I
No es que haya pasado inadvertida para mí la seriedad de mi sobrina la doctora o la angustia en la cara de mi querida hermana. Pasaron unos días tratando de fingir, pero yo notaba algo. Cuando entró el internista seguido de ellas dos a la habitación del hospital Domingo Luciani en donde estaba convaleciente con un tubo metido hasta el pulmón, supe que algo no muy bonito me iban a decir, además de todo lo que ya había vivido.
De tuberculosis el diagnóstico pasó a cáncer de pulmón estadio IV con metástasis a pleura. Por eso tenía todo el tronco, casi hasta el vientre, lleno de líquido. Siempre he dicho que el susto se siente en el pecho, es como un vacío repentino, un hueco, pero además esa vez sentí como una cachetada. El internista, un muchacho que podía ser mi hijo, enseguida que me dio la noticia me dijo que no me angustiara, que él tenía un tío con el mismo diagnóstico que estaba muy bien ya. Hasta a eso les enseñan en las maravillosas escuelas de medicina venezolanas.
II
Ya he contado mi experiencia en el hospital de El Llanito, con sus cosas malas y su maravilloso equipo médico que las borra todas. Me salvaron la vida, incluyendo mi hermosa sobrina. Recibí apoyo de tanta gente, incluso desconocida, que mi corazón se llena de agradecimiento y no me alcanzará la vida para terminar de expresarlo.
Pero las noches eran las más duras. En estos días vi un video que hicieron tres sobrevivientes del cáncer de mama y una de ellas decía que durante su tratamiento aprendió a hacer las paces con la muerte. A mí no me ha pasado. No puedo aceptarla porque no la quiero todavía, y se lo he dicho, ella y Dios lo saben. Pero esas primeras noches después de saber lo que tengo eran de miedo a la incertidumbre, a no saber lo que iba a pasar, un miedo que obviamente quita el sueño.
Cada una de las que se sacrificaba durmiendo en el piso para acompañarme tenía una aproximación diferente al caso. Mi hija me distraía con juegos; mi sobrina con series que llevaba en su tableta; y mi hermana, rezando, pero además, si no fuera por ella y su experticia psiquiátrica, ni siquiera me hubiera levantado de esa cama. Mi agradecimiento es más grande que todo el universo.
III
Hace 24 meses que recibo quimioterapia. Y en cada oportunidad le doy las gracias a esos fármacos que circulan por mi cuerpo, porque me ayudan a deshacerme de todas las células defectuosas que están en mi pulmón. Ha sido un proceso largo y tedioso, pero quiero pensar que estoy más cerca de terminarlo que cuando empecé.
Ya he hablado en otras ocasiones de mi Go Fund Me. Y agradezco infinitamente tener la oportunidad de escribir de ello y de conocer a tantas personas a las que les he pedido ayuda en su difusión y me la han dado. Esta vez me toca volver a insistir. He aprendido a pedir ayuda cuando la necesito y no he dejado de necesitarla desde que comenzó este proceso.
Mi papá tenía razón cuando me preguntó de qué iba a vivir y le dije que iba a estudiar Comunicación Social. Como periodista de este país, que se cae a pedazos, no puedo hacerle frente económicamente a esto sola, y por eso agradezco a todos los que desinteresadamente me han ayudado. Por favor, el que pueda, difunda mi campaña. No crean que no me da vergüenza pedir ayuda monetaria, pero las ganas de vivir y seguir ejerciendo el periodismo en este país que tanto necesita que se digan las cosas me anima a hacerlo. Quiero seguir, quiero vivir. https://gofund.me/daa5c498.
@anammatute
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional