¿Por qué agradecer en medio de tanta destrucción? Venezuela es hoy un país de sobrevivientes, después de haber sufrido la devastación de una suerte de guerra no convencional. Así, lo primero que debemos aceptar es el fin del experimento del “socialismo del siglo XXI”.
Debe grabarse en las mentes de las nuevas generaciones que el modelo de adoración a un caudillo, la imposición a todo trance del continuismo de un partido hegemónico en el poder, con su corte militarista, estatista y manipulador de la economía, no es camino factible a una verdadera prosperidad. Es imprescindible que todo lo acontecido se convierta en un robusto aprendizaje popular, más allá de los escenarios puramente académicos.
Se nos ha anunciado el reinicio de las negociaciones entre el régimen dictatorial de Maduro, el cual designó para representarlo a Jorge Rodríguez, presidente de su asamblea nacional, y una comisión opositora originada en las organizaciones partidistas que obtuvieron mayoría en la Asamblea Nacional de Venezuela, electa en 2015. Dicha comisión viene siendo encabezada por Gerardo Blyde, exalcalde de Baruta, exmilitante de Primero Justicia y exmilitante de Un Nuevo Tiempo.
Es imprescindible reconocer que los actuales partidos existentes en Venezuela, por sí solos, no representan cabalmente a las grandes mayorías insatisfechas de los ciudadanos. Esta aseveración es parte clave de la comprensión de nuestro problema; y de lo acontecido en este país. Existen multiplicidad de actores que más se representan a sí mismos que al esfuerzo de construcción de un consenso básico nacional de intereses, comunes y prioritarios, para superar la oscuridad de esta larga noche de dolor humano.
Son ya muchos los países, de todos los continentes, que se han expresado en favor de una salida negociada a la actual calamidad ocasionada por el proyecto castrochavista. Debemos agradecer a Estados Unidos sus gestiones para intentar contribuir a tal superación de nuestro drama venezolano. A la Unión Europea. Agradecer la más reciente gestión del presidente francés Emmanuel Macron, que sin duda ha dado resultado para dicho reinicio de negociaciones. Agradecer al reino de Noruega, y a sus instituciones, por utilizar recursos, conocimientos y experiencias en contribuir a encontrar una salida democrática, pacífica y práctica al conflicto. Agradecer a todos los que nos han apoyado en la búsqueda de una solución.
Las contradicciones difundidas constantemente en redes sociales, entre quienes condenan el insistir en negociaciones, y los que creemos que no puede abandonarse tal posibilidad de una salida electoral pactada, se deben manejar haciendo énfasis en la necesidad consensuada de la superación mencionada de caudillos, del autoritarismo militarista, y del socialismo comunistoide del siglo XXI; para construir un modelo de Estado moderno, democrático y de instituciones libertarias, para todos.
Depauperados por el resultado de sus correspondientes desempeños anteriores, pienso está claro para el país que quienes lo han conducido al desastre en que hemos caído no pueden ofrecernos milagros ni recuperaciones mágicas. Simulando burbujas de un país risueño con opulentos centros comerciales o restaurantes llenos al Este de Caracas, no pueden hacer creíble la superación de la crisis de hambre, sudor y lágrimas existente. Ello no se logrará a través de la bonanza de un minúsculo grupo de osados emprendedores, algunos de los cuales lo son gracias al lavado de dineros manchados, y no producidos con verdadero valor del conocimiento empresarial, desarrollado con tenaz esfuerzo. Tampoco pueden hacerlo quienes con sus inconsistencias, deshonestidades e incapacidad política para hacer valer en su momento el poder de las grandes mayorías populares, hoy pretenden exhibirse como adalides del logro de una aún muy incierta promesa de solución.
Atender la legítimas exigencias de la ciudadanía, y de sus organizaciones no gubernamentales, e incluirlas en el proceso de implementación de soluciones de atención a vitales carencias de niños, ancianos, enfermos, y de los trabajadores muy mal remunerados, de los jubilados, y de todos los gravemente afectados por la confrontación, debe arrancar de inmediato.
Deben nombrarse comisiones mixtas entre la sociedad civil, los partidos políticos y los mediadores del conflicto. Esta sería una demostración insustituible de la buena voluntad política y humanitaria de todas las partes para producir resultados tangibles. La liberación de los presos políticos es no solo vital para ellos y sus familiares, sino para todo el proceso de aproximaciones sucesivas para tal pacto e implementación de soluciones creíbles para el logro de la paz y el beneficio para toda Venezuela.
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