OPINIÓN

Alicia Álamo Bartolomé

por Fernando Luis Egaña Fernando Luis Egaña

Si una persona, en este caso, una mujer, representa lo mejor de la obra Lo afirmativo venezolano del maestro Augusto Mijares, esa mujer es Alicia Álamo Bartolomé.

A los 96 años, la decana de las arquitectas de Venezuela tiene una memoria milimétrica y una vitalidad que solo es comparable con el amor entrañable por su país.

Pero no solo los planos y edificaciones cautivaron su prodigiosa imaginación. Estudió periodismo, y las letras, el teatro y el fomento de la cultura, fueron, son, la parte más fructífera de su larga vida.

Del equipo fundador de la Universidad Metropolitana, de la Universidad Simón Bolívar, de la Universidad Monteávila -primera decana de la Facultad de Comunicación–, buena parte de su vida ha estado dedicada a la universidad, a la educación, a los jóvenes. ¿Cuántas promociones de estudiantes han tenido el privilegio de ser sus discípulos? Muy difícil de contar, pero muy fácil de saber la gratitud y el respeto por una gran maestra.

Alicia es una escritora versátil. Obras de teatro, en las cuales llegó a actuar; cuentos, ensayos, prolija articulista -escribe por lo menos cinco artículos de fondo al mes-, memorialista; tiene tanto trabajo intelectual, solicitado muchas veces, que no ha podido culminar sus memorias, aunque le falta muy poco.

Hace pocos días fui a almorzar en su casa. Gracias a su gran amiga Isa Rincón de Martínez. Fue memorable. Alicia es una anfitriona elegante y amena. El grupo de invitados nos sentimos en casa. Ella pendiente de cada detalle. Y su sonrisa, y su risa, nos hacían sentir en un albergue de paz y alegría.

El Señor le ha dado el don de una vida maravillosa. Y ella le ha correspondido siempre. Querida Alicia: disculpa que te trate con tanta familiaridad, pero solo deseo lo mejor para ti; y que tenga la alegría de compartir y aprender en tu presencia.