En política todo es posible; incluso que alguien que cree firmemente en algo, de un momento para otro piense algo diferente. Claro, esa práctica es más frecuente en algunos países de Latinoamérica que en otras partes del mundo con un poquito más de fortaleza institucional y de seriedad personal. Y a veces tendemos a juzgar a las decisiones de esos países serios con la misma vara con que nos manejamos nosotros. Porque no en todas partes pasas, de un solo golpe, de la extrema izquierda al extremo liberalismo sin que se te mueva una pestaña, ni se lo expliques a nadie.
Lo anterior es para poner en perspectiva lo del alivio de sanciones por necesidad del petróleo venezolano. Si un gobierno como el de Venezuela y algunas instituciones están sancionados por Estados Unidos; y algunos de sus máximos funcionarios, además de estar sancionados, tienen recompensa por su captura por parte del sistema de justicia norteamericano; y si algunos de ellos ya están presos, ya sea que aún estén en juicio o ya condenados; es difícil pensar que llegarían a desandar esas medidas, y negociar con esas personas, a cambio de petróleo; ya sea mucho o poco petróleo. Es un tema de valores y jerarquías.
Las dos visitas del gobierno norteamericano –la de marzo pasado y la de la semana anterior- estuvieron encabezadas por Carstens, que es el negociador de rehenes de la Casa Blanca. En la primera se sumó Juan Gonzáles y estuvo presente el embajador Story; mientras que en la segunda lo acompañó solo Jimmy Story. La carta fuerte que tiene Estados Unidos para negociar por sus rehenes son las sanciones; y si bien en general no suelen prestarse al chantaje, sí pueden negociar; y negociar requiere gestos de buena voluntad, como la liberación de un par de presos en Venezuela, y el levantamiento de sanciones a Malpica Flores.
Y así, es de imaginarse que se explorarán otras vías de negociación e intercambio, en esta operación de rescate de rehenes que fue el foco principal de las dos visitas, lo cual también podría incluir el petróleo. Pero darles un carácter de negocio petrolero es perder de vista el conjunto de sucesos que llevaron a considerar a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad de Estados Unidos; y que llevaron posteriormente a incrementar la caracterización negativa y someternos a las sanciones que ya son parte de nuestra vida diaria. Porque en realidad, debido a las sanciones para un grupo, terminamos todos afectados.
Por supuesto que un alivio a las sanciones, cualquiera sea el origen del alivio, pondrá en movimiento un conjunto de procesos en el campo jurídico, empresarial y de negocios; entrarán los mercados objetivos, y, principalmente la verdadera capacidad de producir petróleo, en qué cantidad, en cuánto tiempo, con qué costo de inversión… y quiénes serían los inversionistas.
Si queremos realmente entrar en una nueva era no rentista, debemos mirar hacia otros productos y mercados; y, cuando miremos al petróleo, verlo desde ángulos y marcos diferentes a los que hemos sostenido hasta ahora. Seguimos aplicándole al petróleo las mismas estructuras y referencias de cuando producíamos 3,3 millones de bpd. Hoy estamos en una producción estable de 550.000 mil bpd (los picos son excepcionales), y es como una megaestructura para manejar lo que tenemos o podemos.
Profundizando un poco, cuando le damos preeminencia a lo petrolero, a las sanciones y a lo político electoral, estamos descuidando que todo lo anterior está apoyando en un colchón de pobreza que deja lo anterior para una minoría de personas. Reconocer el 94% de pobreza, con 76% de pobreza extrema, de Encovi debe llevarnos a coincidir que hay que tomar medidas urgentes y simultáneas desde los otros ámbitos mencionados.
Cada vez hay más gente pidiendo en la calle; cada vez son más jóvenes los que piden; cada vez hay más desnutridos y mostrándonos en forma descarnada que tuvieron que salir de las zonas donde viven para escarbar en la basura de lugares donde la basura tenga algún contenido que les sirva para alimentarse, porque es sus zonas casi no hay basura. Es un drama, pero que se esconde debajo de la alfombra.
El tema importante es la pobreza, y en él deberíamos poner todo el foco…lo cual no quiere decir descuidar lo otro, sino ponerlo en esa perspectiva.
Por cada punto del PBI que recuperemos, bajemos la pobreza un cuarto de punto. Y eso no es abstracto, porque, un poco más o un poco menos, todos intentamos contribuir al crecimiento del producto, porque en eso nos va la supervivencia propia y de nuestras familias.
Vamos a mirar a los costados, y ayudemos a todo aquel que lo necesita; y si tiene esas terribles características de ser adolescente, malnutrido, que pide en un semáforo, pues hagámoslo más aún.
En lo económico, el deslizamiento acelerado del valor del dólar es la consecuencia natural de haberlo tenido retrasado a presión, durante mucho tiempo, desde octubre de 2021. Esa presión era como mantener presionado un resorte que, cuando se soltó, saltó a los valores en que está hoy; no obstante, no saltó tanto como se suponía, y todo indica que aún se mantiene retrasado, y distintas estimaciones colocan el valor de equilibrio por encima de los 10 bolívares por dólar; dándole a la economía un perfil importador; y desalentando las exportaciones.
