OPINIÓN

Algunos ruidos 

por Fernando Rodríguez Fernando Rodríguez

La verdad es que no parece estar pasando mucha cosa en nuestro degradado país. O, más exactamente, pasan algunas cosas pequeñas, imprecisas, semovientes y contradictorias. El grueso de los ciudadanos seguramente las ignora o tienen una vaga idea de éstas. Además, que han decidido ignorarlas, cada uno a lo suyo, no es un factor deleznable la precariedad de la prensa digital censurada (entre otros atropellos vulgarmente bloqueada, como el diario en que esto escribo) y empobrecida a más no poder y por ende imposibilitada de cubrirlo tanto que hay que relatar y pensar sobre este país martirizado y sobre este planeta amenazado de desaparición, ello a pesar del noble esfuerzo de periodistas de granito.

Diálogo mexicano; primarias y preparación polémica de éstas; sanciones; variación en positivo de las relaciones con Estados Unidos, pero éste le tira piedras gruesas a Maduro; amor gubernamental a Putin a pesar del nuevo horizonte petrolero; organización y participación política de la sociedad civil con todo y cartas-manifiestos; Barboza; silenciosa refacción de los partidos y quejas reiteradas de los nuevos y minúsculos supuestamente segregados; alacranismo desde suave hasta sin retorno; posibles elecciones castas o prostituidas; ¿Ramos Allup?; el señor presidente interino que parece ser el único actor visible y reiterado, otros lo dan por difunto; Fedecámaras en su propia vía regia hacia los negocios; el continente de rojo a rosado y Biden le pica el ojo a Cuba…y así.  El que ordene todo el rompecabezas gran ordenador será.

Alguien dirá que al menos algo parece moverse, por confuso y trascorrales que sea. Pudiese ser. A mí me parece que es en México en que pueden aclararse algunas cosas. Las sanciones, al menos Chevron y el enésimo familiar de Cilia; no estoy nada propenso a creer que Maduro conceda mucho en cuanto volver a la institucionalidad se refiere. No olvidar que el gobierno dice que Venezuela ha comenzado a sanar de sus raigales enfermedades y por ahí anda pregonando Maduro que el fin no es para 2024 sino para el 30. Además, tenemos palmeras, bodegones, el indio dorado y entorno llegando a Plaza Venezuela y subimos 3 o 4 puntos del PIB, de los 70 u 80 que perdimos en el madurismo, que es cifra emblemática de la tragedia. Acaso libere unos presos, que hay bastantes -más que en la Nicaragua de los brujos-, a lo mejor. La promesa, que poco vale, de cumplir las recomendaciones de la Unión Europea en su informe que dice que las anteriores elecciones fueron torpes y corruptas. Durarán mucho tiempo y el gobierno seguirá pidiendo que el diplomático Saab se incorpore, con todo y esposas puestas, porque ese sujeto como que es la verdadera piedra de tranca. Habrá más juego en la ayuda humanitaria y reforzar la apertura económica liberal, ésta última no solo para acallar y atraer a los viejos ricos sino para que los nuevos laven y laven.

Sobre la sampablera opositora, es más prudente darse una pausa, un respiro.