OPINIÓN

Al Pacino en el Caribe

por Luis Beltrán Guerra Luis Beltrán Guerra

El Caribe es para muchos tan idílico, particularmente, por sus playas, mar cálido y el color del cielo, privilegios que inducen a que lo consideren un paraíso. Pareciera, sin embargo, que durante la conquista, más que estas razones, fueron otras las que determinaron que españoles, ingleses, holandeses, franceses y portugueses enviaran sus barcos armados a apropiarse de tan placentera región, la cual en tiempos no tan lejanos ha sido, por cierto, objeto de una diversidad de negociaciones concernientes al gobierno, a la soberanía y a sus recursos.

Así comienza la conferencia la PhD en Ciencias Ocultas Ruth Mercedes Calabria, alumna preferida del filósofo austriaco George Steiner, absolutamente gnóstico y para quien hagamos lo que nos propongamos, inclusive, absolutamente bueno, “al final solo seremos reductos de cenizas”. Pregunto, ¿a pesar de lo que ocurre en la humanidad tan precipitadamente, en los primeros años del siglo, tendrá vigencia esta máxima? Esto es, ¿estaremos tan cercanos a convertirnos en polvo? Una especie de hormigueo se percibe en los presentes.

Por cierto, me sorprendió al ver que los organizadores del evento le cambiaron el nombre, pues en la invitación recibida se titula “La transición en el Caribe”. No os preocupéis que alguna vinculación han de tener los dos. Es más, pienso que cercanas, como quedará evidenciado en la exposición.

Me han convocado para guiarles ante la grave problemática de las actividades delincuenciales en el norte de América del Sur, este de Centroamérica y sureste de América del Norte, en lo que suele llamarse, precisamente, “el Caribe”. Estados Unidos ha considerado que el principal causante es el narcotráfico, por su penetración en la política y en los gobiernos, creando “narcoestados”. Roberto Saviano (Gomorrah, 2014) demarca que es un flagelo que descompone tanto a los hombres como a la estructura del Estado. Marcos Pablo Moloeznik (Premio William J. Perry, National Defense University, Washington, D.C., 2017), corrobora que “el narcoestado” es aquel “territorio donde el tráfico de estupefacientes pasa a ser un actor político, que le disputa el poder al propio Estado”. Peter Dale Scott, de Berkeley, lo define como la “simbiosis entre los gobiernos y las asociaciones criminales”. Y para Carlos Sánchez Berzaín, Bolivia “es un narcoestado como Venezuela, Nicaragua y Cuba. Los sindicatos cocaleros trafican coca y cocaína por el eje que en connivencia ha creado Caracas. Y que ese es el mismo conducto para que circule “el terrible polvo blanco” desde Colombia” (Bolivia. La patria está perdida, 2018). Digamos que tendríamos el problema identificado. Pero, “no su causa”.

A nivel internacional, agregaríamos que las Naciones Unidas han calificado a América Latina como un continente comprometido. Pero con el grave señalamiento de que la producción y el comercio de la droga es la fuente, alimentada por las paupérrimas condiciones económicas, acompañado de la grave imputación de la concurrencia política. Creo que estamos cercanos a la causa. ¡Es algo endemoniado y verdaderamente lamentable!, remarca la profesora Calabria.

En el análisis, comprendo, también, que esperan nuestras consideraciones en lo relativo a la decisión del fiscal general de Estados Unidos, William Barr, formulando cargos criminales por narcotráfico a Nicolás Maduro y miembros destacados de la plantilla con la cual gobierna. ¡Plantilla no, pandilla!, grita sobresaltado en la penúltima fila Nicolás Matos, del sindicato de autobuseros de Quito y quien desde el inicio se sumara a la acusación contra Rafael Correa, por corrupción, condenándosele a 8 años de prisión.  ¿Habrá sido la querella de Barr una decisión providencial?, pregunta Ruth Mercedes, sin inmutarse por lo de Matos. Pero de seguidas demanda: ¿Se la deberíamos atribuir al Creador en su eterna lucha contra Satanás? Por tanto, nuestra primera recomendación es “sujetarse a Dios, pero oponiéndose, al mismo tiempo, al Diablo”. Así pareciera que nos lo dejó escrito el apóstol Santiago. Prestemos, por tanto, atención.

