OPINIÓN

Alianzas estratégicas

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

En el acontecer mundial notamos la creciente materialización pública de alianzas de todo tipo, países que parecían estar en desacuerdo por ideología o retórica, de un momento a otro se conciben dispuestos a negociar. Esto es causa de curiosidad, después de un manejo histérico de las emociones y soliviantas del pueblo. Tales transiciones pueden significar frustración para algunos individuos y esperanza para otros.

Solo con sabiduría y justicia, los sujetos tienen una percepción de paz acerca de sus gobernantes. Por lo tanto, a causa de los significativos cambios de intereses en las cúpulas de poder, los ciudadanos no vinculados a estas esferas deben procurar evitar apasionamientos, debido a que hoy estará un protagonista eufórico y memorable, pero mañana surgirá otro con discurso, papel histórico y criterios diferentes. Resulta mucho más provechoso no idealizar a ninguno, evitando gestar amarguras y sin sabores que el exceso de expectativas produce.

Las permutaciones inherentes a la transformación y reacomodo mundial que se percibe, donde las antorchas de liderazgo o dominio y los monopolios, se mudan de coordenadas, son indetenibles. Por ello, los acuerdos o las alianzas deben ser de carácter estratégico y no emocional o ideológico. A mi parecer, migramos de la asamblea prepotente del pensamiento al consenso práctico conveniente, donde los actores requerirán tomar posturas claras para preservación de la vida y los intereses propios, por encima de los egos de grupos élite y clasificaciones absurdas de los pueblos.

Se avecinan tiempos donde desde lo singular a lo plural, será necesario un criterio sólido, expreso y oportuno que resguarden la individualidad pura y preserve la colectividad. Ante la robotización y subyugación de los derechos serán necesarios convenios de todo tipo, para asegurar recursos, funcionamiento, producción y soberanía de los pueblos. Es probable que la presión aumente, y cuando esto ocurra se volverá imprescindible no quebrarse y ceder ante el chantaje o la manipulación, ya que en ese momento se pierde todo, más que una batalla o la guerra, se dilapida la identidad y se termina negociando aquello que no tiene precio.

El ser humano es mucho más de lo que hace, es lo que piensa, siente y está dispuesto a negociar. Así, aunque parezca romántico hay cosas que no están en venta, por lo tanto, no deben estar sujetas a avenencia. Por ejemplo: la vida de unos pocos por sobre la de otros, la transitoriedad encargos y funciones de los individuos, en todas las esferas de la sociedad, ya que es benéfico cambiar liderazgos. Otro sublime ilustrador podría ser la libertad de credo.

Considero, que actualmente no se percibe el sutil envenenamiento del ser bajo las banderas de progreso y globalización, donde se normalizan aberraciones y se satanizan estilos de vida más simples y prácticas de autogobierno. Cómo si esto no fuese suficiente, se tranzan acuerdos aparentemente convenientes entre los gobernantes que disfrazan las verdaderas intenciones de sus negociadores. No seamos ingenuos ni emocionales ante la transformación, dominemos el instinto y proyectemos con astucia para decidir con amor.

@alelinssey20