Justo cuando se estudia el promedio de los análisis políticos, bien sea de manera específica de un país o del panorama internacional, se capta que las investigaciones expuestas se manejan de acuerdo con lo políticamente correcto, o la información oficial, tales como encuestas, datos políticos, sociales o económicos, tendencias, investigaciones de diferentes ámbitos, estudios de opinión de autoridades o instituciones oficiales, bien sea a favor o en contra de un gobierno.

Pocos son los análisis políticos internos o internacionales, con criterios o juicios acertados, eso resulta lamentable y explica por qué no se hacen estudios objetivos a tiempo, para detener regímenes autoritarios, o en el mejor de los casos situaciones de crisis políticas, médicas sanitarias, militares o económicas que pudieran haberse evitado con muchísimo tiempo de adelanto y previsión para los distintos correctivos, dentro o fuera de las fronteras, para así lograr desarticular, situaciones que puedan evitar la pérdida de vidas humanas, tiempo, dinero, daños al ecosistema, situaciones perjudiciales, entre muchas cosas.

Por ejemplo, se pudiera prever la instalación de un autócrata, si se sistematizaran y expusieran índices, datos de investigaciones no oficiales o no públicos en contraste con las que sí lo son, que van a orientar a la sociedad sobre los peligros de esas tendencias e inclinaciones de las encuestas, investigaciones, opiniones y movidas de escaños o políticas públicas, efectos o resultados de la situaciones económicas a las que se está dirigiendo una nación, ya que siempre los análisis no deben tener ningún interés o compromiso político, que es un derivado del interés económico con el caso en concreto.

Por ello, resulta una pena que los análisis de la política exterior o política interna siempre den de qué hablar, cuando el mal ya está hecho o en pleno desarrollo o en escalada de un conflicto, debido a que se hacen precisamente por encargo de algún interés particular de un grupo de presión con el dinero suficiente para impulsar dichos análisis o estudios con juicios previos y de acuerdo con una tendencia; el colmo es que generalmente los análisis son hechos con dinero público.

Los procesos electorales, manipulados o bajo la injerencia u operaciones externas, que generalmente se suelen descubrir a posteriori, son una prueba de que los análisis políticos no están a la altura ni su objetividad; los profesionales del área no tienen ninguna experiencia, mucho menos olfato, por llamarlo de alguna manera; otro detalle es aspirar a usar inteligencia artificial para generar estos trabajos de mucho instinto y perspicacia, conocimiento, libertad de pensamiento y entendimiento social.

En ese sentido, en el caso electoral, la experiencia indica que una nación cuya población tiene problemas económicos es más proclive a votar por líderes populistas con propuestas dirigidas a captar los votos de los descontentos.

Otro ejemplo sería la lucha contra las enfermedades crónicas, que se hacen estudios para paliar sus patologías, pero ningún esfuerzo por prevenirlas, ni en la alimentación, ni en la conducta, ni en la psicología, mucho menos en el ambiente donde se desarrollan, ni en ninguna otra dimensión.

En conclusión, cuando se analiza la política internacional o nacional, bajo simples datos oficiales o públicos, incluso, por muy específicos y precisos que puedan ser, es más que prueba suficiente que los resultados no van a estar a la altura de los requerimientos y prevenciones necesarios, bien sea para detener, prevenir o impulsar un plan, propósito o intención que exija el momento, pues se necesita de la interpretación de esos datos en paz y plena  libertad, entendida esta como libertad de pensamiento, donde no intervenga ningún interés económico particular.

Así que, en perspectivas generales, se está frente análisis públicos, pueriles que nunca vienen a evitar tragedias humanas o económicas o de cualquier índole, por los llamados, grupos de presión que son parte del mismo sistema, es decir, gobernanza y grupos de presión, son ambos caras de la misma moneda, siendo estos, los que imponen puntos de vista, tendencias, modas, matrices de información, sesgos, prejuicios e intereses particulares a través precisamente de los medios.


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