No tengo dudas de que con la imputación del duro fiscal general la esperanza ha renacido en el inmenso territorio bañado por las aguas del Caribe, particularmente, por la aparente ambivalencia creada días antes con ocasión de las declaraciones del embajador Elliott Abrams y del presuntamente más dócil secretario de Estado, Mike Pompeo. Dejo al criterio de esta audiencia la determinación de quién de los dos engalletó el juego, advirtiéndoles haber oído que un venezolano le decía a otro: ¡No nos preocupemos, que los americanos saben lo que hacen! ¿Un alimento para el desesperado? Me gustaría que comentáramos.

Francisco Utrera, profesor de la UCAB de Caracas, propone una síntesis del planteamiento de Pompeo concerniente a una ley que crea un Consejo de Estado, con un secretario general como presidente interino hasta las elecciones y un miembro de las Fuerzas Armadas (asesor militar), estatuyéndose que el primero ejercería los poderes que la Constitución otorga al primer magistrado. Se mantiene el Alto Mando Militar y las sanciones de Estados Unidos quedarían suspendidas. Permítame manifestarle que Pompeo, Abrams y Barr quedaron envueltos no en una ambivalencia, más bien en “una trivalencia”, rigurosamente antitética. Pedro Planchart, ex alumno de Utrera, apoya la posición de su maestro, pero agregando no tener dudas de que “el Acuerdo Pompeo” fue enviado desde Caracas, por lo que no descarta que haya sido conversado entre la oposición y el gobierno. Pregunto, dice de nuevo la conferenciante, ¿pudiéramos asumir que a pesar de las confusiones, la presencia de tantos barcos de guerra, aviones, artillería y soldados en “el Caribe” coadyuvará para que en Venezuela haya una transición menos blandengue. Así habría de ocurrir, agrega Irene Loreto, abogada constitucionalista, con el rosario en una mano y la Constitución en la otra. La conferenciante Calabria demanda orden en la sala.

Planchart, abogado, pero asiduo lector de temas sociales aprovecha para plantear su sorpresa de que Estados Unidos hubiera priorizado acciones tan determinantes en “el Caribe”, incluyendo, a Venezuela, frente a la crisis del covid-19 y sus terribles consecuencias sociales, particularmente, en lo relativo a sectores de clase media y baja. Fijémonos que no deja de ser preocupante que el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, atestigua que Estados Unidos está dominado por una ideología contraria a lo público, por lo que nos ha dejado poco preparados para esta crisis (El País, 11.4.20)”. Se entiende, “el coronavirus”. A mí tampoco deja de inquietarme, contesta la PhD. “Krugman es demócrata y Trump republicano”, responde desde los primeros asientos Adolfo Salgueiro, argentino por el ius sanguinis, pero, venezolano por razones amorosas.

En las tierras adyacentes al Caribe, no olvidemos que una determinante mayoría es católica, cristiana, mormona, evangélica o de los Testigos de Jehová. Los gnósticos, pues, son pocos. Ello me lleva a preguntarles si pudiéramos asumir que en la agraciada zona se conviva en una especie de “sociedad teosófica” alimentada por las ciencias ocultas, que desde la antigüedad se han propuesto comprender los secretos de la naturaleza. La profesora enseña a la audiencia el libro de Georg Luck Arcana mundi…, en el que se niega el vínculo del alma humana con la magia y el ocultismo. Pero advierte que algunos estudiosos de filosofía y antropología han calificado a “la teofisica” como una herramienta, entre otras, para acceder a las estructuras sociales actuales. Me encantaría la apreciación de ustedes.

La PhD, con pose profesoral, concede la palabra a la constitucionalista Loreto,  quien plantea que se deberían tener presente los tres supuestos planteados en las providencias de Barr, Abrams, Pompeo y Abrams, again (8/4/2020): 1. La guerra contra el narcotráfico y los narcoestados, 2. La querella contra el presidente de Venezuela (narcoestado), y su plantilla o ”pandilla” y 3. La perentoria necesidad de que la democracia regrese al citado país, quitándose de encima la posesión diabólica del socialismo del siglo XXI. Nuestras felicitaciones, expresa la disertante por la claridad de su planteamiento. Pero, permítame decirle que ha olvidado que las tres providencias se producen, directa o indirectamente, mirando hacia el Caribe, donde ha habido de todo y para todos, genocidio, esclavitud, inmigración sin control y piques entre potencias mundiales. No me extrañaría distinguida abogada que los caribeños, entre ellos, los actuales mandamases en Caracas, Cuba, Nicaragua, entre otros países y grupos de presión, prosigan sin darle la importancia debida a Estados Unidos y a sus bases, entre otras, en Cuba, El Salvador, Aruba, Curazao, Antigua, Bermuda, Bahamas, Colombia, Costa Rica y Perú. Loreto, acostumbrada a responder, plantea que de acuerdo con las últimas declaraciones de Abrams y particularmente la del Wiliam Brownfield ha quedado claro que “la oposición no crea que Estados Unidos va a solucionar sus problemas”, Venezuela ha quedado nuevamente en las manos de “la aproximación dialogal” con respecto a la cual Noruega, ni Barbados, alientan mucho. Esto es, que la esperanza de morar en democracia ha regresado a ser una quimera. La melancolía es ahora lo que se percibe en la sala.

