Un paso más allá del sexting se encuentran el cibersexo y la pornografía virtual.
El cibersexo es una actividad sexual de dos o más personas que no mantienen contacto físico y solo se comunican mediante mensajes textuales o audiovisuales. Es “el uso de Internet con objetivos de gratificación sexual” (Cooper & Griffin-Shelley, 2002).
En el caso de la pornografía virtual, el usuario visita páginas web o participa en chats, para encontrar actividades con las que pueda obtener gratificación en solitario o mediante el contacto con otros usuarios.
El sector de la pornografía virtual es una industria mil millonaria que vino a suplantar a la producción de cine para adultos. El portal español de negocios Rankia (2021) calcula que es la sexta de las 10 industrias más poderosas. Que aunque sea complicado saber la cifra exacta por el gran número de empresas no reguladas en Internet, se estima que mueve alrededor de 100.000 millones de dólares en todo el mundo; a pesar de que no sea algo común, podemos adquirir acciones de algunas empresas productoras de pornografía como Beate Uhse o DNXcorp.
La cifra mencionada anteriormente no incluye a la industria de juguetes eróticos que, según estimación de Statista Research Department (2021), asciende a 34.000 millones de dólares estimando que para el año 2026 ronde los 52.700 millones de dólares.
El consumo de material pornográfico en la red es importante a nivel mundial, el estudio Cybersex Addiction: A Study on Spanish College Students (Ballester-Arnal y cols., 2016) indica que en España 59% de los hombres jóvenes y 24,2% de las chicas entre los 18 y los 25 años afirman haber consumido pornografía virtual.
Por su parte, los resultados del informe “Motivos para el consumo de cibersexo y su relación con el grado de severidad”, publicado por la International Journal of Developmental and Educational Psychology (Castro Calvo, Ballester Arnal, et. al, 2018), mostraron que la principal motivación de la visita a este tipo de páginas es encontrar material para autosatisfacción sexual (71%), seguida de relajarse del estrés y las obligaciones (44%). Del total de hombres, 99% admitió haber utilizado Internet con fines sexuales frente al 80% de las mujeres, los primeros emplean una media de 3 horas semanales y las segundas 1 hora.
La relevancia de las visitas a este tipo de sitios queda reflejada en los informes de visitas a nivel mundial. Páginas como PornHub o Xvideos superan con creces las visitas a sitios muy conocidos como Amazon o Netflix.
Sin entrar en consideraciones moralistas acerca del cibersexo, es importante destacar que, de acuerdo con información de Addictive Behaviors, el cibersexo puede representar un problema de adicción para 5% de los usuarios hombres y 2% de las mujeres. La industria pornográfica está continuamente desarrollando nuevos medios para estimular el consumo y la adicción. El Centro de Psicología Betania en España coloca su voz de alerta cuando destaca las consecuencias a nivel afectivo de las adicciones al consumo pornográfico y al cibersexo:
- Aislamiento: la persona se va encerrando en sí misma. Tiene dificultad para compartir con los demás su comportamiento de consumo, especialmente con su pareja. El aislamiento refuerza su refugio en la pornografía por comodidad y consuelo. Los problemas psicológicos van siendo cada vez más relevantes.
- Pérdida de interés por las relaciones sociales y de pareja. La ficción y las fantasías pornográficas terminan haciendo que la persona pierda interés por la realidad. La visión distorsionada de la sexualidad genera una pérdida de satisfacción respecto al aspecto físico de su pareja y al desempeño sexual.
- Se valoran en menor medida la monogamia y el matrimonio, siendo más propensos a la infidelidad con sus parejas.
- Se distorsiona de manera global la imagen de los hombres y las mujeres al reducirlos a meros objetos sexuales.
- La satisfacción sexual se va reduciendo a medida que el consumo continúa, incluso se puede llegar a una ausencia total de relaciones sexuales. La persona se refugia en el mundo virtual de la pornografía.
La escritora Silvia Gurrola (2 de abril de 2020) nos dice que:
“No existe mejor candado para el acceso a la pornografía degradante que una buena educación sexual ofrecida desde la infancia acorde con la edad. Comuniquémonos con nuestros hijos, hablemos con nuestros pares, hagamos lo posible por persuadir a colegas y amigos sobre los efectos corrosivos de la pornografía”. Por último, agrega Gurrola, para quienes consumen pornografía, que no subestimen el daño que les puede causar y a sus seres queridos ―por no hablar que la industria porno es la que promueve el consumo del sexo comercial, que para abastecer una creciente demanda se vale de la prostitución forzada y la trata de esclavas sexuales―.
La educación en medios o educomunicación debe ser considerada con prontitud como una materia obligatoria y necesaria en los subsistemas educativos de nuestro país.