Las pautas adaptativas culturales que llevan a la gente a la riqueza material pueden diferir de una sociedad a otra, pero, en general, puede decirse que el mercado rara vez favorece la pereza, la agresividad, la autoindulgencia, la impulsividad, y la indecisión; y que por el contrario, muy a menudo favorece el individualismo, la anticipación, la tenacidad, la prudencia, y la sociabilidad. Una vez que estas actitudes se adoptan socialmente, se convierten en los valores negativos y positivos propios del ethos del mercado, cuya importancia es difícil de exagerar, ya que no sólo asegura el normal funcionamiento del sistema productivo, sino que también facilita la adopción social de nuevas Pautas cognitivas culturales, que, como se ha señalado, explican en última instancia el progreso material
Luis Zaballa – Polis
Mientras América Latina aún intenta por llevar los tiempos tecnológicos a las aulas de clase de todos sus niveles en básica, secundaria y universitaria, resulta que Suecia, pionero en la educación digital, ha planteado una inversión de 59 millones de euros para el regreso de los textos impresos, luego de que, según datos suministrados por su ministra de Educación, la comprensión lectora se ha desplomado desde 2016¹, lo cual ha encendido las alarmas, no sólo en esa nación, sino también en España, y que seguramente será un objetivo que será evaluado por el resto de la Unión Europea en el marco de sus políticas públicas educativas.
En tal sentido, América Latina, cuya educación en términos generales también se desplomó en todas sus variables de aprendizaje y conocimiento en tiempos de covid-19, y posterior al fin de la pandemia, las cuales por las limitadas condiciones tecnológicas se agravaron con las dificultades propias de sus problemas sociales, revelan que por esencial intuición, si Suecia está presentando semejantes problemas en sus espacios educativos en relación con la comprensión lectora, entonces ¿qué estará sucediendo en tal contexto con nuestra educación en el continente?
En el caso de países como Venezuela, una investigación de Rojas (2022) –maestrante que realizó su tesis en nuestra condición de tutor- sobre tal experiencia de educación durante la suspensión de actividades presenciales de manera forzada por la pandemia señaló: “…este tipo de aprendizaje como un mecanismo de sutura pedagógica, no se puede asegurar que cumplió las expectativas de un aprendizaje positivo sobre la comunidad estudiantil, como tampoco puede determinarse que los docentes cumplieron a cabalidad con los objetivos…”² es decir, que si naciones con todos los recursos tecnológicos a la disposición de su población estudiantil y sin problemas sociales de la magnitud que existen en América Latina comprueban que cuando la tecnología o el uso de equipos tecnológicos supera la vinculación con los textos escritos -impresos- durante el proceso de aprendizaje, generando con ello problemas de lectura, escritura, comprensión, y por ende, desarrollar el pensamiento analítico, es porque evidentemente, deben ser replanteados los componentes curriculares, así como también los procesos de impartir el conocimiento.
Por ello, máxime cuando hemos entrado en la contemporaneidad en un mundo que se denomina como “inteligencia artificial”, resulta obvio que la inteligencia del ser humano, es la que requiere mayor aproximación y precisión, tanto en las ciencias sociales como en las llamadas ciencias exactas; recursos cognitivos sin los cuales será imposible no sólo discernir antes las actuales condiciones políticas, económicas y sociales, sino que estaríamos en presencia de una terrible desvinculación cultura y sociológica, porque no se estarían matizando los aspectos de reflexión y acción sobre los aspectos de (des)integración tecnológica, que sin duda, se convertirán en los de mayor peso histórico durante las próximas décadas.
Dentro de estas complejidades, América Latina se encuentra sin planes de educación. De hecho, más allá de lo que instituciones globales como la Unesco promuevan para desarrollar nuevas y hasta innovadoras experiencias educativas, la realidad es que nuestras naciones ni siquiera tienen definidas las coberturas presupuestarias anuales en materia de políticas orientadas para articular los procesos de educación. ¿Cómo hacerlo? Hay un oxigonio fundamental: naturaleza, sociedad y tecnología, que deben estar en complexión pedagógica y del pensar, porque tales aspectos no son excluyentes en la contemporaneidad. Verbigracia, no se puede seguir impartiendo ciencias pedagógicas valorando las experiencias de Piaget como si fueran de este siglo, o ignorar en las ciencias de la salud, la robótica como mecanismo indispensable para la determinación de diagnósticos o praxis de intervención humana; o más aún que los Estados sigan ignorando que la inteligencia artificial debe estudiarse desde el plano ontológico de sus creadores, y para ello, se requiere la creación de nuevas profesiones universitarias en pregrado y posgrado.
Por ahora, la educación en América Latina está aislada, descontextualizada y lo que es peor, con alarmantes cifras de niños y adolescentes fuera del sistema educativo convencional por razones de pobreza, miseria y emigración. Necesitamos una valoración distinta para generar otros planteamientos en el conocimiento y la conformación de aspectos sociales y educativos que permitan que la tecnología no sea un factor perturbador en procesos como la comprensión y análisis sociohistórico o de situaciones de números o fórmulas en la matemática, la física o la química. Hay que replantear lo que tenemos desde un eje de problemas que solo a través de la educación, sea cual sea, su origen y trascendencia podrán encontrarse soluciones conjuntas, y ello también pasa porque los países entiendan que América Latina necesita un solo proceso en sus contenidos, diferentes en sus historias, pero similares en sus biocenosis. En síntesis, que la educación sea un palíndromo en todo el continente.
@vivassantanaj_
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