OPINIÓN

Aliados circunstanciales

por Diego Lombardi Diego Lombardi

El gobierno de Nicolás Maduro es inestable por naturaleza, su presidencia fue impuesta por un líder que mantenía cohesionado distintos grupos de interés. El deterioro institucional, la falta de legitimidad y la lucha por el control de recursos, de los cuales se deriva el poder, son condiciones que permiten que las fuerzas internas contrapuestas estén en permanente tensión. El oficialismo, lejos de ser una fuerza monolítica, es un conjunto de grupos unidos circunstancialmente por la necesidad de sobrevivencia y los intereses económicos, lo que les ha permitido dejar de lado las diferencias y así mantener cierto status quo. En este sentido, lo que mantiene a Maduro en el poder es una compleja red de intereses.

El contexto anterior es por definición inestable, las reglas de juego se modifican constantemente según convenga a los grupos que en un momento determinado tengan más fuerza que otros, dentro de la amalgama de intereses se hacen aliados circunstanciales, con poca confianza mutua y sin convicciones ideológicas. Se establecen espacios, con fronteras también en permanente tensión, y cada grupo recibe lo que considera su “cuota”. Esta dinámica se asemeja a la de las mafias, quienes son también aliados circunstanciales, y como tal se encuentran en constante tensión. En este tipo de circunstancias un pequeño cambio del frágil equilibrio puede desencadenar un conflicto de gran escala.

En Venezuela ese tipo de conflictos derivados de la lucha por espacios y cuotas está a la orden del día, se encuentra latente en distintos niveles. Lo que ha ocurrido en Apure es una evidencia de esta realidad, en la que intereses particulares han llevado a un enfrentamiento entre antiguos aliados. La permisividad inicial hacia bandas delictivas, luego convertido en imposibilidad de controlarlas, es otro ejemplo de cómo antiguos aliados se convierten en adversarios. Al final, cada grupo busca su espacio, lo hace con cautela, pero sin descuidarse, y cuando alguno de esos otros grupos con los que se encuentra en disputa da un paso que se considera amenaza se produce la confrontación.

En esta compleja realidad la oposición venezolana poco tiene que hacer, su poder real es limitado, se reduce en el mejor de los casos a cierto reconocimiento internacional. En un contexto de fragilidad estatal, como el antes descrito, las directrices que llegan desde afuera tienen poca o nula influencia, los actores con poder real en el país actúan más por la lógica de la sobrevivencia particular que por convenciones internacionales. Su alternativa es la fuerza civil, más para estar preparados a tomar espacios cuando una eventual confrontación entre miembros del oficialismo abra esa rendija que por una capacidad real de generar un cambio en el corto plazo.

El oficialismo puede permanecer en el poder por un año o por décadas, el problema de Venezuela va más allá de eso, la realidad es que el país ha llegado a niveles de fragilidad que pudieran atraparlo por un largo período en una situación de inestabilidad que impida el desarrollo. En ese sentido, los planteamientos en torno a transiciones democráticas, y particularmente en torno al tema electoral, son vías útiles si logran estabilizar y eventualmente revertir el deterioro del Estado venezolano, lo que pueden hacer al lograr establecer un nuevo marco de legitimidad. Sin embargo, una elección no restituye la democracia, y mucho menos estabiliza un país marcado por la fragilidad, es un pequeño paso en un largo camino.

Venezuela está marcada por un contexto de fragilidad en el que hay múltiples actores con intereses y poder distinto, en constante tensión. Esa realidad está lejos de la aparente inercia en la que se encuentra el país, por el contrario, significa que hay fuerzas en movimiento. Sin embargo, esos movimientos pueden girar en torno al status quo por mucho tiempo, orbitando y esperando el momento de tomar más poder, o pudiera darse el caso de un evento que rompa ese frágil equilibrio y desencadene eventos cuyos resultados son impredecibles. Es en la búsqueda de esos nuevos equilibrios donde se encuentra la mayor esperanza y el mayor riesgo para los venezolanos.

@lombardidiego