El pragmatismo que ha mostrado el gobierno de Venezuela pareciera no tener límites, y, de alguna manera, pareciera que está dando resultados.
Ya el tema de la flexibilización de sanciones petroleras está sobre la mesa. El gobierno dice que trabaja sobre eso; los petroleros privados venezolanos solo hablan de eso y desde Estados Unidos, hay un sector que vería con buenos ojos una apertura para Venezuela. Y después del “puñito” de Biden con el príncipe, en Arabia Saudita, por qué no especular con un “puñito” con Maduro.
Pero es un paso adelante y otro para atrás; por un lado, pareciera que hay un compromiso en ciernes de alinearse con Estados Unidos proveyendo petróleo a los aliados, y por otro, se juguetea con los enemigos de Estados Unidos, que son Rusia e Irán. Tal vez ese sea el estilo de negociación del chavismo; pero sigue pareciendo una estrategia arriesgada.
Claro que hasta que no se declare la guerra, y esta se mundialice, a nosotros no nos van a obligar a tomar partido. Pero eso viene, eso va a ocurrir, y el pragmatismo indica que deberíamos quedarnos con los aliados.
Pero dentro del gobierno mismo hay fuerzas antinorteamericanas que no ven bien ni siquiera la oferta que hacen Maduro y Cabello de volverse proveedores de petróleo. Claro que sería más potable si fuera a Europa que a Estados Unidos. Pero no se sabe.
Este primer semestre ha sido todo de especulaciones sin ningún resultado concreto y seguimos en un limbo petrolero, porque en Estados Unidos son más los que se oponen que los que apoyan aliviarnos sanciones; y las elecciones de medio término están a la vuelta de la esquina. Pero insisto, después del “puñito”, todo es posible.
Y si el gobierno se orienta al pragmatismo, bueno, los “gringos” son expertos en eso. Lo que no está claro hasta donde podrán, desde la Casa Blanca, intervenir en la justicia y en el congreso.
Pese a que, de hecho, en la práctica, en Venezuela, ya estamos en la economía pospetrolera, pareciera que los actores económicos aún no se han dado cuenta, y todas las expectativas siguen alrededor del petróleo, tanto por las sanciones, como por la producción. Nos ponemos contentos con cada rumor de levantamiento, y nos entristecemos cuando no ocurre. Hasta ahora, todo ha sido tristeza.
Ya más o menos está claro que entramos en una inercia en la cual los cambios mayores (emisión de acciones, devolución y venta de empresa) están postergados hasta nuevo aviso, y que nada llamativo va a pasar en lo económico. La “zanahoria” que nos mueve está alrededor del petróleo, cuando sabemos que eso podrá dar algún oxígeno al gobierno, pero que no reactivará la economía.
Porque la reactivación y su potencial, está en manos del sector privado…de las empresas privadas. Por eso, desde hace tiempo insisto en que el sector privado, a través de las cámaras, debería emprender la elaboración de un plan estratégico para Venezuela, identificando, con los pies en la tierra, las fortalezas, las debilidades, cuáles son las oportunidades y qué es lo que nos impediría aprovecharlas.
Y no es tan fácil ni trivial. Porque aún hay empresarios que viven en el pasado, como esperando a que una máquina virtual del tiempo nos regrese adonde nos quedamos…a algún momento alrededor de 1.999. Y eso no va a pasar, hay mucha destrucción y el costo de la reconstrucción es un sinsentido; porque la tecnología cambió, la gente cambió y las condiciones del mundo cambiaron.
Todo lo que nos queda es mirar hacia adelante como una especie de “borrón y cuenta nueva”: oportunidades y amenazas. Porque el punto de partida, que es hoy, donde estamos parados, tiene una cantidad de fortalezas concretas, pero también grandes debilidades. A estas últimas, está en nuestras manos corregirlas, porque de otra manera siempre estaremos arrastrando problemas; que ya sabemos cuáles son, y no deberíamos repetirlos. Y una vez corregidas las debilidades, debemos buscar puntos de apoyo…puntos de palanca, sólidos, duros, seguros; que son las fortalezas en las cuales hacer pie para lanzarnos al futuro.
