OPINIÓN

América Latina en su laberinto

por Luis Sanchez-Masi Luis Sanchez-Masi

Raúl Prebisch

Los países latinoamericanos están perdiendo relevancia económica en el mundo: son muchos los factores responsables de esta situación, aunque los más destacados parecerían ser el entorno socio-institucional y las políticas económicas seguidas en el último medio siglo. La institucionalidad latinoamericana, caracterizada por una serie de falencias profundas y persistentes como la corrupción, la impredecible administración de justicia, la volatilidad política, la imprevisibilidad económica, se complementa con una sistémica marginalidad e inequidad social, definiendo así un entorno socio-institucional con profundas raíces en su pasado histórico. En las últimas décadas, esta realidad se ha convertido en una maraña multifacética que aprisiona a la región y constituye un factor determinante de su errático proceso de desarrollo, proceso que a su vez retroalimente esa maraña, creando así un verdadero círculo vicioso de subdesarrollo que tiende a perpetuar esa deplorable realidad regional.

La evidencia de esa pérdida de relevancia es contundente: según información del Banco Mundial, en 1990 el producto interno bruto (PIB) per cápita de América Latina era 10% superior al PIB per cápita mundial, en tanto que en 2019 fue 8% inferior. En 1980 el PIB de América Latina representaba alrededor del 34% del PIB de los países de ingreso medio, proporción que disminuyó al 18% en 2019. El crecimiento promedio anual del PIB latinoamericano entre 1981 y 2019 fue del 2,4% mientras que el crecimiento del PIB mundial fue del 2,9% y el de las economías emergentes del Asia fue de entre dos y cuatro veces superior. Desde fines de los años setenta los países emergentes del Asia han estado arrebatando espacios a los países latinoamericanos, pese a lo cual no se percibe en la región preocupación alguna por esta situación.

Desde mediados del siglo pasado, nuestra región ha ensayado con todo el espectro de regímenes políticos y económicos: desde políticas proteccionistas mal administradas bajo dictaduras militares, a sistemas económicos neoclásicos o neoliberales bajo procesos de transición democrática, hasta el “socialismo del siglo XXI” que resultó en el colapso económico de una magnitud nunca antes experimentada por una nación latinoamericana y en una “neo-dictadura política”. Ninguno de estos ensayos produjo los efectos deseados de desarrollo sostenido y equitativo de largo plazo.

En la década de 1950 Raúl Prebisch y sus colegas de la Cepal buscaron políticas alternativas y novedosas que pudieran llevar a un desarrollo autónomo de la región; el objetivo básico del nuevo enfoque era la industrialización y la estrategia para lograrlo el proteccionismo. Por múltiples circunstancias, esa alternativa no resultó exitosa en ese momento.

Como reacción al colapso económico de principios de la década de 1980, motivado por la crisis de la deuda y el agotamiento del modelo proteccionista de sustitución de importaciones, los países latinoamericanos cambiaron radicalmente sus políticas económicas y adoptaron un nuevo enfoque basado en principios neoliberales o neoclásicos que se expresara en el llamado “Consenso de Washington”, que tampoco produjo los resultados esperados. Más bien, la aplicación de estos principios neoclásicos, como el libre mercado y el libre comercio internacional, ha tendido a perpetuar la misma estructura productiva (la producción y exportación de materias primas) y las disparidades en los niveles de vida (brechas de ingreso, de salud, de equidad, de conocimiento científico y tecnológico, de productividad, etc.). Es más, la evidencia demuestra que ningún país ha conseguido salir del subdesarrollo empleando políticas económicas basadas en principios neoclásicos. Los países asiáticos que lograron esa transición lo hicieron siguiendo políticas y estrategias diametralmente opuestas a los principios neoclásicos.

A la luz de los magros resultados de desarrollo en América Latina, es pertinente preguntarse ¿es apropiada la política económica basada en principios neoclásicos para la realidad latinoamericana? Con la notable y honrosa excepción de Raúl Prebisch y algunos colegas suyos de la Cepal, no ha sido muy frecuente cuestionar seriamente la aplicación de estos principios a la realidad de América Latina. ¿No será este el momento de explorar nuevas alternativas?

¿Podrían los países latinoamericanos emular el ejemplo de los países asiáticos que han logrado un rápido desarrollo, adoptando una “política económica deliberada” para solventar las deficiencias institucionales, atraer inversión extranjera directa, acceder a la tecnología del primer mundo y así propiciar la transformación de sus estructuras productivas? ¿Qué otras opciones tienen los países latinoamericanos para romper el círculo vicioso y lograr un desarrollo sostenido y de calidad? Como lo señalara Einstein en otro contexto, no pretendamos “resolver nuestros problemas con la misma forma de pensar que usamos cuando los creamos”: mantener el statu quo no producirá mejores resultados que en el pasado.

Tal como aconteció en la década de 1950 con la introducción de políticas proteccionistas, y en la década de 1980, con la adopción de políticas neoliberales, hoy día América Latina enfrenta el desafío de volver a reorientar en forma radical su política y estrategia de desarrollo: ¿podrá la Cepal engendrar otro Raúl Prebisch que articule un nuevo paradigma para el desarrollo latinoamericano?