Después del aire y el agua, la alimentación es la tercera necesidad más básica e importante de los seres humanos. Junto a la vida y la libertad, el trabajo y la educación, forma parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Conscientes de lo vital que es la alimentación para la vida y sobrevivencia de la humanidad, la Organización de las Naciones Unidas, estableció al 16 de octubre como el Día Mundial de la Alimentación. Este año, para honrar esta fecha, la Organización estableció como tema central el Derecho a los alimentos para una vida y futuro mejores.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que actualmente la producción global de alimentos alcanza para alimentar a más personas de la población mundial existente. Sin embargo, se calcula que unos 783 millones de personas en el planeta padecen hambre por diversas causas: conflictos, reiteradas crisis climáticas y frecuentes recesiones económicas.
Los sistemas agroalimentarios, en su conjunto, son vulnerables a los desastres, crisis y al cambio climático. La FAO impulsa la transformación de los sistemas agroalimentarios brindando asistencia técnica y promoviendo capacidades, para así poner más alimentos al alcance de todos, con el menor daño posible al ambiente.
En Venezuela, la Organización constantemente está apoyando en la puesta en marcha de proyectos que contribuyen a transformar los sistemas agroalimentarios y, por ende, a brindar seguridad alimentaria. Cada uno, desde su ámbito de acción, ha aportado vías y soluciones para alcanzar el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas: Hambre Cero.
Algunos de estos proyectos
«Acciones anticipatorias para mitigar los impactos del fenómeno El Niño en la Guajira venezolana». Este proyecto, que se lleva a cabo en la Guajira Venezolana, tiene como propósito mejorar la seguridad alimentaria y nutricional de comunidades indígenas, a través de mejorar el acceso y la gestión del agua. La FAO realizó capacitaciones y asistencia técnica adaptadas al contexto indígena y promovió la implementación de acciones anticipatorias. En coordinación con autoridades locales y con la participación de las mujeres indígenas se rehabilitaron 30 lagunas comunitarias, 118 pozos comunitarios, se instalaron 450 sistemas de recolección de agua y 100 sistemas de riego por goteo.
Adicionalmente, se entregaron herramientas e insumos agrícolas para la producción de alimentos y la cría de animales de traspatio para la producción de alimentos. Estas acciones incentivaron la producción familiar de rubros y semillas resistentes a las sequias, como es el caso del frijol Guajiro y el maíz Tempranito.
«Promoción de la seguridad alimentaria a través de un enfoque multiactores para el desarrollo de la cadena de valor de semillas de cereales y leguminosas en Venezuela». En este proyecto, la asistencia técnica de la FAO brindó capacitación a productores en manejo agroecológico de los cultivos, mejoramiento genético, aplicación de herramientas participativas para la evaluación y selección de cultivares y producción de semilla de calidad. Con este proyecto se recuperó y fortaleció la calidad de origen de la semilla de maíz amarillo INIA7, una variedad doble propósito (de consumo animal y humano) y una de las más utilizadas en todo el territorio nacional por su resistencia a plagas y enfermedades, su adaptabilidad a suelos y climas diversos, su rendimiento potencial y su alta calidad nutricional.
Para garantizar la producción de semillas de buena calidad, el proyecto incluyó la creación de Bancos Locales de Semilla. Actualmente hay en varios estados del país, reuniendo alrededor de 400 productores.
«Una agricultura familiar innovadora y remunerativa al servicio de una alimentación escolar más saludable» es un proyecto con el que se mejoraron y diversificaron los menús escolares en 26 Escuelas Técnicas Agrícolas, beneficiando a más de 10.000 niñas, niños y adolescentes. El objetivo principal del proyecto fue elevar el consumo de proteína animal y de micronutrientes, a través de la producción de alimentos frescos en las mismas instituciones educativas. Para ello se rehabilitaron huertos para la producción de vegetales, y se dotaron gallinas ponedoras, lo que permitió que la dieta incluyera estos alimentos por lo menos dos veces por semana en los comedores de cada ETA. Según los datos de cierre del proyecto, entre octubre de 2022 y marzo de 2023, se sirvieron más de 500.000 platos diversos y nutritivos.
Con la transformación de los sistemas agroalimentarios, se mitiga el cambio climático y fomenta medios de vida pacíficos, resilientes e inclusivos para todos; lo que promueve una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor.
Los alimentos representan diversidad, nutrición e inocuidad. Debemos promover que haya una mayor variedad disponibles en nuestros campos, redes de pesca, mercados y en nuestras mesas, para beneficio de todos.
Alexis Bonte es representante de FAO Venezuela.
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