Pero si elegimos mal o no identificamos adecuadamente los puntos de apoyo, entonces todo se derrumbará y tendremos que arrancar de nuevo. Caso similar, si no corregimos las debilidades.
Hay que mirar y hablar del futuro, porque solo allí están las oportunidades.
Y en esa visión de futuro, el petróleo debe ser un componente más; y no el más importante. Ya hoy es menos importante…pero nos negamos a verlo y a internalizarlo. Claro, el facilismo del “pitillo” con el que sacamos el crudo del subsuelo, multiplicado por el precio del barril, por poco que sea, ya es algo para este pobre país pobre.
Me gusta mencionar el caso de Aruba cuando cerró la refinería de los árabes, que daba empleo a toda la gente. Y lejos de caer en la depresión, se pusieron a trabajar, principalmente la cámara de comercio, como para repensar el futuro y reinventarse. Y la solución estaba a la vista, pero por la ceguera petrolera, no lo veían…corrido el velo, se dieron cuenta de que eso ya no estaba más; que sí, que había una que otra inversión, Exxon, Citgo dando vueltas, pero que ellos no podían depender de eso.
Y formaron a su gente, desde los niños hasta los adultos, buscaron inversores y patrocinadores, y en menos de 20 años, dieron la vuelta el futuro. Y fue tan sólido lo que plantearon, y de tanta excelencia y calidad, que cuando la pandemia terminó (aún reciben coletazos) recuperaron sus mercados, porque lo primero que hizo su mercado objetivo fue viajar a Aruba.
En lo económico: Seguid el ejemplo que Aruba dio.
La desventaja que tenemos en Venezuela de ver todo a través del lente petrolero es que estamos perdiendo de vista en panorama más amplio; el conjunto de lo que está pasando en el mundo con esto de la guerra. Limitada por el momento, mundial un poco más tarde…diría más pronto que tarde.
El haber llamado la atención a tiempo sobre la recesión por venir, hará que finalmente no ocurra; o al menos que no ocurra en la magnitud de los pronósticos, y que no ocurra en todas partes como se piensa.
Todos los días vemos señales de cómo se van estabilizando y descendiendo los precios del petróleo. Desde los alarmistas que vaticinaban 300 dólares por barril, hasta una realidad que lo terminará colocando en 70 dólares, o hasta menos. Esto hará que la falta de combustible no sea tan grave, y que, en cuanto a nosotros, no seamos la salvación de nadie. Es que, en realidad, nuestro aporte, en nuestras condiciones actuales y proyectadas a un año, no son significativas como para incentivar una jugada política riesgosa por parte de los demócratas, que no lo están pasando bien. Perderán las de medio término, y habrá que ver si Biden termina su gobierno…porque no lo está haciendo bien…y la edad le está jugando una mala pasada.
Y el punto fuerte no será la energía, sino los alimentos.
Recomendación
Al gobierno:
Que formalice la libre circulación del dólar como un mecanismo para frenar la inflación que hoy está contenida por medios artificiales, y que puede desatarse nuevamente. Porque la base de todo es la confianza, y la gente tiende a desconfiar de la continuidad de este modelo, por tener bases relativamente precarias, que pudieran cambiar diametralmente de un momento para otro. Así como pasamos al dólar de un solo salto, podemos regresar a como estábamos antes.
A la dirigencia de la oposición:
Que organice mesas redondas entre dirigentes de diferentes extracciones de la oposición y que traten de llegar a algún tipo de papel de trabajo básico como para que cada organización haga sus aportes y se llegue a compromisos primarios. Creer que la elección de un candidato por primarias mejorará la situación, es no comprender que no se trata de personas, sino de modelos…o de personas con modelos que logren rescatar la credibilidad que solo muy pocos opositores aún conservan.
A los dirigentes empresarios:
Que pongan énfasis en la cadena de suministros y la logística para fortalecer y consolidar los niveles de actividad que se van logrando. Muy buen trabajo de los dirigentes empresarios recorriendo el país; hay que contar con un diagnóstico real de nuestras capacidades físicas; porque la voluntad y las ganas de trabajar siempre estuvieron en el ADN del empresario venezolano.
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