La amistad de Alicia Alonso con Irma y Margot Contreras trascendió el ámbito personal para influir decididamente en el proceso de profesionalización del ballet venezolano. La presencia de la primera bailarina cubana en el contexto nacional fue frecuente desde finales de los años cuarenta a través de sus primeras visitas al país. Esa época propició el encuentro con las hermanas Contreras y el establecimiento de especiales lazos afectivos que se mantuvieron a través del tiempo. Su admiración por Alicia, que las llevaría a seguirla junto con otros entusiastas fanáticos en las giras que realizaba el Ballet Alicia Alonso, se convertiría en vínculo profesional estrecho y determinante en los años iniciales del Ballet Nacional de Venezuela.
El debut de Alonso junto a su compañía integrada por 36 bailarines y el primer bailarín ruso Igor Youskevicht, ocurrió el 12 de noviembre de 1948 en el Teatro Municipal de Caracas. El programa de la gira anunciaba la escenificación de Pedro y el Lobo y Giselle. La temporada de la agrupación cubana presentada por el empresario Reinaldo Espinoza Hernández y la Sociedad Centro Fantasías Dominicales, se vio alterada por los sucesos del derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos. “Estábamos en el hotel cuando nos avisaron que había caído el gobierno”, rememoró con agudeza en alguna oportunidad Fernando Alonso, director del Ballet Alicia Alonso.
Sucesivas visitas de la pareja Alonso-Youskevicht al país ocurrieron a lo largo de los años cincuenta, siendo memorable su participación en el montaje de El lago de los cisnes realizado por el Ballet Nacional de Venezuela en 1958. Igualmente histórica es la función ofrecida en el Teatro Municipal de Caracas el 15 de julio de ese mismo año, ocasión en la que, teniéndolos como bailarines invitados, se representó el segundo acto de Giselle, con la participación de Irma Contreras interpretando a Mirtha y Miro Antón en el rol de Hilarión. También Alonso y Youskevicht bailaron el paso a dos de Don Quijotey Delirium, obra de Alberto Alonso. En 1952, Irma Conteras formó parte del elenco del Ballet Alicia Alonso. Igualmente lo hicieron durante esa época Vicente Nebreda, Graciela Henríquez y Tulio de la Rosa.
La participación del Ballet Nacional de Venezuela en el Primer Festival Internacional de La Habana en 1960, reveló potencialidades junto a metas aún por lograr por parte del joven conjunto dancístico, de acuerdo al juicio de los cronistas cubanos de la época. Este compromiso internacional, uno de los primeros en asumir el ballet venezolano en el exterior, ofreció al Ballet Nacional venezolano la valiosa oportunidad de alternar con los elencos del American Ballet Theatre de Nueva York y el Ballet de Bellas Artes de México, compañías foráneas invitadas al festival habanero que con el tiempo se convertiría en una clara referencia de la danza mundial.
Para esta gira al exterior, el Ballet Nacional de Venezuela presentó los días 25 y 27 de marzo, en el Teatro Estrada de la Palma de La Habana, un repertorio claramente orientado por las nuevas visiones traídas por la modernidad en el ballet, conformado por las obras El mandarín maravilloso, Polka, Pedro y el lobo y Las bodas de Graciela Henríquez, Variaciones sinfónicas de la coreógrafa argentina María Teresa Carrizo, Trío para seis de la brasileña Addy Addor, y Tocatta, adagio y fuga del checo Vaslav Veltchek. En el acto de clausura del festival, el Ballet Nacional tomó parte de una gala popular realizada en la Plaza Cívica, compartiendo con la célebre Alicia Alonso, además de Lupe Serrano y Royes Fernández, Nina Timofeya y Boris Khokhlov, así como las compañías Ballet Nacional de Cuba, Teatro de Danza del Teatro Nacional de Cuba y Ballet de Bellas Artes de México.
La especial relación de Alicia, Irma y Margot contribuyó, más allá de ella, al desarrollo y la elevación del ballet venezolano.