Sex and the City marcó una época en la televisión y un hito en la historia de los personajes femeninos en la pantalla chica. Ahora, And Just Like That, su nuevo capítulo, que se estrena en HBO Max esta semana, trata de recuperar el fenómeno. Pero para bien o para mal, el argumento original envejece con gracia y admite pocas reinvenciones. O al menos, no alguna que intente desvirtuar la fantasía central de la premisa.
La imagen permanece brillante y cristalizada en melancolía en la cultura pop: Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) contempla el mundo –esa Nueva York inmensa que se extiende a sus pies– y se asombra por esa cualidad radiante del mundo, su mundo, el mundo que se entrelaza con algo más sofisticado. Carrie pertenece a otro estrato de la realidad, uno en que la búsqueda del amor lo es todo, pero también la realización personal envuelta en cierto aire de casi agresiva belleza idílica. La luz llega, un amanecer dorado y Carrie observa, contempla. Para su primer capítulo, Sex and the City dejó claro que la percepción sobre lo femenino era una ruptura de esquemas. También, un recorrido profundo y amable a través de curiosas ideas sobre la identidad, que hasta entonces pocas veces se habían tocado en la televisión.
Sex and City marcó una época en la historia del entretenimiento. Una, en que la serie exploró la vida de sus personajes femeninos desde un punto de vista curioso, levemente subversivo y también, con una dosis de humor cínico que marcó un antes y un después en la idea sobre lo femenino como contexto. Con todo su aire de fantasía fabulosa, el programa también hizo hincapié en el interés de narraciones sobre mujeres, contadas por mujeres. En especial, con un sentido del escapismo y libertad que logró convertir al programa en algo por completo distinto a los dramas habituales.
Uno de los puntos altos del show fue crear la sensación de que sus personajes eran rupturas del estereotipo. Lo fueran o no, tomó la decisión de apartarse de la idea usual del romance, el sexo en la vida de las mujeres contemporáneas. Eso, con una considerable dosis de humor negro. La impronta más reconocible de uno de los programas más emblemáticos de la década de los noventa.
And Just Like That, que se promociona como una continuación inmediata a la historia, se sostiene sobre ideas semejantes. Pero es notoria su intención de cautivar a una audiencia distinta, con inquietudes distintas. Además, claro, de atraer a la antigua que siguió el show a través de seis temporadas y dos películas. El resultado es mixto. Por un lado, se trata de una mirada renovada al grupo de amigas y cómplices, encabezadas por Carrie Bradshaw, de nuevo encarnada por Sarah Jessica Parker. Por otro, es una especie de reinvención de un concepto que, en realidad, no admite del todo revisiones. And Just Like That está muy interesada en ser atractiva para todos los públicos. Eso, a pesar de su condición de revival y en especial, de punto de encuentro para una historia muy específica.
Margaritas, Manolos y un podcast
Sex and the City siempre fue una fantasía deslumbrante, una ventana hacia un mundo formidable y un sueño sublimado. Su argumento siempre encontró la manera de mantener el interés en medio del lujo y una vida ideal. El cuarteto protagonista era lo suficientemente atractivo y complejo para alejarse de la definición más llana de superficial.
And Just Like That retoma el centro del argumento e intenta hacer lo mismo, sin tanta habilidad. De nuevo, el programa muestra el mundo femenino que explora las relaciones modernas. Pero en esta ocasión, añade un innecesario sentido de la justificación. El guion pasa un buen rato dejando claro por qué era necesario el regreso de esta historia, un nuevo capítulo cuando ya todo parecía estar dicho; ¿queremos saber más sobre el viejo cuarteto de amigas?; la respuesta inmediata podría ser sí. Solo que ahora falta un integrante y los intereses son distintos.
Si antes todo era modélico hasta el punto del absurdo, los productores decidieron brindar un poco de realismo. Lo que incluye un nuevo podcast con cierto comentario político, una visión más amplia del mundo de los personajes y nuevos intereses. También una muerte, que, en este universo exquisito y sofisticado, resulta inquietante y extraño.
¿Funciona algo semejante en el mundo de Sex and the City?; en sus mejores momentos And Just Like That logra reflejar la intuitiva y traviesa visión de la original. Esa sensación de complicidad, de ser una gran carcajada despreocupada y con un astuto sentido de la pertenencia. En los bajos, se echa de menos el sentido del humor negro y la simple posibilidad de contemplar una vida idílica sin complejos.
Para bien o para mal, And Just Like That es todo lo que Sex and the City no pudo ser. Y eso implica un programa más apegado al realismo de lo necesario en su formato. ¿Ayuda eso a comprender mejor el universo de la original y toda la saga que vino después?; algo está claro: Carrie y sus amigas (las viejas y las nuevas) siguen siendo motivo de interés. Y la serie lo demuestra.