O bien alguien no le contó a la vicepresidenta las verdades completas, o bien la funcionaria vive dentro de una réplica –a la venezolana– de Alicia en el País de las Maravillas, o bien su desprecio por la inteligencia del adversario es monumental, o su perversidad y deseo enfermizo de burlarse del empresariado y la oposición venezolana es de tan prominente calado que la emisaria del régimen dejó pasar una excelente oportunidad, una coyuntura de oro, para acercarse a quienes son los únicos capaces de comenzar a ordenar el juego para sacar al país de todos –revolucionarios y no revolucionarios– del marasmo en que se encuentra.
La tesis que rueda de que la señora que acudió a Fedecámaras desconoce o ignora realidades que son flagrantes en Venezuela, como la atroz descolgada de su economía y la depauperación del país, no es válida. Porque si hay algo sabido de todos es la mayúscula preocupación que existe en el entorno de Nicolás Maduro sobre ese deterioro pronunciado que se viene produciendo en el apego del pueblo a su forma particular de revolución que terminará por pasarle factura… y lo va haciendo ya a pasos agigantados. En Miraflores y sus alrededores hay plena conciencia de que, de continuar esta tendencia en detrimento de la calidad de vida de los venezolanos, su permanencia en el poder está seriamente comprometida a través de cualquier vía, incluyendo la electoral.
No perderé el tiempo de los lectores haciendo referencia a la miríada de barbaridades que Delcy Rodríguez fue capaz de expresar frente a quienes son los únicos susceptibles de activar sus redes internacionales para generar una mejor visión del país a los empresarios del mundo con vistas a su proceso de recuperación. La prensa venezolana y la extranjera, incluida la de los países aliados del régimen, ya se han encargado de descalificarla, si no es que han considerado esta aparición pública como una burla flagrante hacia los detentores de capitales ociosos que están en busca de un buen y provechoso destino pospandemia.
Nuestra Alicia no es ingenua, ello hay que subrayarlo. En el gobierno han asistido en primera línea de observación a ese deterioro que ha convertido al país en un bagazo. Y como ello está a la vista del mundo, lo propio es entresacar de lo que queda aquellas potencialidades que aún subsisten para atraer la mirada de terceros, además de ponerlos en condiciones de arriesgarse a apostarle al país. Todavía está en manos del régimen ofrecer condiciones beneficiosas a los inversionistas externos para que, dentro del montón de ofertas que van surgiendo en todas las latitudes estos días posteriores a la debacle de la pandemia, Venezuela sea su mejor destino. ¿Alguien piensa todavía que esta funcionaria no es consciente de que los capitales del mundo que necesitan reproducirse requieren de contar con seguridad jurídica, de estabilidad económica, de la capacidad de obtener buenos beneficios y de repatriarlos, de una competencia sana, de fronteras abiertas, de un régimen de tributación que sea mejor que el del resto de los países y de un Estado que les permita laborar con libertad y con un mínimo de restricciones? ¿Hasta cuándo desde el régimen madurista van a seguir repitiendo a un mundo ultraversado en estas lides extractivas que las reservas que yacen en el subsuelo venezolano son un atractivo diferenciador cuando el planeta está repleto de enclaves similares , con menos dificultades y menos capitales necesarios para su recuperación? ¿Se habrán percatado de la evolución que lleva la explotación de las energías fósiles en este mundo cada vez más consciente de los temas ambientales? ¿Se habrán paseado en Miraflores por el efecto perverso que tuvieron sobre los inversionistas las incautaciones y expropiaciones de estos tiempos de chavismo, además de hostilizar de manera consuetudinaria el capital privado? ¿Se habrá informado esta señora de los efectos perniciosos que tiene una política monetaria y cambiaria tan aberrante como la nuestra sobre el flujo de capitales?
Sí. Esta era la ocasión perfecta para recoger velas y presentarse ante nuestro sector empresarial industrial, comercial y financiero con una bien labrada propuesta de tratamiento a sus capitales y a los foráneos que necesitamos con desespero, para el relanzamiento de una economía que comience a recuperarse de manera robusta y dentro de la cual ambos sean tratados con las ventajas que se otorgan a los socios principalísimos.
Al mismo tiempo que una de las altas autoridades venezolanas desperdiciaba esta ocasión dorada, Pedro Sánchez, jefe del gobierno español, se preparaba para viajar a Estados Unidos, no a entrevistarse con los políticos, sino a poner a España al alcance de los empresarios que están en búsqueda de oportunidades. No hay sino que comparar estas dos actuaciones en el mismo terreno para percibir cómo se vende un país en necesidad de apoyo externo. Ojalá nuestros compatriotas en el régimen usen la experiencia ajena y particularmente esta de España, país socialista de vocación, para revisar su posición con respecto a su propio desarrollo.
Mientras esto no ocurra, Venezuela seguirá a la deriva dando tumbos con las extravagancias de un régimen que aún no entiende que las cajas CLAP ya no son suficientes. Y Alicia seguirá en el País de las Maravillas hasta que, como en el cuento, otros la hagan despertar de su fantástico sueño…
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