Nuestra política actual nos viene mostrando lo bajo que se puede llegar cuando se defienden intereses particulares y la ideología. Se ve populismo, manipulación, adulación y hasta servilismo. Los que piensan que nos encontramos ante una crisis política más, de la cual algún día saldremos, se equivocan. Estamos frente a una crisis que podría considerarse la más riesgosa para el país, ya que no solo los que dirigen nuestra política caen en inmoralidades y atropellos, sino que, además, gran parte de la ciudadanía no responde y solo observa pasivamente, permitiendo tales vicios.
Ojalá no nos estemos acostumbrando a las adulaciones de políticos que se mueven por conveniencias y que, con tal de tener privilegios y ciertas ventajas, defienden y escudan a un gobernante que, en lugar de preocuparse por solucionar los problemas del país, tiene que estar pensando en librarse de los fuertes indicios de corrupción que lo acechan. La adulonería es una de los peores defectos que puede tener una persona. Y ahora, vemos en algunos ministros de Estado, como es que este defecto está siendo parte de su habitualidad.
Es más, para algunos ministros esa práctica inmoral debería también practicarse en otras esferas de la vida pública. Por ejemplo, hace un par de días el primer ministro, Aníbal Torres dijo: “vamos a trabajar con la prensa que no desinforma, sino que informa (…) ya estamos acostumbrados en el país a que se tergiverse la verdad”. Agregó también, que “en aras de la libertad de prensa están permitiendo incluso la difamación, la calumnia, la injuria, y que hay cierta prensa que es corrupta”.
Olvida el señor premier que fue la prensa la que destapó los presuntos actos irregulares de corrupción que hoy involucran a este gobierno, y que por eso es que se han iniciado las respectivas indagaciones fiscales; y que ello es positivo en un Estado de Derecho en donde debe prevalecer la transparencia. Al parecer, dichas investigaciones periodísticas no tienen valor para el primer ministro. En ese sentido, hace pensar que cuando habla de que trabajarán con la “prensa que informa”, se refiere a que solo considerarán al periodismo aliado y servil a los intereses gubernamentales y no al que controla y fiscaliza al poder político. Y así se hacen llamar demócratas.
En fin, qué se puede esperar de un gobierno que no tiene capacidad de autocrítica, y que, ante indicios de corrupción, en lugar de actuar con responsabilidad, decide ampararse en el populismo y en buscar aliados que los escuden servilmente.
Artículo publicado en el medio peruano El Reporte
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