La censura o la coacción hacia quienes se expresan libremente en el plano virtual, especialmente en las redes sociales, es una mala práctica, muy peligrosa para el ejercicio de la democracia, que está creciendo cada vez más. Pues para quienes pretenden controlar el pensamiento –y por consecuencia las acciones de los individuos– el flujo de la libre expresión fuera de los medios convencionales y las instituciones gubernamentales o supranacionales constituye una especie de amenaza, por lo que responden de manera amenazante y represiva. Unas veces (la mayoría, lamentablemente) logran su objetivo y otras no tanto.
Un caso reciente y de gran eco mundial que evidencia los intentos de acallar a la opinión pública –cuando se trata de criterios en oposición al discurso oficial de la izquierda hegemónica– es el de la Unión Europea (UE) contra la libertad de expresión de Elon Musk, dueño de la plataforma X (antes Twitter). El lunes 12 de agosto, Thierry Breton, comisario de Mercado Interior de la UE envió una carta al empresario multimillonario Musk justo antes de su entrevista al expresidente Donald Trump en X. En la misiva Breton le advierte a Musk que la UE podría tomar “medidas” contra X.
La carta, enviada también a la consejera delegada de X, Lina Yaccarino, en relación con la emisión de Trump, que tuvo lugar esa misma noche, expresa: “Una gran audiencia conlleva una mayor responsabilidad #DSA. Como existe un riesgo de amplificación de contenido potencialmente dañino en la Unión Europea en relación con eventos con gran audiencia en todo el mundo, envié esta carta a @elonmusk”, escribió Breton como introducción a una foto de su carta en X. Curiosamente Breton usa X (plataforma a la que pretende controlar) para imponer su represiva ley en contra del derecho universal de la libre expresión.
Sin embargo, luego de que dicha carta –que más que una advertencia constituye un acto de censura– fuera de conocimiento público a nivel global, la Comisión Europea, que es la rama ejecutiva de la UE, ha negado estar implicada en la decisión de su comisario de Mercado Interior (el “atrevido” Breton) de enviar la carta a Musk. Una contradicción que salta a la vista y que muchos usuarios de X y otras redes consideran un pobre intento de la UE de paliar la situación y lavarse las manos ante el evidente acto de coacción.
La normativa de la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) “se aplica sin excepciones ni discriminaciones a la moderación de toda la comunidad de usuarios y contenidos de X (incluido usted mismo como usuario con más de 190 millones de seguidores) que es accesible a los usuarios de la UE y debe cumplirse de acuerdo con el enfoque basado en el riesgo de la DSA, que exige una mayor diligencia debida en caso de un aumento previsible del perfil de riesgo”, le escribió Breton a Musk, mostrándose “preocupado” porque los usuarios de la UE podían acceder a la entrevista (de antemano se sabía el inmenso interés del público por esa charla, como demostró su altísimo nivel de audiencia). Por lo que Breton le comunicó a Musk: “En este contexto, me veo obligado a recordarle las obligaciones de diligencia debida establecidas en la Ley de Servicios Digitales”. Es decir, el comisionado de la UE pretendía que Musk, amenazado con recibir sanciones de la DSA, hiciera una entrevista coaccionada, políticamente correcta, según el criterio y los intereses de la UE.
La DSA empezó a aplicarse a todas las plataformas en línea de la UE en febrero. En aquel momento, Breton dijo: “A partir del 17 de febrero, la Ley de Servicios Digitales empieza a aplicarse a todas las plataformas en línea de la UE. Estamos plenamente movilizados para garantizar la plena aplicación de la Ley de Servicios Digitales y animamos a todos los Estados miembros a sacar el máximo partido de nuestro nuevo código normativo. La aplicación efectiva es fundamental para proteger a nuestros ciudadanos de los contenidos ilícitos y defender sus derechos”.
