Las elecciones alemanas de este 26 de septiembre señalan de alguna manera la conclusión de un histórico período de 16 años marcado por la figura de una estadista de dimensión mundial, Angela Merkel.
De ella ha dicho Hajo Funke, politólogo y profesor en la Universidad Libre de Berlín, que “tiene desde hace años un nivel de estima como nunca tuvo ningún político con tanto tiempo en el poder”. Hurgar en las razones de esa estima revela las facetas de una personalidad ejemplar. Convergen, de hecho, en ella esas condiciones con las que mejor definimos el liderazgo, el ejercicio digno y constructor de la política, la mejor dimensión del estadista.
Alemania conducida por Merkel ha vivido un prolongado período de estabilidad, crecimiento económico, reducción de la deuda y mejoramiento de las políticas sociales. Ha sido, además, un tiempo de consolidación de su liderazgo, tanto dentro como fuera de la Unión Europea. El mundo tuvo en ella la voz de la sensatez, del equilibrio, del pragmatismo, de la visión global con respeto por la diversidad y con efectivo ejercicio de la solidaridad. Su habilidad política fue clave para la Unión Europea, especialmente para mantener a lo interno las políticas de austeridad y disciplina sin desconocimiento de las diferencias.
El diálogo con el mundo tuvo en ella un portador abierto a la cooperación, pero firme en los principios, dispuesto a escuchar, pero también a hacerse oír, a dejar constancia de los acuerdos, pero también de las diferencias. “No aceptemos mentiras como verdades. Ni tratemos la verdad como mentira”, diría Angela Merkel al recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Harvard.
No fueron pocos los frentes a los que la canciller Merkel tuvo que atender: de la unidad de Alemania al fenómeno de las migraciones, del cambio climático a las nuevas energías, de la tecnología al empleo, de la sustentabilidad de los modelos económicos a las aspiraciones de la gente. Su aporte en todos ellos fue de visión, de previsión, de prudencia, de solidaridad, de sentido de responsabilidad compartida, de confianza en la ciencia y sus posibilidades.
La apertura de las puertas de Alemania a los refugiados a partir de 2015 le enfrentó a duras críticas. “Les ayudaremos y acogeremos a aquellos que necesitan protección (…) la inmigración nos beneficia a todos”, aseguró la canciller en respuesta más humanitaria que política. Ese mismo sentido de solidaridad volvió a hacerse presente a la hora de presentar y aprobar el paquete de ayuda poscovid financiado a través de deuda común de los 27 miembros de la UE y que beneficia a países como España o Italia. “La respuesta es que Europa tiene que actuar junta. El Estado nación por sí solo no tiene futuro… A Alemania solo le irá bien si a Europa le va bien”, afirmó Merkel entonces.
Con su actitud de apertura a la crítica y su capacidad de escuchar, pero simultáneamente de guiar, de decidir, de exigir participación y responsabilidad, Merkel advirtió a todos del valor de los principios y del peligro de las desviaciones y de las concesiones del populismo, el acomodo circunstancial o la renuncia a los derechos. Y cuando arremetió el covid no dudó en advertir: “Todos somos vulnerables” y de calificarlo como el mayor desafío que habría enfrentado Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial. Su manera realista, directa y clara de abordar el problema generó confianza y estimuló el sentido responsabilidad y solidaridad de los ciudadanos
Cuanto más se acentúe el momento de la humanidad que vivimos, en el que nada escapa al cuestionamiento y en el que todo anuncia cambios sustanciales en la vida y en las relaciones, tanto más, con seguridad, aspiraremos a un modelo de liderazgo como el representado por Merkel: sereno, apegado a la verdad, generador de confianza, con capacidad para armonizar, lograr acuerdos, construir bienestar en libertad. La canciller alemana es ya una referencia. Si los estadistas se caracterizan por la capacidad para prever los acontecimientos futuros y mitigar sus efectos adversos, Merkel se integra al grupo con honores.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional