OPINIÓN

Agendas contrapuestas

por Gonzalo González Gonzalo González
Guyana

Foto MARCELO GARCIA

Los regímenes políticos con legitimidad y apoyo social son aquellos que tienen capacidad de gratificación simbólica o material. En otras palabras, hay un alto nivel de coincidencia entre la agenda del gobierno y la de la sociedad.

En Venezuela existen dos agendas contrapuestas que explican la terrible situación que padece el país. La agenda del régimen y la de la sociedad.

La del régimen prioriza, más que los intereses del Estado y la sociedad, su continuidad en el poder a todo evento. La de la sociedad es la supervivencia en medio de una crisis humanitaria compleja y el cambio de régimen, convencida de que con quienes mandan solo habrá peor de lo mismo.

El chavismo carece de voluntad política, experticia, recursos humanos y materiales para dar el viraje necesario en su gobernanza dirigida a remitir y superar la crisis humanitaria. En vez de dar los pasos hacia una transición democrática y constructiva para sacar al país del desastre, se empeña en su continuidad en el poder.

Para lograr ese objetivo se ha inventado la operación política del Esequibo de una manera, además, dañina para los intereses de la nación en el asunto. No estamos en desacuerdo con que el tema mencionado adquiera relevancia y se hagan esfuerzos para reivindicar los legítimos intereses de Venezuela. Lo cuestionable es que se le pretende convertir en el principal issue gubernamental cuando el problema central de los venezolanos es la situación económica y social. Solo preocupados por el continuismo creen hallar en el nacionalismo –viejo expediente de las dictaduras en apremios– patriotero y sectario la llave para tratar de recuperar iniciativa política, apoyo social y, de paso, usarlo para criminalizar a la alternativa democrática.

Probablemente, debido al monopolio comunicacional existente (que no hegemonía), pueden tener vigente el tema todo el tiempo que decidan; lo que pasa es que si no se producen avances tangibles y creíbles sobre el tema, su efecto puede ser nulo e incluso convertirse en un tiro en el pie. El oficialismo tiene un déficit enorme de credibilidad difícilmente reversible; en cuanto a avances favorables sobre el tema ya vimos lo ocurrido con el referéndum en términos de acompañamiento ciudadano. Y si hablamos de la reunión con el presidente de Guyana la cosecha fue magra, los arrestos bélicos archivados y el proceso en la Corte Internacional de Justicia sigue en progreso.

En consecuencia, la utilidad del nacionalismo para alinear al país alrededor del régimen y levantar apoyo a su continuidad de cara a los comicios presidenciales pareciera no ser viable. Solo les puede servir para criminalizar a la oposición democrática y sacarla del juego aduciendo su posicionamiento contrario al uso errado y sectario del tema. Pero tal operación le supondrá un costo muy alto en términos reputacionales.

Las recientes maniobras gubernamentales ahondan la distancia entre su agenda y la de la sociedad. Mientras esta disociación de prioridades continúe, el país nacional seguirá hundiéndose en el retroceso de los índices civilizatorios y la emergencia humanitaria  acelera su conversión en estado crónico.

Les deseo a mis amables lectores ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!