Este lunes Breton amenazó directamente a Musk, el mismo día de su entrevista con Trump: “Mis servicios y yo estaremos extremadamente atentos a cualquier indicio que apunte a infracciones de la LSD y no dudaremos en hacer pleno uso de nuestra caja de herramientas”, que podría incluir la adopción de las medidas cautelares. Aunque en la mencionada carta no se explican los detalles sobre las medidas que podría tomar la UE contra el magnate, vale destacar que anteriormente Breton advirtió de que X podría ser multado con hasta el 6 por ciento de los ingresos anuales. Por lo que su torpe carta –que ahora dice desconocer la UE– no es nada sorprendente, sino un paso más en sus objetivos de limitar la información expuesta y debatida sin mordaza en X y otras plataformas.
Después de la metedura de pata de esta reciente misiva, la portavoz adjunta de la UE, Arianna Podestà, dijo el martes en una rueda de prensa que la misiva de Breton era “de carácter general”. Lo cual es falso, pues tanto en la carta como en el comentario de Breton en X se lee claramente que el motivo es la charla Musk-Trump. “El momento y la redacción de la carta no se coordinaron ni acordaron con el presidente ni con otros [comisarios]”, argumentó la portavoz. “Creo que la carta, la tengo aquí delante, era realmente de carácter general, y la referencia en la parte superior a la entrevista era un ejemplo de un gran evento que, por supuesto, atrae a muchos usuarios de los medios de comunicación y potencialmente puede tener importantes repercusiones en la UE”, añadió para tratar de disfrazar de error casual esta violación del derecho a la libre expresión.
Según The Epoch Times (un medio que integra una lista no muy larga de profesionales de la información comprometidos con la defensa de la libertad de expresión a nivel mundial y con la crítica a las políticas totalitarias, no únicamente las del Partido Comunisya Chino) la Comisión Europea lleva investigando a X desde el año pasado por un presunto incumplimiento de la DSA. La realidad es que, a pesar de tratarse de una legislación que viola el derecho a la libre expresión, X cuenta con una sección que permite a los individuos y entidades notificar a la plataforma los contenidos que entienda que son “ilegales”, según la DSA o según la legislación nacional de un Estado miembro de la UE.
La DSA, supuestamente, quiere “un espacio digital más seguro en el que se protejan los derechos fundamentales de los usuarios”, con normas específicas para las grandes plataformas en línea y los motores de búsqueda. En consecuencia, tanto analistas como usuarios de X y otras redes han expresado su rechazo a una legislación que consideran coercitiva, en oposición al artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), de la que dice hacerse eco la UE: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
¿Es la DSA de la Unión Europea un mecanismo de control que se adjudica el derecho de manipular y violar la Declaración Universal de los Derechos Humanos en función de sus intereses, partidistas e ideológicos, tal y como hacen los conocidos regímenes totalitarios del Socialismo del siglo XXI? Ante el hecho y el texto de la DUDH, es clarísimo que la carta de la UE a Elon Musk, el día de su entrevista a Donald Trump en X, constituye una amenaza que, basándose en la autoritaria DSA, desde una engañosa seudolegalidad y falsa protección de los ciudadanos, viola flagrantemente la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Además es importante señalar que esta acción dictatorial representa un peligro de interferencia en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, lo cual bien puede interpretarse como una violación de los derechos y libertades del candidato Trump, de los ciudadanos estadounidenses y de la soberanía nacional.
Los críticos de la DSA —como el think tank MCC Brussels— temen que la ley permita a Bruselas dictar lo que se puede o no se puede decir en línea, con enormes multas para las empresas de medios sociales. En un informe más amplio sobre el tema publicado en mayo, MCC Brussels afirmó que la UE utiliza un sistema que integra a las instituciones comunitarias, las ONG y las grandes tecnológicas en “una alianza impía de reguladores de la expresión que no rinden cuentas”. Jacob Reynolds, responsable de políticas de MCC Bruselas, declaró a The Epoch Times que, aunque la Comisión parece distanciarse de Breton, la DSA sigue siendo una ley emblemática de la UE.