¿Qué nos dice el internacionalista Salgueiro?, demanda la conferenciante. ¿Será acaso que Putin y Xi Jinping habrán reclamado su anuencia? El profesor emérito se limita a responder ¡Es probable!

La académica, cuyas manifestaciones de cansancio son inocultables, exhibe la Constitución Bolivariana, “la bicha” para Chávez, su mentor, y apunta al jurista Utrera, preguntándole si considera que en la carta magna se estatuyen opciones para resolver “el enredo”, ante lo cual el diligente profesor dice que la respuesta es “no”, pues ese texto constitucional ha deambulado en el antojo, capricho y maledicencia de aquellos que han conducido al país, durante más de 20 años. De acuerdo, agrega Irene Loreto.

La disertante, convencida que ha de concluir, no opina, pasando más bien a resaltar cuáles habrían de ser las consideraciones finales. Unos cuantos brazos se levantan, pidiendo la palabra, pero la profesora Calabria acota: 1. La humanidad, en medio de dos flagelos, el narcotráfico y el coronavirus, 2. ¿cuál de ellos dependerá de Dios?, 3. Satanás, ¿habrá hecho aportes en el escenario, particularmente, apocalíptico?, 4. Se convencerá Estados Unidos de que deferir el dilema a “los narcoestados”, pudiera ser una ilusión, 5. Las democracias aparentes y corrompidas proseguirán como el nazismo, hasta que militarmente se les detenga y 6. En el lamentable caso de Venezuela, nos conformaríamos con la convicción de que “los americanos saben lo que hacen”. Allí se las dejo, rogando que les sean útiles. Creo que nos veríamos en un futuro no muy lejano.

Usted no debería despedirse, profesora Calabria, es la reacción de Irene, sin darnos su parecer en lo concerniente al castigo para con quienes han destruido casi toda América Latina y mucho más ante la posibilidad de que, por ejemplo, en el caso de Venezuela, puedan dejarse sin efecto las sanciones de Estados Unidos (Acuerdo Pompeo). Ruth Mercedes aplaude el planteamiento de la constitucionalista, manifestando que las ciencias ocultas la habían convencido de que por algún motivo racional el evento, titulado al inicio “Transición en el Caribe”, pasó a llamarse posteriormente “Al Pacino en el Caribe”. Agradezco, por tanto, a las fuentes de la “teofisica”, por haberme inducido a responder que la iniciativa es que alguien de esta audiencia o fuera de ella repita el rol del “legendario cazador de nazis”, Simon Wiesenthal, quien sobrevivió el holocausto y dedicó su vida a dar caza a todos los líderes nazis, llevándolos ante la justicia.

Los felicito por el cambio de nombre, aconsejándoles que vuelvan a ver, y por varias veces, la película Hunters. Usted, Matos, pudiera ser el Al Pacino. Sin dudas, la esperanza renacería. Y mucho más, si después de esta vean, también, Judgment at Nuremberg, del director Stanley Kramer. Irene Loreto, la acusadora y usted, Utrera, debería ser el defensor. Nunca replica el abogado, aunque supongo que los honorarios de los acusados, de ser cierto, como pareciera, que sus fortunas son enormes, serían considerables. Pero lo determinante, queridos amigos es que han de ejecutar el ejemplo del “cazador de nazis”. La vindicta pública, en manos de la burocracia, no siempre es eficiente.

Así se despide con algunas lágrimas Ruth Mercedes Calabria. A muchos en la audiencia se le aguan los ojos.

@LuisBGuerra

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