OPINIÓN

Aerobics USB

por César Tinoco César Tinoco

Hace más de 40 años, a inicios de los ochenta y junto a María Valentina Boccalandro Álamo, fundamos los aeróbicos USB, en la Universidad Simón Bolívar, nuestra alma mater, allá en el Valle de Sartenejas.

Arrancamos sin nada pero debidamente autorizados por la Coordinación de Organizaciones Estudiantiles y por la Coordinación de Deportes, debajo del complejo de piscinas. Colocamos tarima, espejos y colchonetas, mismos que fuimos adquiriendo poco a poco con los proventos de la inscripción y trimestralidad en dichos ejercicios. Adicionalmente y para las clases, contratamos a los instructores de aeróbicos más famosos del momento en los gimnasios de Caracas. Fue, para ese entonces, una iniciativa muy exitosa pues teníamos cualquier cantidad de turnos en las tardes, de lunes a viernes, con la finalidad de satisfacer la demanda de dicho sistema de ejercicios.

Como anécdota puedo contar que al principio solo se inscribieron mujeres; sin embargo, posteriormente y al tener un número considerable de mujeres reunidas en un mismo sitio y entrenando, se incorporaron los varones.

Los antecedentes de la idea, en lo que respecta a mi parte, se ubicaron en tres vertientes. En primer lugar, en la tendencia del momento generada e impulsada por Kenneth Cooper en Norteamérica, con su libro Aerobics, publicado en enero de 1968. En segundo lugar, en la columna de El Nacional «Correr es vivir», del multifacético y sereno Pedro Penzini Fleury, así como en su libro del mismo nombre (Pedro Penzini Fleury 1979, Correr es vivir, Editorial Ateneo de Caracas). En tercer y último lugar, en el Interval Training de Reindell y Gerschler (1930).

De Kenneth Cooper supe a través de su libro. Cooper representaba una innovación importante, a mi juicio no solo por su sistema de ejercicios, sino por el sistema de «puntos» relacionados con el mismo y que permitía, a los mortales ciudadanos de a pie, adoptar el ejercicio de su preferencia (caminar, trotar y bicicleta) con el incentivo de ganar puntos, mismos que le permitían mejorar su salud, monitoreando y evaluando su progreso.

En el caso de Pedro Penzini Fleury, simplemente leí desde siempre y con particular avidez su columna «Correr es vivir» en El Nacional y luego su libro cuando fue publicado. Las lecturas de lo que escribía un devoto practicante como Pedro Penzini Fleury fueron importantes contribuidores para incrementar mis conocimientos en la temática de los aeróbicos.

En cuanto al interval training, conocí de su existencia a través del libro de Jorge Hegedus titulado Teoría general y especial de entrenamiento deportivo (Editorial Stadium, 1981, Buenos Aires), una de las mejores inversiones que jamás he hecho en libro alguno, equivalente a lo que es Berkshire Hathaway para Warren Buffett, por supuesto, salvando toda distancia.

Hacia 1930, pero sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial, una revolución ocurrió en los deportes de resistencia. Los cambios fueron iniciados por el entrenador y cardiólogo alemán Hans Reindell, que buscaba una manera de mejorar la rehabilitación de sus pacientes cardíacos. Sus investigaciones, llevadas adelante en colaboración con un profesor de la Universidad de Friburgo, de nombre Waldemar Gerschler, lo llevaron a concluir que el método más eficaz para desarrollar la función cardiaca era la repetición de esfuerzos cortos separados por breves períodos de reposo o descanso.

Reindell y Gerschler consideraban que en lo que respecta al corazón, la parte activa del entrenamiento no era tanto el esfuerzo mismo sino el período de recuperación (intervalo) al que denominaron «pausa rendidora».

Es la pausa rendidora la que permitía mejorar el funcionamiento del corazón y con él su capacidad de enviar sangre al cerebro y a los músculos. Son pues los intervalos entre cada esfuerzo los que había / hay que cuidar con mayor atención. La secuencia del entrenamiento de intervalo tiene dos movimientos que se repiten de manera cíclica y seriada. En el primer movimiento se materializa el esfuerzo con el propósito de aumentar las pulsaciones hasta un determinado Nivel 1. Seguidamente se hace una pausa (la pausa rendidora) hasta que las pulsaciones disminuyan y alcancen un determinado Nivel 2. Entonces se repite nuevamente el esfuerzo. Por supuesto, en la duración tanto del esfuerzo como de la pausa rendidora también hay que poner especial cuidado.

El caso es que mi primer trabajo científico, nunca publicado, fue la sistematización del entrenamiento de intervalo en pista, a través de regresiones, midiendo cifras con voluntarios en la pista de atletismo de la USB. Una copia de mis trabajos la suministré al terrible y apreciado Horacio Rojas, entrenador de natación de la USB por esos días.

Cooper todavía está entre nosotros con 90 años de edad, y viene al caso en virtud de una frase en inglés que ha sido tendencia: ¡Get Cooperized! y que tiene como propósito llevar el mensaje de que la preparación física es una herramienta de extraordinaria importancia para la buena salud, ello a pesar de los tiempos de pandemia que “corren” en todo el planeta y particularmente aquí en nuestra destruida Venezuela.