“Parece que lo que quieren es distanciarse de la carta porque no les gusta el tipo de furia que se ha levantado, y puede que la carta sea, en cierto modo, una pequeña extralimitación de Breton (…). Pero han iniciado un procedimiento contra Musk, que es competencia de la Comisión Europea”, añadió Reynolds y expresó que por mucho que pueda haber una “especie de intento de distanciamiento en la superficie” de la UE, lo cierto es que hay una “guerra contra la libertad de expresión” y “un imperio de censura” que es la política oficial de la UE.
El mes pasado los reguladores tecnológicos de la UE dictaminaron que X no cumplía la DSA y que engañaba a los usuarios al permitirles adquirir un estado de cuenta azul (que muestra a las cuentas como “verificadas”). Ante tal acusación, X manifestó su desacuerdo con la UE y el propio Musk contestó con la posibilidad de un litigio.
Entre las “exigencias” de la DSA a las grandes plataformas está su advertencia sobre “contenidos ilegales y riesgosos para la seguridad pública”. La realidad es que la DSA, basándose en el punto de vista y los intereses políticos de la UE, es una ley que tiene como fin institucionalizar la censura –tal y como ocurre con los regímenes totalitarios– a nivel continental y de ahí rebotar al resto del mundo, presentándose como la entidad correctora de pensamiento y las acciones de los individuos. Lo ocurrido este lunes antes del encuentro Musk-Trump en X lo evidencia de manera muy clara. No podemos perder de vista que la entrevista en X de Elon Musk a Donald Trump, candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, opuesto a la ideología woke y la agenda 2030 que caracteriza la política de la UE, es lo que ha desatado esta nueva amenaza contra la red social que genera más información política e ideológica.
En todo esto, lo verdaderamente peligroso para la libertad de expresión es que la UE (al igual que las demás entidades y partidos que emiten políticas de censura) basa la DSA en interpretaciones y valoraciones muchas veces de carácter ideológico que van en contra de la libertad y en favor de la corrección política, que es una forma solapada e institucional de censura. Es importante mencionar que la UE y la DSA, arguyendo que X es una plataforma de alcance internacional, han trascendido las fronteras de Europa para interferir en la política de Estados Unidos, en contra no solo de los líderes sino de los miembros y votantes del Partido Republicano, en su mayoría conservadores, que representan a la mitad del país. Es un claro intento de injerencia por parte de la UE en la información y opinión pública para influir en el resultado de las elecciones del próximo noviembre.
No en balde, Yaccarino, directora ejecutiva de X, respondió a la carta diciendo que es un “intento sin precedentes de estirar una ley destinada a aplicarse en Europa” para apuntar a la actividad política dentro de Estados Unidos. Steven Cheung, portavoz de la campaña de Trump, escribió en X en respuesta a la carta: “La Unión Europea debería ocuparse de sus propios asuntos en lugar de intentar interferir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Solo en los Estados Unidos de Joe Biden y Kamala Harris, una organización extranjera no democrática puede sentirse lo suficientemente envalentonada para decirle a este país qué debe hacer. Saben que una victoria del presidente Trump significa que Estados Unidos ya no será estafado porque utilizará inteligentemente los aranceles y renegociará los acuerdos comerciales que ponen a Estados Unidos primero. Seamos muy claros: la Unión Europea es enemiga de la libertad de expresión y no tiene autoridad de ningún tipo para dictar cómo hacemos campaña”.
Llama la atención que “problemas técnicos” retrasaron el inicio de la charla entre Musk y Trump en X unos 40 minutos y afectasen su desarrollo. Musk, que ha apoyado a Trump a lo largo de su campaña, dijo que el motivo del retraso tal vez se debió a un ataque masivo a X. Trump, por su parte, transformó los “problemas técnicos” e inconvenientes en positividad y felicitó al anfitrión por la gran cantidad de personas que intentaron sintonizarlos en X. La plataforma aseguró que la charla recibió más de 73 millones de visitas entre las 7:47 pm y las 10:47 pm, hora del Este. También hubo 4 millones de publicaciones sobre el evento en ese periodo de tiempo, que obtuvieron unos 1000 millones de visitas, según X. Cifra que después ha aumentado. Un éxito a pesar de todo.
Inevitablemente, los “problemas técnicos” o el “ataque masivo” a X durante el diálogo de Musk con Trump, hizo que los receptores recordasen una situación parecida cuando en mayo de 2023 Musk entrevistó al gobernador de Florida, Ron DeSantis, donde el también republicano anunciaría su candidatura a la nominación presidencial. Una entrevista que, a pesar de fallas en la transmisión, obtuvo un altísimo nivel de audiencia.
El mismo lunes, Trump finalmente regresó a X con una serie de publicaciones, reviviendo una cuenta que había servido como principal medio de comunicación de sus dos campañas anteriores y sus 4 años en la Casa Blanca. En el primer día de retorno a X el expresidente se refirió principalmente a su campaña y publicó videos sobre su historia personal y política, así como propuestas para un segundo y último mandato, si logra retornar a la Casa Blanca. Es decir, a pesar del intento de coacción de la DSA desde Europa, no hizo otra cosa que actuar con libertad y en defensa de sus derechos como ciudadano y como candidato presidencial en Estados Unidos. Por su parte Musk, aseguró que estaría dispuesto a recibir a la vicepresidenta Kamala Harris, candidata demócrata a la presidencia, para una entrevista en su plataforma.
Hasta el momento la vicepresidente Harris, de los tres debates que le ha propuesto entablar Trump, ha aceptado dos: el primero el 10 de septiembre en la ABC y el segundo en octubre (aún no han dicho la fecha ni la cadena televisiva), según un comunicado de Michael Tyler, portavoz de la campaña de Harris-Walz. El compañero de fórmula de Harris, Tim Walz, no ha respondido oficialmente a la propuesta de JD Vance para debatir en CNN el 18 de septiembre, pero tal parece que al demócrata no le quedará más remedio que aceptar.
En el anterior debate de Trump con Biden, el republicano le ganó por nocaut al demócrata. Tal pareciera que, por su poca disposición a debatir, no sólo una buena parte de la opinión pública, sino también la propia Harris, siente que se enfrentará a un similar destino. Lo ideal sería poder presenciar un debate de los dos candidatos en X, sin fallas técnicas, ataques masivos, interferencias, ni coacciones de la UE. Pero eso no sucederá porque a Harris y los demócratas no les complace debatir con Trump porque el expresidente habla sin pelos en la lengua y le canta las 40 a cualquier oponente sin esfuerzo.
Así las cosas en la política interna de Estados Unidos y la injerencia de la Unión Europea en la libertad de expresión incluso más allá de las fronteras continentales. Me alegra pensar que, trascendiendo las barreras de la censura, el miedo, el adoctrinamiento y las fake news, cada vez son menos quienes no comprenden el grave problema que esto implica para el presente y futuro de la libertad y la democracia en el mundo.
Quienes pretenden imponer un nuevo orden mundial de naturaleza opresiva –bajo un falso manto de buenismo, demagogia y desvirtuada democracia woke– atacan la valentía cívica y la defensa de su libertad con diversos mecanismos de coacción a nivel psicológico, campañas de desinformación y descrédito, sanciones en tribunales con jueces infames, o envían “advertencias” para tratar de silenciar o al menos limitar la libertad de expresión, buscando implantar no sólo una censura disfrazada de corrección política, sino que además lo hacen con la idea de generar autocensura, que es, sin dudas, un fenómeno más devastador para el individuo y funcional para sus intereses totalitarios globalistas. Con Musk (defensor de la libertad en X) y Trump (conocido por no tener pocos filtros) no les ha funcionado hasta el momento, pero seguirán intentándolo de otras maneras.
Finalmente, es importante recordar que los ciudadanos no están obligados a claudicar ante los mecanismos de censura con que les intenten silenciar o domesticar sus posiciones políticas e ideológicas. Muy por el contrario, la obligación de toda persona es defender sus libertades y derechos fundamentales, entre ellos la libertad de pensamiento y expresión. Sin libertad no hay vida y viceversa. Nunca podemos olvidarlo.
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