En el Metro de Caracas, de precario funcionamiento como todo lo que depende de uno de los gobiernos más corruptos del planeta Tierra y sus alrededores, se colocan afiches con la fotografía del empresario Alex Saab para despertar el interés del pueblo venezolano sobre el abuso de poder que representa la detención en Cabo Verde, desde hace un año, de este empresario colombo-venezolano.
Según el régimen, desarrollaba tareas diplomáticas en distintos países, incluida la de ser embajador plenipotenciario en África (lo curioso es que la condición de funcionario diplomático que se esgrime para su inmediata liberación es posterior a su privación de libertad, detalles que al régimen venezolano poco importan, porque para ellos también los reos pueden ser retroactivos).
Saab volaba en un avión privado que partió de Maiquetía rumbo a Teherán, haciendo escala en el aeropuerto Amílcar Cabral de la Isla de Sal (mal presagio) para reabastecer combustible (obviamente no tomaron la previsión que deben tener los transportistas de Venezuela, que es llevar junto a la carga galones suficientes de combustible que garanticen el regreso al punto de origen).
El archipiélago de Cabo Verde es, por cierto, el último puerto que dejó Colón antes de cruzar el Atlántico en el viaje en que descubrió el territorio que bautizó como Tierra de Gracia y en el que aseguraba se encontraba el paraíso terrenal.
Tierra de gracia y paraíso fue efectivamente Venezuela para el empresario con múltiples negocios vinculados al petróleo, al sistema cambiario, a la construcción, a la extracción de oro y particularmente todo lo relacionado con la importación de alimentos para los CLAP, entre otras inversiones (según el empresario, concilia florecientes negocios con una honda preocupación social).
La historia comenzó en 2011 con la construcción de viviendas prefabricadas importadas de Ecuador y desde entonces no ha hecho sino crecer y diversificarse.
Una serie: Alex Saab, agente antibloqueo, narra la versión del empresario. Se trata de un documental que desmiente lo que la justicia de Colombia, Reino Unido y Estados Unidos le atribuyen, y allí denuncia su detención como un «secuestro» en el que sufre «intensas torturas».
Según la serie, la persecución de Estados Unidos está motivada por el hecho de que la potencia capitalista del norte no tolera a los gobiernos que generan bienestar para sus pueblos, como los de Cuba, Venezuela o Nicaragua, y persigue a quienes desarrollan labores humanitarias, como Alex Saab, a quien se considera «filántropo» y seguidor de la corriente de la filosofía estoica (no cínica) y un luchador por la felicidad del pueblo venezolano (el diputado Paparoni dice que «Alex Saab se robó 117.900.000 dólares en 2019». El gobierno americano ha congelado cuentas vinculadas al empresario por 700 millones de dólares y la plataforma Panam Post habla de una fortuna de 1.000 millones con 89 empresas. También Reino Unido le impuso sanciones en el marco de su «programa global anticorrupción»).
Las denuncias de tortura y maltratos en prisión son reiteradas en la serie. De estas acusaciones se hace eco el régimen político venezolano, que en esa materia, no cabe duda, tiene larga experiencia (sin embargo, desde hace seis meses los abogados de Saab consiguieron que se le sometiera a arresto domiciliario. Dicha pena se cumple en el resort Vila Verde, en una de las zonas más turísticas de Isla de Sal, según revela la plataforma Armando Info).
En todo caso, parece que pronto el máximo tribunal de Cabo Verde tendrá que tomar una decisión (hasta el momento los magistrados de un país pobre cuyo presupuesto es seguramente menor que el patrimonio de algunas empresas de Saab se han mantenido insobornables). El abogado defensor del empresario es el exjuez español Baltasar Garzón (se dice que sus honorarios ascienden a 4 millones de dólares).
El plazo para decidir la extradición llega a su límite. Esto tiene supremamente nervioso al régimen, por algo será. Veamos si esta vez la justicia se lleva a cabo (Verde).
Artículo publicado en TalCual