Los docentes, y las instituciones educativas, se encuentran ante el reto de formar individuos impactados por avances tecnológicos permanentes y exponenciales. Igualmente por contenidos audiovisuales que consumen a través de Internet. El mundo de referencia del alumno ha cambiado. Su entorno cercano, sus gustos, su forma de relacionarse con el mundo, la adquisición de conocimientos o las relaciones personales, están influenciadas en buena medida por “nuevos sistemas de representación” (Ferrés y Piscitelli, 2012). En apoyo a esta apreciación, el reconocido pensador colombiano Martín-Barbero (1979) dice que “la invasión de los medios masivos vino a sacar la escuela de la escuela”. Todo esto sucede en un entorno donde el cambio es una constante.
Por su parte, la Unesco, en su publicación La educación en un mundo tras la COVID (2020), indica que “estamos presenciando una transición hacia enfoques fluidos del aprendizaje, que lo consideran un proceso continuo en el que las escuelas y otras instituciones de educación formal interactúan más estrechamente con otras experiencias educativas menos formales desde la primera infancia y a lo largo de la vida”.
La cultura basada en la memoria muta, se transforma, nuestros nativos digitales no solo tienen menos poder atencional sino que lo distribuyen de manera diferente, de manera más segmentada, combinando el placer del entretenimiento con la obligación de su formación. La virtualidad pasa a tener un peso relevante en la vida de nuestra nueva sociedad, el crecimiento natural de los denominados nativos digitales depende de Internet como fuente de consulta, de entretenimiento, de información y por supuesto de formación, de manera que el maestro no puede estar divorciado de esta nueva verdad. El papel como insumo educativo pierde espacio frente al ambientalismo, pero principalmente frente a los nuevos hábitos estudiantiles, de allí la importancia de estudiar a fondo el desarrollo acelerado de la educación virtual.
Han cambiado las estrategias de enseñanza y aprendizaje, pero el objetivo continúa siendo el mismo, desarrollar competencias a nuestras comunidades educativas, el ejercicio docente tiene como reto formar a ciudadanos para desempeñarse en una sociedad globalizada, interconectada y transversalmente mediatizada por tecnologías que no le son propias a una generación que ha abordado ese desarrollo como migrantes digitales. Los docentes compiten o mediatizan la formación de los alumnos contra el consumo digital.
Características de los alumnos en la red
El proceso de evolución tecnológica descrito, ha tenido, y continuará teniendo, impacto en la sociabilización, así como en sus hábitos de estudio de los estudiantes. Cuando hablamos de hábitos de estudio nos estamos refiriendo a “las conductas que manifiesta el estudiante en forma regular ante el acto de estudiar y que repite constantemente” (Martínez Herrera. 2018).
De manera que el proceso educativo está caracterizado por nuevos hábitos de la población estudiantil, quienes abordan sus estudios con características de audiencias, y es allí cuando hablamos de audiencias educativas, porque reconocemos la influencia del contenido en la red en la construcción de valores y conductas de la población. Entendemos que las estrategias tradicionales de enseñanza y aprendizaje desde los claustros debe ser modificada en función a las características de una población que se comporta, piensa y se expresa virtualmente de una manera distinta a la que habitualmente se ha enfocado el esfuerzo académico. En mi opinión, estos nuevos hábitos son cinco:
El poder atencional: referido al tiempo límite de atención de los alumnos. El estudiante en la modernidad digital tiene un poder atencional mucho más corto. Los investigadores Posner y Petersen desarrollaron en 1990 el modelo de teoría atencional que establece que la atención se puede dividir en tres redes definidas anatómica y funcionalmente, y que interactúan entre si: 1) La red de orientación hacia el estímulo, que es la encargada de ayudarnos a mantener el estado de vigilancia y activación durante el día, 2) la red de atención a las señales para el procesamiento focalizado, también conocida como red de orientación espacial, que se activa cuando orientamos nuestra mente a algún evento, y 3) la red de mantenimiento de un estado de vigilancia/alerta, también conocida como red de atención ejecutiva. Esta última red es la que se encarga de inhibir información distractora, de inhibir conductas habituales cuando no son necesarias y también de monitorizar nuestra conducta de manera que podamos adaptarnos a las circunstancias que nos presente el entorno. Es esencial para la adquisición de las competencias educativas por lo que un formato largo tradicional de clases magistrales suele ser contraproducente y poco efectivo. El reto del docente es entonces estructurar su discurso de una manera distinta a las acostumbradas clases magistrales, para una audiencia que a partir de los impactos cortos de la red, mantienen escaso tiempo de atención ejecutiva.
Abordaje multitareas: Otra de las características de los hábitos conductuales de las nuevas audiencias, es el abordaje multitareas, o su capacidad de ejecutar varias tareas en un solo período de tiempo. Tiene efectos como la falta de atención en clase o el atraso en actividades académicas. El docente debe comprender que existe la posibilidad, o la casi certeza de que sus alumnos puedan estar consumiendo otro tipo de contenido, o ejecutando otras actividades de manera simultanea mientras asisten presencial o virtualmente a las clases, razón por la cual el esfuerzo de mantener su atención es doblemente exigente.
Manejo multiplataforma: Un fenómeno donde los alumnos interactúan con otros dispositivos o medios en paralelo a su actividad educativa y que se le conoce el efecto de las segundas pantallas. Las audiencias intercambian atención o contenido desde una pantalla a otra, por lo que debemos considerar a nuestros alumnos como una audiencia en permanente riesgo de fuga.
No linealidad: Los alumnos, al igual que las audiencias audiovisuales, no requieren de un horario ni orden específico para consumir contenidos como series, videojuegos o los contenidos educativos, y se caracterizan por acceso extemporáneo, y en ocasiones aleatorio, a la información que analizan o estudian.
Inmediatez: Los jóvenes son audiencias de usos y recompensas inmediatas, no crecieron esperando el día siguiente para enterarse de las noticias a través del periódico. Parten del hecho de que toda la información que requieren se encuentra en la red y a la vuelta de un click de Google. Esa inmediatez se encuentra expresada en el deseo de las audiencias educativas por una formación veloz, en consecuencia, es posible que el desarrollo del contenido central de la clase no dependa de la explicación magistral del docente. Esto permite el desarrollo de actividades adicionales para apoyar la adquisición de las competencias que deseamos transmitir a los alumnos.
En consecuencia se impone buscar nuevos acercamientos entre los educandos y los educadores, mediado por la intervención de la tecnología, por los medios y por el cambio de los hábitos de estudio de nuestros alumnos.
La educación en medios o educomunicación debe ser considerada con prontitud como una materia obligatoria y necesaria en los subsistemas educativos de nuestro país.