rey emérito Juan Carlos I

La máquina de agitación y propaganda del régimen sanchista tiene una infinita capacidad para conseguir que hablemos de lo que es de su interés, pero no de los verdaderos problemas de nuestro país. Así, nos hemos pasado dos semanas con las tertulias políticas dedicando un tiempo sin precedentes –lo que en antena vale mucho dinero– al hijo o nieto de Ana Obregón. El que ha tenido por maternidad subrogada o vientre de alquiler. Al margen de cualquier otra consideración moral sobre el hecho en sí, y las hay muy relevantes, resulta muy sospechoso el escándalo que provoca ahora este tipo de paternidad que apenas generó un leve murmullo cuando Miguel Bosé y el hombre que tenía por pareja entonces tuvieron por el mismo procedimiento cuatro hijos. Eso parece ser que era algo muy bueno y lo de Obregón algo muy malo. Como diría mi admirado Jaime Campmany «átenme esa mosca por el rabo».

Lo de Ana Obregón no parece dar mucho más de sí y hay que evitar que los españoles presten atención a los problemas reales que afrontan, empezando por el coste de la vida. Así que ahora vamos a volver a darle al mono de trapo en que han convertido al rey Juan Carlos. Un ciudadano español que tiene todo el derecho de entrar y salir de su país cuando quiera. Y por más que digan lo contrario algunos, un padre con una relación fluida con su hijo que está perfectamente enterado de todos los planes del rey Juan Carlos. Hasta de quién le visita. Y sé por qué lo digo. Pretender hacer creer a alguien que el rey se ha enterado leyendo el periódico del viaje a España del rey Juan Carlos después de su visita a Buckingham Palace es tomarnos a todos por idiotas. Y bien que siento decir esto dada la autoría de alguna de las desinformaciones publicadas.

Lo que no tiene sentido común es que se haga el más mínimo escándalo por el viaje de Don Juan Carlos a España cuando hace dos meses lo invitaba a cenar en el Palacio del Elíseo el presidente Emmanuel Macron junto a Mario Vargas Llosa y sus hijos. O cuando el rey Carlos III lo invita a almorzar mano a mano en Buckingham Palace después de haberlo invitado al funeral de la reina Isabel II. Esos jefes de Estado, un Monarca y un presidente de República, ¿ellos pueden festejarlo y honrarse con su compañía, pero en España hay que seguir castigándolo por ninguna causa pendiente? ¿Qué cuenta tiene pendiente en España que no tenga en el resto de Europa? Como me decía ayer un familiar del Rey Juan Carlos, quieren someterlo a la misma condena que sufrió la Reina Isabel II, que fue derrocada en España por los republicanos en 1868 y se pasó 36 años de exilio viniendo brevemente un par de veces a España con la Monarquía restaurada. Y lo malo no es que lo quiera mantener en el exilio Sánchez, a quien no le queda tanto (s.D.q). Lo peor es que sea en la Casa donde se cree que eso es lo que debe ser.

Con estas tensiones lo que se consigue es volver a crear una gran expectación ante la visita, lo que volverá a provocar una enorme concentración de medios que provocarán que se repita lo que hace un año se consideró inaceptable. Y hay una forma muy sencilla de acabar con ese tipo de expectación: que el Rey Juan Carlos entre y salga de España habitualmente, cuando él quiera. En cuanto venga tres veces en tres meses, les garantizo que el interés de los medios por seguirle al milímetro habrá desaparecido. Y a alguno se le habrá roto el juguete.

Artículo publicado en el diario El Debate de España


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