas del régimen y la profunda crisis existencial del liderazgo opositor.

Dada esa lamentable realidad, la posibilidad de lograr el triunfo de la oposición en el año 2024, depende de situaciones sobre las cuales ella no tiene suficiente control. Se trata de eventos propicios que, si se dieran, levantarían la moral del pueblo venezolano induciéndolo a participar masivamente en el proceso electoral. Las ansias de lucha y participación de la gente no han muerto, están embotadas por los continuos fracasos, la desacertada conducción de la lucha antichavista y la profunda desunión del liderazgo opositor. Solo requieren condiciones favorables para ponerse nuevamente en acción, como ocurrió en el estado Barinas en enero del año pasado, cuando ciertas circunstancias propiciaron la unidad opositora para lograr un gran triunfo electoral que el régimen, con todo su poder y sus mañas, no pudo invalidar.

Para que algo similar ocurra a nivel nacional en 2024 deben darse situaciones similares a las de Barinas, pero con mucho mayor alcance. Tres de ellas situaciones que están a la vista: 1) que se realicen correctamente las elecciones primarias de la oposición, programadas para el 22 de octubre del año en curso; 2) que haya una gran afluencia de votantes a las mismas y 3) que el candidato o candidata que resulte ganador(a) de las primarias genere un amplio apoyo popular. Si esas tres condiciones se dan, originarían un gran entusiasmo popular y una fuerte presión sobre los otros candidatos que no participaron en las primarias para que declinen sus candidaturas en pro de la unidad nacional. En un ambiente colectivo de tal naturaleza, difícilmente esos candidatos desoirían el llamado. Así se lograría la unidad opositora por la vía de los hechos cumplidos, saltando la división y la discordia. Dada la grave situación del país y el deseo mayoritario de salir de ella, un horizonte de sucesos como el que hemos pintado anteriormente pudiera realmente ocurrir.

Esas son las posibilidades visibles en la actualidad. Pudiera haber otras que no se vislumbren todavía. Ni unas ni otras serán de fácil realización porque el margen de maniobras del régimen y su músculo financiero son poderosos y de largo alcance. El chavismo puede comprar conciencias con tanta facilidad como cualquier persona compra pan en una panadería. Solo el buen juicio, la intuición y la experiencia adquirida por el pueblo venezolano en todos estos años de lucha contra semejante adversario pueden lograr que el ciudadano común, el venezolano de a pie, entienda con claridad lo que está pasando y actúe adecuadamente en esta difícil coyuntura. Confiemos en ello.

Estamos sujetos, pues, a eventualidades posibles, pero contingentes. Eso es común en los momentos de crisis políticas y sociales en los que predominan la confusión y el caos. Sin embargo, la historia nos muestra que esos momentos críticos pueden ser superados por comportamientos colectivos insospechados que terminan por enderezar el rumbo de los acontecimientos. Podemos pensar que las circunstancias difíciles por las que hemos pasado los venezolanos durante todos estos años hayan abonado la conciencia colectiva en el sentido antes expuesto. Ya hemos visto casos semejantes en oportunidades anteriores, como el proceso imprevisible que ocurrió unos meses antes del 23 de enero de 1958, que permitió la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez cuando nadie lo esperaba. Tengamos fe y actuemos con valor y decisión en todo aquello que nos corresponda hacer en las actuales circunstancias.