En ediciones recientes de El Nacional, he abordado temas electorales, uno sobre elecciones libres y competitivas (https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/test-para-elecciones-libres-y-competitivas/) y otro sobre el árbitro electoral (https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/algunas-nociones-sobre-el-arbitro-electoral/).
Hoy voy a tratar un tema íntimamente ligado al comportamiento del elector, el cual a veces da origen a lo que se conoce como abstención electoral. Con esto pretendo abrir un espacio de discusión sobre este fenómeno y las repercusiones que podría tener, no solo en cuanto a la legitimidad y representatividad de un sistema democrático, sino también en cómo interpretar la situación cuando la abstención es masiva, y si se deben celebrar nuevas elecciones, todo ello relacionado con el principio según el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce mediante el sufragio universal, principios constitucionalmente consagrados, por ejemplo, en la Constitución venezolana de 1999 y en la Constitución española de 1978. Veamos.
La abstención electoral es la decisión tomada por un votante de no participar en unas elecciones en las que tiene derecho al sufragio, siendo «( … ) una opción tan legítima como el ejercicio del derecho de sufragio», como ha dicho la Junta Electoral Central de España en un acuerdo del 13 de mayo de 1999, confirmado por una decisión judicial que dispuso:
“Preconizar la abstención en un proceso electoral es una actitud que cabe dentro del ordenamiento jurídico español” (STS, 3.ª, Sección 7.ª, 3-II-2003); y en Venezuela el analista Luis Vicente León, con motivo de unas elecciones regionales en las que la abstención alcanzó límites del 60%, dijo:
“Estemos o no de acuerdo con la abstención, debemos respetar la decisión de 60% de vzlanos (sic) y entender que no es su responsabilidad la derrota sino de quienes pervirtieron el sistema electoral y de quienes han sido incapaces de rescatar el voto como instrumento de lucha” (Véase: Abstención histórica, ¿por qué los venezolanos no salieron a votar? https://elestimulo.com/elecciones-regionales-2021/2021-11-23/elecciones-regionales-2021-abstencion-historica-por-que-la-gente-no-salio-a-votar/).
Se trata, por lo tanto, de una forma de expresión política en la que los ciudadanos deciden no ejercer su derecho al sufragio, es decir, su derecho a elegir.
Prácticamente, la abstención presenta dos variantes: la abstención activa y la abstención pasiva.
La abstención activa ocurre cuando los ciudadanos deciden no participar en el proceso electoral como una forma consciente de protesta o desacuerdo con el sistema político o los candidatos presentados. Este tipo de abstención suele estar motivado por razones políticas o ideológicas, y los votantes pueden optar por no votar como una manera de expresar su descontento o rechazo hacia las opciones disponibles. La abstención activa puede considerarse una forma de participación política negativa, en la cual los ciudadanos deciden no respaldar ninguna de las alternativas presentadas en el proceso electoral. Los slogans utilizados por los sectores abstencionistas para oponerse a la participación en eventos electorales que no exhiban, a su juicio, dichas condiciones (tales como los que rezan “si se vota se legitima al régimen”, “votamos, pero no elegimos”, y otros) tienen su origen en esta visión de la acción política (Vease: «La abstención electoral en Venezuela ¿Callejón sin salida para la oposición?» https://www.observademocracia.org/wp-content/uploads/2022/02/MonitorElectoral11.pdf).
Por otro lado, la abstención pasiva se produce cuando los ciudadanos eligen no participar en el proceso electoral debido a la apatía, la indiferencia o la falta de interés en la política o los candidatos. A diferencia de la abstención activa, que implica una decisión consciente de no votar, la abstención pasiva se caracteriza por la inacción o la falta de motivación para participar en el proceso electoral. Esta forma de abstención puede estar influenciada por la percepción de que el voto no hace una diferencia significativa o por la falta de confianza en el sistema político en su conjunto. La historiadora venezolana Margarita López Maya, ha dicho que el abstencionismo -entiendo que se refiere a la abstención pasiva- en un fenómeno de numerosas dimensiones: “Siempre hay un porcentaje de la población que no vota, y eso lo único que expresa es apatía” (Véase: https://www.observademocracia.org/wp-content/uploads/2022/02/MonitorElectoral11.pdf).
Como se puede observar, ambos tipos de abstención pueden tener un impacto significativo en el resultado de una elección y en la legitimidad del ganador; y comprender los motivos y las implicaciones de la abstención electoral puede contribuir a un análisis más completo de la participación ciudadana y la salud democrática de un país. En una democracia plena, donde se valora la voluntad popular, el hecho de que una mayoría haya optado por no participar en el proceso electoral debería interpretarse como un claro mensaje de descontento o desconfianza en el sistema político y los candidatos presentados. Entonces, ¿debería interpretarse como una señal de que el proceso electoral no ha logrado reflejar adecuadamente la voluntad del pueblo, y por lo tanto, deberían celebrarse nuevas elecciones como respuesta constitucionalmente justificada para rectificar esta situación y garantizar que el gobierno resultante cuente con el apoyo y el consentimiento genuino de la población?
La respuesta a esta pregunta debe buscarse en el derecho constitucional y las ciencias políticas, pero en mi opinión, si la abstención es masiva -tanto que sea activa como pasiva- debe interpretarse como que la abstención hubiera ganado y deben celebrarse nuevas elecciones.
Esto garantizará que el gobierno resultante cuente con el apoyo y el consentimiento genuino del pueblo, preservando así la integridad y la legitimidad del sistema democrático.