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Anglosajonia

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En la noche del 27 de julio de 1822, Bolívar celebró un banquete para agasajar a San Martín. En Madre Patria, Marcelo Gullo refiere que ambos personajes guardaron el más estricto secreto de lo conversado, pero cita la obra teatral Guayaquil, del argentino Pacho O’Donnell, que pinta a un angustiado Bolívar que pregunta a San Martín: «Entonces, José, ¿para quién hemos trabajado?». Y responde San Martín: «Para los ingleses, Simón, para los ingleses…».

Y ahí seguimos, con Sánchez y el que venga, trabajando para los ingleses, que hoy son los hijos de la Anglosajonia.

–Reino Unido alecciona a sus súbditos para aprovecharse de la sanidad española –leemos ahora en el periódico.

Anglosajonia es una depredación liberal, en cuyo mundo, decía Santayana, que era de Ávila pero que vivió en Anglosajonia, todo está velado e impregnado emocionalmente por una especie de música, ésa que nos ponen para movilizarnos para sus guerras. Según él, el liberalismo (entre los ismos que aún nos está permitido mencionar) tiene un propósito, la prosperidad, que puede que sea el ideal del pobre, o puede que sea el ideal del rico.

–El de mi padre era el liberalismo del pobre amargado; el liberalismo del anglosajón dominante es el del rico alegre. Esto da un color diferente a su ideal común de prosperidad.

Al enemigo no lo escoge uno, sino que es escogido por él, aprendimos de Schmitt, para quien el liberalismo disuelve el concepto de enemigo, por el lado de lo económico, en el de un competidor, y por el lado del espíritu, en el de un oponente en la discusión. Y los españoles fuimos escogidos por Cromwell, en su discurso de 17 de septiembre de 1656: «Why, truly, your great Enemy is the Spaniard? Es un enemigo natural. El español es vuestro enemigo, su ‘enemity is put into him by God’. Él es ‘the natural enemy, the providential enemy, y quien lo tiene por un ‘enemigo accidental’ es que no conoce las Escrituras».

Con motivo de la Hispanidad, la cultura anglosajona ha puesto otra vez a desfilar, al son de una campanita, «como el viático en España», a todos los tontos útiles y compañeros de viaje que en el mundo son («Agradezco a Jill Biden, que asiste con la representación del presidente de los Estados Unidos de América, que nos haya acompañado en la toma de protesta», tuiteó la señora Sheinbaum, que aspira al título de Pocahontas del Sur que otorga el país que le robó más de la mitad del suyo). Aventando la cizaña, comunistas y separatistas, tanto naturales como de importación. Los comunistas nunca han sido gentes de luces (aquí aún pasan por hitos intelectuales Semprún o Claudín). Y de los separatistas nos queda el retrato de esta anécdota recogida por Jesús Laínz: «Cuando Carlos IV visitó Barcelona en 1802, hubo próceres locales que reclamaron el privilegio de sustituir a los caballos para tirar ellos de la carroza real».

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