El mercado de valores aún sigue representando una oportunidad de futuro que en cualquier momento puede convertirse en presente. Las emisiones de renta fija -compitiendo, en los grandes tomadores que son los bancos, con los títulos de resguardo emitidos por el BCV- esperan por la modificación de la Ley del Mercado de Valores para que la opción dolarizada los coloque en una dimensión que sea más atractiva para el inversor común.
Mientras que la renta variable, que forma parte de varios portafolios y carteras, espera su momento para ser el lugar de las finanzas corporativas, de fusiones y adquisiciones, , y sean el campo a través del cual se logre la optimización de la capacidad instalada existente, y donde puedan hacerse las inversiones de aporte de tecnología y capital que tanto nos hace falta.
Estamos en los albores de una guerra mundial que pudiera escalar hasta límites inconmensurables, porque de un lado, hay gobiernos democráticos que consultan sus decisiones en forma colegiada; mientras del otro hay gobiernos tiránicos y con el poder concentrado en Putin y en Lukashenko…o más bien, solo en Putin. O sea que está prácticamente en sus manos la decisión de cuándo transforma su “operación especial”, en una declaración de guerra, y a quién se la declarará primero; y si lo atacará primero y declarará la guerra después.
El flujo de comercio cambiará, habrá ajustes en las rutas, y los países proveedores de materias primas volverán a tener un rol relevante que puede hacer que sus economías se fortalezcan, si ya estaban bien administradas; mientras que los que lo estaban haciendo mal, empeorarán; porque la guerra no solo no será un colchón de flotación, sino que se convertirá en un lastre que los hundirá más.
Y también habrá una dicotomía de amigo-enemigo, sin espacio para puntos intermedios. Y dependiendo del nivel de amenaza que cada país represente, es que será tratado como tal. En Venezuela tenemos que elegir de qué lado estaremos, porque la consecuencia será grave.
No hay que olvidar que nosotros estamos jugando en los límites de la democracia, y apelando a las reglas de tiempos de paz. Bueno, eso va a cambiar; en términos prácticos la OTAN sustituirá a la ONU, y la ley será la ley de tiempos de guerra, donde las ambigüedades son muy riesgosas, pues pueden ser mal entendidas (o bien entendidas en algunos casos) y costarnos caro en términos concretos.
Cada país de Latinoamérica ha ido buscando su inserción en este nuevo contexto; hasta Argentina que tiene un gobierno pro chavista fue alineada con los aliados, y lo manifiesta en cada foro donde puede; de hecho, el presidente Alberto Fernández se reunirá con Biden en Washington, el próximo 26 de julio. Mientras, nosotros seguimos jugando con los “chicos malos”. Juegos militares con rusos e iraníes, avión iraní acusado de terrorismo volando bajo bandera venezolana por la región, visita del canciller a Moscú en el momento de mayor crueldad de los rusos contra Ucrania, y ahora Bielorrusia.
En cuanto a Colombia, nuestro vecino para siempre, tendremos que buscar la mejor manera de relacionarnos en esta nueva etapa. El Petro que hemos escuchado declarar es el Petrocandidato en campaña, y también al Petro presidente electo; habrá que esperar a escuchar -y ver qué hace- al Petro presidente en ejercicio, donde tendrá que manejarse en un entorno donde los miembros de su gobierno, que se parece mucho a una coalición, comenzarán a tomar decisiones que pueden afectarnos…como país, y como gobierno chavista.
Lo que sí podemos anticipar es que, a menos que el gobierno de Venezuela se oponga, el comercio y la movilidad de gente será más flexible, y podría significar una bocanada de aire fresco para un país aislado como el nuestro; podría ser una válvula de descompresión para nuestro acceso al resto del mundo.
Recomendación
Al gobierno:
Que renueve los mensajes masivos para la prevención de esta nueva ola de contagios covid y que advierta sobre el tema dengue, que pareciera también estar presente. Este es un momento en que la salud pública debería recuperar la preeminencia que tuvo en 2020 y 2021, al menos hasta que podamos ver que los números de contagios vuelven a retroceder. Es cierto que los números no son tan altos, las internaciones son menores y que la letalidad es muy baja, pero la gente falta al trabajo y la actividad económica incipiente se debilita.
A la dirigencia de la oposición:
Que no dejen sola a Bandera Roja justo en un momento donde son -junto con Guaidó- los únicos opositores que están “poniendo el pecho” en la calle, en la necesaria (en cualquier país) tarea de oponerse. El resto de los dirigentes no pasa de declaraciones altisonantes que no afectan al gobierno “ni con el pétalo de una rosa”; todo lo contrario: atacan más a Guaidó que a Maduro.
A los dirigentes empresarios:
Que pongan énfasis en la cadena de suministros y la logística para fortalecer y consolidar los niveles de actividad que se van logrando. Muy buen trabajo de los dirigentes empresarios recorriendo el país; hay que contar con un diagnóstico in situ de nuestras capacidades y posibilidades reales; porque la voluntad y las ganas de trabajar siempre estuvieron en el ADN del empresario venezolano.
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